domingo, 28 de diciembre de 2014

Postales festivas

"Para saber que al fin el mundo es esto / en su mejor momento una nostalgia / en su peor momento un desamparo / y siempre, siempre un lío... / Entonces usted muere." Mario Benedetti Curriculum.


Postal 01
Algunos petardos suenan irrumpiendo la oscuridad. El sonido de copas golpea la noche. La luna callada. Un niño pasa corriendo. Un perro llora. Antonio sentado solo en la puerta del "Hogar" levanta un vaso de plástico al aire y brinda consigo. Las 00:00 del primer día de enero de ya no le importa qué año. Es muy tarde para que vengan sus hijos y es muy temprano para que venga la parca.
–¡Feliz año nuevo!– piensa en silencio y bebe tratando de que la sidra no caiga de sus labios sobre su camisa nueva.

Postal 02
Un bebé llora. Ana se levanta de la mesa y se dirige a la pieza. Todos los reunidos hablan a los gritos, a nadie parece importarle si la criatura duerme.
Lo saca del moisés y lo lleva en alzas a la mesa. Todos lo miran, simulan brindar con él, le hacen caras, le dicen cosas. Ella lo mira y sabe que si por algo son importantes estas fiestas es por él. Mira la hermana que corre tratando de llamar la atención, la casa despelotada, los platos que deberá lavar, el mantel que convendría tirar.
–¡Feliz año nuevo!– gritan todos levantando las copas.
Antonio, el bebé, llora desconsoladamente. Todos ríen. A nadie, excepto a Ana, parece importarle.

Postal 03
Está contento de haber invitado a todos a su casa… por fin “su” casa. Anastasia, su mujer, sonríe. Está contenta de que hayan invitado a todos, de poder demostrar lo buena anfitriona que es. Vitel toné, pionono, lengua, mayonesa, salamines, vino blanco para el suegro, vino tinto para el padre, cerveza para el cuñado. No falta nada. 
Bueno, tuvieron que pedir a todos que trajeran platos y vasos porque los que tienen en la casa no alcanzan.
Antonio se levanta de la mesa, va a la cocina y regresa con tres botellas de champagne. Destapa una a una las botellas y sirve uno a uno los vasos mientras todos hablan a los gritos. Sirve el último vaso justo 30 segundos antes de las doce.
Todos hacen silencio, dejan de hablar, miran sus relojes, se escucha la sirena de los bomberos.
–¡Feliz año nuevo!– gritan todos levantando las copas.


Anastasia, sin saber por qué, siente deseos de llorar pero se le pasa en seguida y brinda con todos.

Postal 04
Los niños corretean entre las mesas. Tratan de robar algún corcho de sidra o un vaso olvidado el descuido. Los adultos ríen y hablan a los gritos.
Antonio juega, concentrado, con el camión que "el niñito Dios" le trajo en navidad. Ya sospecha que ese regalador navideño no existe, que es un invento de los padres sin embargo en este momento no le importa. Creer o no creer en "el niñito Dios" es una preocupación de grandes y no de niños.
El grito interrumpe su juego.
–¡Feliz año nuevo!– gritan todos levantando las copas.
Antonio tuvo la extraña sensación de sentir deseos de llorar, pero se le pasó en seguida y siguió jugando.

Postal 05
Antonio y Anastasia están sentados en silencio. Los años les han enseñado a evitar las peleas haciendo silencio y su vida se ha convertido en silencio. Los hijos están trabajando o estudiando o cualquier excusa que se hayan inventado para no volver a su pueblo a celebrar las fiestas con ellos. No han preparado ninguna comida especial. Esperan las doce como un ritual que ha perdido todo su sentido. La sirena de los bomberos suena.
–¡Feliz año nuevo!– se murmuran mutuamente.
Antonio tuvo la extraña sensación de sentir deseos de llorar, pero se le pasó en seguida y se fue a dormir.

Postal 06
Todos los adultos hablan a los gritos. Varios parecen estar, si no en pedo, bastante entonados. Hablan del clima; siempre se comienza hablando del clima, luego de política, más tarde de la familia, el amor; finalmente de la amistad que los une.
Antonio piensa que sus padres y los amigos de sus padres son todos unos viejos ridículos. Él espera que se hagan las doce para cumplir con la obligación familiar y poder salir con sus amigos. Posiblemente ella vaya esta noche al boliche.
–¡Feliz año nuevo!– gritan todos levantando las copas.
Antonio brinda, saluda a uno que otro tío, pide plata a su padre y sale de su casa.

Postal 07
–¡Feliz navidad Don Antonio!– le grita la enfermera que se acerca por atrás de la silla de rueda.
Antonio no responde. La cabeza sobre el hombro derecho y el vaso derramado en el piso.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Balance de fin de año.

     El balance de fin de año es una decepcionante estupidez.
     En la medida en que se aproximan las fiestas y el uso indiscriminado del alcohol y las comidas hace que llegue poco oxígeno al cerebro y la gente se lance a decir estupideces. Comienzan a aparecer en las redes sociales enunciados que empienzan con encabezadores tales como "En este año" y luego viene una especie de evaluación que oscila entre la subjetividad y el maniqueísmo... Siempre primero van los enunciados que podríamos determinar como axiológicamente negativos para arribar luego al maravilloso nexo adversativo "pero" con la confianza casi ciega que este cumpla con su tarea habitual de aniquilar las proposiciones anteriores en pos de una última proposición que en este caso es afirmativa, positiva y universal.
     Muchos de los que estamos en este tema de la educación sabemos más que otros de lo inútil de las evaluaciones de cierre ya que en las mismas no se puede apreciar el camino, el proceso. Llegar a fin de año y ponerse a evaluar (en frío) las acciones y posiciones tomadas durante el año, descontextualizadas, es no sólo inútil sino pavote.
     Todos sabemos que esos balances no son legítimos ni veraces. Es sólo una fantochada más de estas fiestas junto con sus regalos innecesarios y sus lágrimas gratuitas.
     Volvamos a la simpleza.
     Júntese con quienes quiera, coma, beba, celebre y deje de hacerse el metafísico y de darle de comer a los comercios.
     Mañana, luego de la resaca, trataré de escribir algo más elevado que esto. Por hoy, ¡Felices fiestas! y disfrute de la vida que ayer ya pasó y mañana será otro día.

martes, 16 de diciembre de 2014

Ficción

- Entonces me mentiste - le reprocha ella.
- No.
     Piensa en explicarle que una mentira es un enunciado que va en contra de lo que se sabe o de lo que se piensa; que en cierta medida lo contradice. Y definitivamente, lo que él hizo no fue mentir.
- No fue una mentira, fue una ficción. - corrige tranquilamente.
- Vos y tu puto lenguaje... es lo mismo, decilo como quieras; pero me engañaste... - entre sollozos.
- Sí, te engañé. - Piensa en explicarle la diferencia entre ficción y mentira. La ficción no tergiversa la realidad; crea una realidad distinta. Obvio que para crear esa realidad emplea elementos de la realidad contingente pero no la contradice. Es una realidad paralela, más cómoda, más interesante, nada más que eso.
     Todo eso pensó, pero no dijo nada. Ella se fue llorando, conforme con la ficción que había fabricado de esa relación, distinta a la que había fabricado él aunque menos conscientemente.
- Sos un mentiroso. - se escuchó el último portazo.
- Soy un creador. - pensó él.
     Se quedó un rato quieto como para capturar el momento que sin dudas sería repetible. Debía estudiar, mañana tendría el examen y bajó la cabeza hacia el libro para tratar de comprender a esos estructuralistas rusos que hablaban de la literatura tan en difícil...

lunes, 8 de diciembre de 2014

te elijo o me elegís...

Hay  veces en que uno no elige su forma de hacer arte sino que la forma de hacer arte te elige a vos.
Cuando leía historietas llegó a mí una versión de "Los hermanos Karamasov" en Skorpion hecha andá a saber por quién y varias, me hice fanático, de Jean Giraud (para muchos conocido como Moebius) herencia de las Fierro de mi hermano.
Cuando quise leer poesía me acercaron Prevert, Girondo y Vallejo, amigas que me signaron más que otras.
Cuando comencé a leer narrativa me dieron El Proceso y La Metamorfosis de Kafka (mi hermana); Crímen y castigo de Dostoievski (un amigo).
Cuando comencé a hacer teatro hice, con mi primer maestro, "El Desatino"; con el segundo, "el público" y con el tercero, "El jardín de los cerezos".
Todo lo que he vivido estéticamente es un acto de rebeldía, es Ribaud, es Artaud... No elegís el arte que hacés, el arte te elige a vos.
Y no tenía 18 y estaba elegido.

Y si, como la fea del baile, nadie te saca a bailar... alguna mirada tenés que echar para que alguien te elija.

Losing card

«Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento»
Jorge Luis Borges en "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz"


   Una muchacha sentada en un sillón con un vaso de jugo en la mano. El pote de helado abandonado y chorreando humedad sobre la mesa ratona de vidrio. Un cigarrillo armado que se apagó solo, abandonado en el cenicero. Una película en blanco y negro, argentina. Una gota color lágrima en su mejilla.

    Mira el reloj. La hora laboral no termina. Se acomoda el pelo. Hoy se siente linda.
    Se ha levantado temprano a caminar, ha tomado sol de la siesta en largos tragos de pileta. Hoy se siente bella.
    Saluda a todos con más simpatía que la habitual. Ella es simpática. Hoy más.

    Han quedado en salir con Ella después del trabajo. La amistad con Ella ha ido creciendo este último año en la medida en que se ha sentido sola; en la medida en que se ha sentido traicionada, secuencial y sucesivamente traicionada. Primero su amiga, luego su compañera. Pero ahora tiene otra amiga, quizá otra compañera.
    La sonrisa, su sonrisa, se tuerce en un rictus cuando piensa: "La gente traiciona", como parte de las características inherentes al ser humano.

    "Qué bicho de mierda el ser humano." Eso piensa mientras sonríe. Duele sonreír.

    El día ya termina. Uno tiende a decir que el día termina cuando terminan las obligaciones y aún nos quedan horas para seguir siendo nosotros mismos. Para comenzar a ser nosotros mismos. Entonces, el día termina y por eso aun quedan horas del día para poder salir con Ella, su amiga, y charlar y ponerse al día y jugar ese juego de escuchar y ser escuchado, o simular ambas cosas, eso depende.

- Hola.
- Hola.
- ¿Vamos?
- Vamos.

    Salen del trabajo de ambas contentas de que el día termine y aún les quede día (aunque es de noche) para ser.
    Van en el auto de Ella a un bar. Ella va en auto siempre. Ella vive muy lejos del trabajo para ir caminando o en bicicleta.
    Charlan o soliloquian simultáneamente. Una detiene la conversación...
- Esperá, tengo que enviar un mensaje.
    Ella la mira y sonríe. Y aprovecha la distracción para sacar de silencio su teléfono.

    "Qué pena que las personas no tengan función «silencio»", piensa una de las dos... no puedo identificar cuál de las dos; quizás fue alguien de la mesa vecina.

    Ella tiene un llamado perdido. Tantas cosas se nos pierden y nunca las contamos ni las percibimos... Los malditos teléfono actuales cuentan las llamadas que «perdimos», con sabor a «perder», a no ganar, a que deje de ser nuestro algo que nos es propio, a desaprovechar, a balde al que se le escapa el agua, a pelota que poco a poco se va quedando sin aire; el teléfono cuenta que perdemos si no estamos conectados, perdemos el partido con la vida, perdemos vida... Ella únicamente no había recibido una llamada y el teléfono le avisaba que estaba perdida y que era difícil que se pudiera encontrar.

- Ya está, si no enviaba este mensaje después era muy tarde.- sonríe.
- Me tengo que ir.- no sonríe.
    "Seguramente es Él", piensa. Ella tiene algo con Él y aunque no conoce a Él puede imaginarse que hay algo complicado, como que debe ser un hombre casado o algo así. Entonces no dice nada. El amor es complicado para aquellos que aun creen en él.

    Ella pasó por una heladería, compró medio kilo de helado, la llevó hasta la casa y la dejó en la puerta, sola, con un pequeño balde de telgopor en las manos lleno de helado.

    Abre la puerta. Aún se siente linda. Todavía está de buen humor.

    Dicen que los seres humanos podemos ser definidos sólo por una acción, que hay una acción en toda nuestra larga vida que nos define, que nos encuentra, que nos despierde. Gregorio se despierta escarabajo, Tadeo se enfrenta a sus compañeros, Rodion toma un hacha; un solo hecho, una sola acción y toda nuestra injustificada existencia se explica.
    Y esta noche...

    Apenas entra, guarda el helado en la heladera (como corresponde a las leyes de derivación). Se dirige, a sabiendas, a un cajón donde guarda un fragmento de tiempo. Se detiene.

    Antes debe acomodar, arreglar, preparar la escena. Luego tendrá hambre así que está bien guardado el helado. El sillón frente al televisor. Busca y se pone la remera más rotosa y que le parece más coincidente con su idea de hippie rebelde, cuidadosamente deja que el cuello caiga descuidadamente descubriendo el hombro. Se siente linda. Se descalza porque calza más con la imagen que se quiere dar. Planea todo como si hubiera cámaras filmándola.

    Ahora, nuevamente, pero esta vez no se detendrá, se dirige al cajón del tiempo olvidado y saca una pequeña bolsita que envuelve una maza apelmazada de hiervas y unas semillas como de pimienta. Se sienta en el sillón y sobre una mesa ratona, sobre una hoja de agenda desgrana con los dedos el cascote de yuyos que guardaba la bolsita. Pone al lado una cajita roja con la palabra «smoking» en letras doradas y saca un rectángulo de papel; se cuida que una franja un tanto más oscura quede hacia arriba y del lado de afuera. Echa adentro lo trabajosamente desliado. Enrolla el papel sobre sí mismo y sobre la hierva. Saca la lengua y humedece la franja oscura. Tuerce las puntas. Guarda el resto. Se acerca un cenicero. Enciende un extremo u fuma apaciblemente.
    Está todo montado, todo listo, la escena preparada, tal y como a ella le gusta. Todo controlado. Sólo falta el efecto.

    Segunda seca. Espera comenzar a marearse...
"No pasa nada.", piensa.

    Tercera seca.
"Esto tendrá vencimiento"

    Cuarta seca.
"No puedo ser más salada."

    Se para y abandona el cigarrillo en el cenicero. Se dirige a la heladera para ver si hay algo de alcohol para que colabore con el efecto esperado.
    No hay.

    Se prepara un vaso de jugo Saldan de pomelo con agua (tampoco tiene soda). Se lleva al sillón el pote de helado y el vaso de jugo. El pucho la espera encendido. Otra seca. No pasa nada.
    Se sienta.

    Ya no se siente tan linda ni tan simpática.
    Y ahí se queda, tomando un trago de jugo, una cucharada de helado, mirando el "volver" una película argentina en blanco y negro.

    Me cuenta.
    Yo pienso la imagen final y me parece una imagen tan precisa, tan poética, tan plurisignificante.

- Está bueno para escribirlo.
- Hacé lo que quieras.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Frases hechas e Internet

Me siento frente a la PC y pienso una frase:
"El que más corrige siempre es el que menos sabe"

Me gusta la frase, me parece verdadera y tiene ese efecto del aforismo que, aunque viaja en la superficialidad, suena profundo.

Voy a escribirlo pero me detengo.

Soy docente y paso corrigiendo muchas horas de mi vida entonces creo que la frase me perjudica. Aquieto mis dedos sobre las teclas. Miro hacia arriba a ningún lugar, simplemente porque me ayuda a pensar.

Finalmente escribo:
"El inteligente saber callar lo que no le conviene".

Después de publicarlo me doy cuenta que más sabio hubiera sido no publicarlo.

martes, 2 de diciembre de 2014

(...)


Quisiera poderte cerca con tu aroma ausencia
Tras el silencio perdido, lleno de ruido el tiempo
Y el imposible es un posible boicoteado e incierto

Quisiera cerca poderte suprimir tu ausencia
Sabiendo tras el callado ruido de tus labios besos
La posibilidad del imposible que fracasado quiero

Quisiera como el dramaturgo verte en gris de…
Sabiendo del rojo mudo de tu desmudo cuerpo
Posible-imposible dentro de mis brazos…

Silencio.
La rima es imposible,

Porque imposible quiero.