viernes, 25 de septiembre de 2015

La inconferencia

– Sí, sí; es así.– bala el auditorio.
El sacerdote de lo nuevo
vuelve con lo viejo
y vaticina apocalípticos destinos.
– Sí, sí; es así.– bala el auditorio.
Si hasta parece contento
de decir «sí» a tanta premisa
de futuro desastroso.
– Sí, sí; es así.– bala el auditorio.
Nunca entenderé la vocación
de San Juan que tienen las ovejas.
– Sí, sí; es así.– bala el auditorio.
Y contentos van hacia su amo
a que esquile su destino,
temerosos de apocalípticos Otros.
– Sí, sí; es así.– bala el auditorio.
El sacerdote de lo nuevo
vuelve con lo viejo.
Y yo ahí sentado,
cumpliendo con formalidades que no quiero
escuchando apocalípticos infiernos
en boca de chamanes del prejuicio
que se esmeran en vaciar cabezas vulnerables.
– Sí, sí; es así.– bala el auditorio.
Y yo ahí sentado…

no hago nada…

lunes, 21 de septiembre de 2015

Ni tiranos ni demagogos


Los docentes de las expresiones artísticas
(del pincel a la máquina de escribir)

Hay docentes demagogos que nada enseñan estos docentes porque todo el saber que ofrece el docente al alumno el alumno ya conocía el saber que ofrece el docente al alumno.
Hay docentes que desprecian y nada enseñan porque están allá, del otro lado y con una madre conocida.
Algunos, pocos y muchos, muy amigos de los extremos en algunas cosas pero no en esta, buscamos un medio. No dar lo que nos piden sino algo nuevo, algo distinto y que, en alguna medida, haya destruido los medios («medio» de tibio que va a ser vomitado por cóleras divinas) de una época.
Hay que enseñar gigantes donde los enanos puedan pararse para decir que son gigantes aunque a los alumnos les llame más la atención los enanos porque no conocen nada de pies de barros ni de iceberg.

Algunos docentes, pocos y muchos, buscamos esa justa medida
que algunas veces, pocas y muchas, funciona como puching ball del aburrimiento;
que algunas veces, pocas y muchas, es un imposible;
que algunas veces, pocas y muchas, nos brinda grandes satisfacciones;
que algunas veces, pocas y muchas, va en contra de lo que les dicen el resto de las instituciones.

Algunos docentes no somos tan queridos como otros…

Algunos docentes no somos tan odiados como otros…

Algunos docentes sólo somos docentes
y con eso nos alcanza.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Leyendo Apunte callejero de Girondo

Apunte callejero[1]
«En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido de los automóviles destiñe las hojas de los árboles. En un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par en par una ventana.
Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...
Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía.» (Girondo; 1992; 63)
En este poema pueden apreciarse todas las características del Ultraísmo y de las vanguardias en general:
Claramente se ve una disposición diferente a la poesía tradicional: la escritura en prosa y la ausencia de rimas o aliteraciones. En la primera estrofa se percibe un amontonamiento de imágenes fragmentarias de una caminata y la ausencia de nexos que articulen esa enumeración con algún orden lógico: la familia-la muchacha-el humo de los autos-el hombre que abre la ventana. Nada parece más o menos importante y ninguna cosa parece tener relación con otra.
Tampoco se aprecia que el poeta exprese sentimiento alguno, a no ser el que uno puede obtener de ciertas inferencias culturales: el color gris con la tristeza o la alienación, la belleza en la mirada de los otros traspuesta en la bizquez de los senos y expresada en la sonrisa de las mesas. 
Esta última es una imagen de obvia connotación sexual aunque lo cotidiano de una muchacha mirada por los habitantes del bar anula el tradicional erotismo romántico de la poesía del siglo anterior.
En todo el poema solo hay dos adjetivos: gris y bizcos. Hay una notoria preferencia por determinar los sustantivos mediante modificadores indirectos: «de un café», «de los automóviles», «de los árboles».
Quizás donde más se note esta percepción fragmentaria de la realidad es en la enumeración de la segunda estrofa: «los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas.» en donde se emparentan (como en cierta enciclopedia china de Borges) elementos de distintos órdenes que sólo pueden ser integrados en la mirada del poeta.
El poema está constituido por una sucesión de metáforas que atrapan esa realidad en fragmentos y todos los fragmentos-metáforas son presentadas al lector yuxtapuestos como en una pintura cubista.
La afectividad, anulada en la sustantivación del poema reaparece en la metáfora del «lastre» que en una clara personificación se suicida «entre las ruedas de un tranvía». Posiblemente el mismo tranvía que el lector está usando cuando lee «veinte poemas para ser leídos en un tranvía».
Siempre imaginé, esto es una apreciación personal, que el lector levanta los ojos del libro y ve, al lado del tranvía, pasando fugaz, la mirada del poeta que ha levantado justo los ojos de su bloc de apuntes.




[1] Girondo, Oliverio (1972); Veinte poemas para ser leídos en un tranvía”. En Obra de Oliverio Girondo (1992). Editorial Losada Bs. As.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Día del maestro...

–Hola.
–Hola
–¡Feliz día! Profe.
–Gracias… Hoy, en realidad, es el día del maestro. El 17 es el día del profesor.
–Ahhhh… ¿Y...?¿Cuál sería la diferencia?
–Bueno, que el maestro da en primaria y el profesor en secundaria…
–Ahhhh… y el profe o el maestro de educación física o el de inglés o de música, ¿qué onda?¿qué son?
Pienso en si hay algo más que distinga maestros de profesores y respondo apurado, sobre el pucho, como para responder algo.
–El maestro prioriza lo afectivo y el profesor lo intelectivo… el maestro sabe un poco de todo y el profesor sabe mucho de una sola cosa…
–Ah, entonces hay muchos profesores que son maestros y muchos maestros que son profesores... me retruca calmado.
Lo pienso:
–Sí, sabés que sí…
–Bueno, feliz día…
–Gracias…
–El 17 lo saludaré de nuevo…
–Gracias…

Y fue un piropo que me gustó mucho.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Y esta puta educación que anda para la mierda...

Leo en la publicación de una amiga una persona decir que el problema es «la educación», que se está aprobando a todos, que no hay nivel y toda esa sarta de frases hechas que oímos constantemente y de las que nadie puede dar una prueba fehaciente pero que todos repiten porque está de onda decir boludeces sobre la educación.
¿Y quiénes hablan? Habla el comunicador social, que por cómo se expresa bien podría volver al colegio; lo dice el padre que sería incapaz de ayudar a su hijo en la mitad de las actividades que trae del colegio; lo dicen políticos que recomiendan educar a cintazos y demuestran un bagaje cultural que hacen a uno tener tantas ganas de darle con el cinto cada vez que hablan y, lo más triste, lo dicen los docentes crédulos de un discurso mediático e incapaces de salir de su yoica respuesta de «yo lo sé, lo deben saber todos».
En una reunión escolar declaro: me reuní con los amigos de mi promoción y estoy seguro que no aprobaría ni a la mitad de ellos si fueran mis alumnos; dejemos de decir boludeces, los alumnos de hoy no salen tan mal formados como dicen los medios. Me miraron desconcertados, creo que algunos, por suerte, lo pensaron… otros no.
Propongo a todos un desafío; junten a su promoción completa, que no falte ninguno para ese evento «y que no se preocupen por lo regalos». Siéntense en una silla y pónganse a solucionar pruebas al azar de las distintas disciplinas de quinto año del secundario. Sí, esas mismas evaluaciones que ustedes dicen que son muy fáciles y que aprueba cualquiera… ¿quién se anima?
Bueno, sumen a eso que ahora tenemos una población (por suerte) mucho mayor. Y aprueban en esa educación tan mediocre y tan falta de cintazos que ustedes (muchos seguramente desean la vuelta del servicio militar para que se les haga hombre su hijo) muchos más que los adultos porque critican pero seguramente no serían capaces de superar el 70 % de las evaluaciones.
Saquémonos las caretas…
¿La educación está en crisis?
Sí, por supuesto. Acá y en cualquier lado de este bendito mundo.
¿Dónde hay menos problemas?
En dos sitios: en los países en donde la distribución de la riqueza no es tan desigual o en los países que están dispuestos a dejar fuera de la educación a una franja muy importante de su población. No hay otra alternativa: o lo uno o lo otro; optar por uno de esos lados es optar por una política.
Sería importante pensar que todos los que quedan afuera del sistema educativo se convertirán inevitablemente en esas horrorosas estadísticas de inseguridad que tanto los asustan.
Seamos por una puta vez honestos; me he recibido con personas que no han leído un solo libro en todo su pasar por el secundario, que serían incapaces de la mínima abstracción y que sin embargo están vivos, son buena gente y capaces de muchas cosas.
Siempre cuando llegamos a esta parte de mi argumento está el idiota que sugiere: «entonces el colegio no sirve para nada». Otra estupidez que solo comprenden los que han hecho estudios más allá de la secundaria.
Los estudios son puertas, te brindan un colchón cultural sobre el que podés operar para adquirir nuevas cosas; pero a aprender, se aprende en la función. Se aprende a ser maestro pero a ser maestro se aprende dando clases… y bueno, luego de eso vienen toda una serie de opciones éticas que cada uno decidirá y que es muy largo para tratar acá.
¿Qué da la educación?
Un tramado de textos, palabras y discursos… y un comportamiento y un valor al saber y muchas cosas más que son imposibles de ser enunciadas en un solo sustantivo.
Pero está de moda decir que la educación es una mierda y, ya que estamos, digámoslo… sin un argumento legítimo, basados solo en prejuicios… o lo que es peor, solo por el hecho de que no coincide con la nuestra.
Y en ese decir por decir sin siquiera pensar lo que se está diciendo se hace mucho daño, se juega a favor de un sector de gente que piensa que la solución radica, como dijimos, en dejar afuera a muchos (creo que deberías darte cuenta que ese «afuera» te incluye).
Insisto, vos elegís; pero pensá antes de hablar. Después, volvé al colegio, pedime una evaluación y sentate a hacerla, tenés 80 minutos para demostrar tu valor…
¿Eso querés? ¿más exigencia ahí?
Mis hijos han sido capaces de enseñarme muchas cosas, no porque su escuela fuera mejor que la de tus hijos sino porque he sabido escucharlos.
Agradecería a esos padres, que meten fichas en contra de la escuela constantemente, piensen que, en realidad, a quien perjudican es a su hijo. Le están quitando valor a muchos aprendizajes que ustedes ni siquiera soñaron tener.
¿Que hay problemas y aún falta mucho por hacer?
Sí, por supuesto… pero ¿qué este es el camino?
Sin dudas, por más contradicciones y dificultades que encontremos; comenzaremos a desandarlas, pero este es el camino…
¿Te queda alguna duda?

Bueno, deja de confiar en los medios y en los discursos de bar y quitátela… averigualo por vos.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Sin ganas de mirar...

Lo veo una vez:
                               me impresiona, me afecta.
Lo veo dos veces:
                                 me preocupo, me interesa.
Lo veo cuatro, cinco, seis veces:
                                                           me regocijo en el morbo de la fatalidad.
Lo veo unas cien veces:
                                           me inmunizo, lo naturalizo, deja de importarme.
Lo veo unas cien, unas quinientas:
                                                           ¡Oh, ya es comedia!
Y de pronto una sociedad de muertos vivientes
                 comenta indignada
                 lo que ya no siente...

Entre vino y vino riendo
hablan de un niño muerto.