martes, 26 de abril de 2016

Sentido

No tengo ganas
de nada.
No sé lo que quiero
ni quiero saberlo.
No estoy deprimido
ni pienso estarlo.
Solo un vacío me anida;
Como en esos días,
que como hoy,
no tengo ganas.

Y salgo
confiado en que nadie
se da cuenta de nada
y que no importa
porque mañana
pero mañana
quizás mañana
sólo sea miércoles
y con eso basta
para seguir.

No hay días sin sentido.
Hay días que te das cuenta
que ningún día
tiene sentido.

Y es la mañana…
Y uno sale…
vestido de día
y con eso basta.

¿Para qué buscar más?
Si la angustia es buscar
en los cajones vacíos
lo que no hemos guardado.

No tengo vergüenza
de no tener ganas
ni nada me falta.
Las palabras no llenan
los silencios del alma,
ni los cuerpos rellenan
los huecos que faltan.

Sólo sentarse solo
y mirar para adentro
y sentir que el sentido
es sólo un placebo.

No temer el vacío.
No temer el silencio.
Y hacer recorrido
y recorrer sin sentido.
Y saber que este fragmento de nada
que sale cada mañana
no necesita sentir un sentido
para seguir el camino,
caminar rumbos nuevos;
tomar atajos y alargues
y percibir que a lo lejos

sólo espera la Nada.

sábado, 23 de abril de 2016

Machismo

       Una frase hecha… pero necesaria. Un pensamiento de sábado acomodando y lavando ropa y pasando pisos:
No importan las pancartas y las marchas. El día que a una mujer que coge con la misma frecuencia, por los mismos motivos y del mismo modo que un hombre dejen de llamarla puta, ese día, sólo ese día, podremos decir que se terminó el machismo.

martes, 19 de abril de 2016

Harto de la lluvia







Llueve hasta el hartazgo
Cansado ya del llanto de este cielo
que de tanto ya llorar
se quede seco.

No agradezco esta jauría de gotas
Que devora con su paso los terrenos
Ni ese río desbocado que en su abrazo
Arrasa con los muebles y los sueños.

Esta lluvia macondiana que no frena
Nos tiene a todos con las pelotas llenas
Y la humedad que se huele a cada paso
De la ropa que en su capricho no seca.

El fastidio de las caras enmohecidas
Y el quejido de los autos oxidados
El sonido de rodillas entumecidas
Y este dios que juega con dados cargados.

Los vientres ya repletos de parásitos
Los mosquitos florecientes por las casas
El agua que no baja, se hace barro
Lodazal, barrera inmunda de la muerte.

Y la gente ya no habla ni espera
Que la esclusa de este cielo nos de tregua
Sólo queda el chiste y los poemas huecos
De anegados romanticismos en silencio.

Llueve hasta el hartazgo
Cansado ya del llanto de este cielo
que de tanto ya llorar
se quede seco.








lunes, 18 de abril de 2016

Apreciaciones sobre el discurso mediático





Los medios hablan empleando juicios categóricos y la gente cree. Muchos se expresan buscando razones, causas, argumentos y las personas dicen que son pedantes, que se creen dueños de la verdad.

¿Por qué pasa esto?¿Es más fácil aceptar una verdad como tal que pensar y construir la verdad de entre una serie de enunciados?
La liviandad y superficialidad con la cual los medios emiten juicios sobre todo sin explicitar la mínima razón de ese juicio no me sorprende. Me asusta, sí, la aceptación general de esos juicios por una parte muy grande de la sociedad.
Trato de entender, trato de pensar el porqué.
Quizás el discurso mediático se ha configurado de una manera asimétrica con respecto a los discursos de los sujetos y de otras instituciones. Este orden de discurso regulador que antes tuvo el discurso religioso, después el discurso jurídico, luego el discurso académico, en algún momento el discurso clínico… hoy lo tiene el discurso mediático.
Si continúo pensando en esta relación del discurso con los órdenes sociales también me doy cuenta de que siempre estuvo vinculado con el poder político y económico. Siempre el discurso fue de unos pocos que afectaba la subjetividad de todos y los que son incapaces de aceptar este orden del discurso son perseguidos, asesinados, encerrados o simplemente excluidos.
En mi espíritu principalmente democrático pienso en por qué no se habilita la palabra a los sectores mayoritarios pues el simple hecho de que sean mayoritarios le otorgaría la fuerza para imponerse sobre estos discursos minoritarios.
Pero también me doy cuenta de que la funcionalidad del discurso minoritario sobre las mayorías tiene que ver con haber logrado la aceptación de ese discurso por parte de la mayoría; la aceptación al punto de considerarlo propio.
¿Cómo hace eso el poder?¿Qué mecanismos usa para naturalizar en las subjetividades un discurso que le es ajeno a esa subjetividad y que incluso muchas veces (si no la mayoría) le es desfavorable?
Tiene que haber en la estructura discursiva elementos reconocibles que permiten a un discurso imponerse sobre otro. Y si siempre el poder político y económico lo ha logrado es porque esos dispositivos de control son estable, no varían con el tiempo como puede parecer a simple vista.
También es notorio que hay elementos comunes en las subjetividades que hacen que estos mecanismos funcionen de manera semejante ya que son excepcionales y no comunes las alternancias discursivas.
Sin duda estos dispositivos están vinculados a la circulación y a la construcción y no a las subjetividades que los generan.
Puede ser que la minoría dominante lo maneje, incluso, de manera intuitiva sin darse cuenta de modo consciente de su empleo. Puede ser que el discurso ordene los cuerpos antes de que estén los cuerpos habitando ese discurso.
Esta última hipótesis implicaría que la naturaleza del discurso es superior a los sujetos que lo habitan y entonces yo me encontraría haciendo un trabajo inútil.
Espero que no.
Una característica común de este discurso ordenador es el empleo de juicios categóricos con absoluta seguridad sobre la validez de los mismo; no hay razones pensadas, es así porque es así. Enunciado que la historia no ha demorado mucho en desmentir.
El juicio expresado como verdad da seguridad y tranquilidad al oyente aunque este carezca de fundamentos. Y pienso esto porque los únicos que han podido enfrentar el poder también se han expresado en forma de juicios categóricos.
Otra constante es la evocación a la tradición perdida y el desrrumbo actual. Eso no es nuevo, lo han usado desde tiempos de Horacio e incluso puede ser que antes.
También es común identificar un enemigo que presente diferencias culturales con la mayoría. A este Alter se lo responsabiliza de todo los males que sufre la nación. Si la diferencia puede apreciarse simplemente con ser vista, color de piel, vestimenta, mucho mejor.
Otro elemento común es que el enunciador se erija como sujeto de éxito. Y si ese éxito se logró tras surcar adversidades semejantes a las que sufre la mayoría, es óptimo aunque no indispensable.
Es necesario que el hablante use el nosotros inclusivo y parte de elementos claramente identificables por el oyente, en preferencia cosas incómodas o que lo molestan.
Creo, luego de pensar todo esto que sería necesario desconstruir un discurso para evidenciar algunos elementos expuestos y otros que se me están pasando. Lo esencial, para el poder, es producir eso que Gramsci llama discurso hegemónico y creo que ponerlo en evidencia podría ayudar… o no.
Cuando tenga ganas… y tiempo… y pueda salir de mi propia alienación… continuaré esta idea.

Creo.









domingo, 17 de abril de 2016

El autor en el cuento «Borges y yo» de Jorge Luis Borges.

Este cuento de Borges, como todo texto de Borges, escapa a la simplificación categorial. Sin dudas es un cuento pero cuestiona mucho la posibilidad de ser definido como tal dentro de los parámetros clasificatorios tradicionales. Para poder hablar de cuento en este texto uno debe pensar en el giro que el mismo Borges hizo (junto con todos los escritores del fantástico argentino –Bioy, Cortazar, etc.–).
Influenciado en la escritura de Macedonio es un texto que se construye narrando su escritura. Borges planteó claramente ese lugar de la literatura y del autor en «la biblioteca de Babel» que luego retomaría en forma teorizada y brillante Foucault en su texto «el lenguaje al infinito».
«En la Biblioteca de Babel todo lo que puede ser dicho ya ha sido dicho: se pueden encontrar en ella todos los lenguajes concebidos, imaginados, e incluso los lenguajes concebibles, imaginables; todo ha sido pronunciado, Incluso lo que no tiene sentido, al punto que el descubrimiento de la más exigua coherencia formal es un azar altamente improbable, cuyas numerosas existencias, sin embargo obstinadas, jamás han sido favorecidas. Y, no obstante, por encima de todas estas palabras, un lenguaje riguroso, soberano, las recubre, las cuenta y a decir verdad las hace nacer: lenguaje apoyado contra la muerte puesto que es en el momento de caer en los pozos del Hexágono infinito que el más lúcido (el último, en consecuencia) de los bibliotecarios revela que también el infinito del lenguaje se multiplica al infinito, repitiéndose sin término en las figuras desdobladas de lo Mismo.» Foucaul (1994)
El narrador del texto es una primera persona que habla de una tercera persona que es el mismo y a la vez Otro. Un sí mismo que lo supera y al que pertenece.
«Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro.»
Se presenta un Borges personaje que se anticipa al Borges autor y es absorbido por este. El procedimiento es muy claramente el «Aufhebung» hegeliano en el cual el espíritu logra la alteridad para luego absorberla y conocerla en un proceso contradictorio de «anulación, superación y conservación».
Se puede apreciar cómo el personaje se dice hacedor de los poemas, luego los cuentos de arrabal y finalmente los cuentos fantásticos que atribuimos al Borges escritor a la vez que reconoce que ya no le pertenecen.
«(…) la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges (…) Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas (…)» Borges (1960)
Borges dice que va a persistir en el otro Borges pero queda en nosotros preguntarnos si el otro Borges tendría entidad sin este. La creación crea a su creador, le da existencia como en «Ruinas circulares»; el creador se reconoce creado sólo después de crear.
El autor físico cobra existencia cuando ingresa a la biblioteca, pero ingresa a la biblioteca cuando entra en relación con otros textos y se convierte en autor textual.
Claro que queda algo insoslayable, la escritura de Borges no es la escritura de cualquier otro escritor. Borges se constituye en la literatura nacional como un «instaurador de discursividad» (robo este concepto del texto “¿Qué es el autor?” de  M. Foucault.)
«"iniciadores de prácticas discursivas", no sólo hicieron posible un cierto número de analogías que podían ser adoptadas por textos futuros, sino que también, y con igual importancia, hicieron posible un cierto número de diferencias. Abrieron un espacio para la introducción de elementos ajenos a ellos, los que, sin embargo permanecen dentro del campo del discurso que ellos iniciaron.» Foucault (1966).
En conclusión, el cuento se inscribe en la tradición de la literatura autorreferencial y autonómica que convierte a la literatura y el proceso de escritura en el tema de la literatura permitiendo así que surja nuevamente el autor pero esta vez no afuera sino adentro del texto. Este juego instaurado por Borges, desde el momento en el cual hablaba de Macedonio hasta cuando inventó a Pierre Menard o John Wilkin, es parte de esta díada creador-creado.
En este cuento, Borges se independiza de influencias, el texto hace referencia a una biblioteca que le permite constituirse como literatura pero esta biblioteca tiene nombre y apellido: Jorge Luis Borges, porque Borges ya se sabe parte del canon y la importancia del lugar que ocupa en la biblioteca.
Para entender lo que intento plantear creo que es necesario pensar en el «autor-función» del que habla Foucault en su texto y por eso «deberíamos preguntar: ¿bajo qué condiciones y a través de qué formas puede una entidad como el sujeto aparecer en el orden del discurso? ¿Qué posición ocupa? ¿Qué funciones exhibe? y ¿qué reglas sigue en cada tipo de discurso? En pocas palabras, el sujeto (y sus sustitutos) debe ser despojado de su rol creativo y analizado como una función, compleja y variable.»
En definitiva, el autor existe en función del texto que escribe y la posición que ocupa en el orden del discurso. Algo que “Borges y yo” lo pone claramente en manifiesto.

(El dibujo de Borges es del genio de Rep.)
El cuento se puede leer acá: Borges y yo 



Bibliografía:
Equipo Especialización (2016). Modulo Didáctica de la Teoría Literaria. Clase 2. El autor y el problema de la intención. Especialización en Enseñanza de Escritura y Literatura para la escuela secundaria. Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.
Foucault, Michel (1992) “El orden del discurso”. Tusquets Editores.
Foucault, Michel (1994) “El lenguaje al infinito” en “De lenguaje y Literaura”. Paidos.
Foucault, Michel (1998) “¿Qué es el autor?”. Litoral.
Borges, Jorge Luis (1960) “Borges y yo” en El hacedor, Buenos Aires, Emecé.




sábado, 16 de abril de 2016

Oda a la Distancia



La Distancia
Remedio y mal que está ahí
Tan cerca de tan lejos
Tan otro de tan yo
Tan no te quiero porque te quiero
Tan cuídate de mí que no soy bueno
Tan buscarte con deseos de no encontrarte.

La Distancia
Irremediable
Irrefrenable
Calma, tranquila y justa
Distancia.

La Distancia
No pide ni da razones
Más efectiva que Clonazepam o que Prozac
Pero más cerca de la filosofía que los dos anteriores
Más cerca del río heraclitiano de la incertidumbre.

La Distancia
remedio y mal
Necesaria
Estrafalaria
La Distancia.

Bella Distancia
De todo y todos
Fría distancia
Y está ahí
Tan cerca y distante
La Distancia.

La Distanancia
Es una forma de pensamiento
Es una forma de sentimiento
Informe e informa
La Distancia.

Cuando nos acercamos
Cuando nos vamos
Siempre está ahí
Distante
Distanciada
Distendida
La Distancia.

La Distancia
Esencial
Ontológica
Integradora Distancia
Que separa el yo de lo Otro
Y te integra
Allá lejos
A la distancia.







jueves, 14 de abril de 2016

Lo aburrido no muerde

Charlo con colegas sobre el «aburrimiento» porque los pedagogos de medio pelo insisten sobre la necesidad de divertirse para aprender.
No niego que con un juego se aprenda pero no todos los aprendizajes se hacen jugando. Del sufrimiento también se aprende y mucho, pero yo no voy a hacer sufrir a un alumno para que haga aprendizajes significativos (creo).
Hay muchas cosas para aprender y cada objeto de aprendizaje tiene su modo de ser adquirido, «aprehendido»; algunas cosas no pueden ser aprendidas si no son vividas y otras sí; algunas divirtiéndote, otras no.
Creo que el aburrimiento tiene una injustificada mala prensa y creo que hay razones comerciales que justifican esa mala prensa.
Una de las definiciones de «aburrir» de la RAE dice: «Sufrir un estado de ánimo producido por falta de estímulos, diversiones o distracciones.»
Otra, ya en desuso: «Exponer, perder o tirar algo, especialmente el tiempo». Etimológicamente «aburrir» viene de «abhorrere» («ab-»: sin, «horrere»: ponerse los pelos de punta). Sin dudas se habla de una falta de estímulos externos que nos distraigan, que nos traigan afuera de uno mismo, que nos pongan los pelos de punta.
Lo contrario a aburrirse es divertirse. La palabra «divertir» viene de la palabra latina «divertêre» que significa «dar un giro en dirección opuesta, alejarse» formada por el prefijo «di-» de divergencia y la raíz «vertere» dar vuelta.
Entonces aburrirnos nos obliga a encontrarnos con nosotros mismos; nos alejamos de los estímulos que puedan captar nuestra atención y sólo queda el «dasein» y en esta época tan frugal, tan volátil, tan superficial, ese encontrarse con «sí mismo» parece pecado. Siempre hay que estar hacia afuera, expresar, reír, llorar y todo en público. La obligación no es vivir sino mostrarle a los otros que estamos vivos. Es un mundo en donde la exposición, el mostrase, prima sobre el «ser».
Creo que el aburrimiento no es tan malo como nos quieren hacer creer los mercaderes del divertimento. No creo gratuito que otras culturas hayan valorado el ocio mucho más que la nuestra... ¿o todo lo que se hace debe ser divertido?
Lo mejor que he hecho, lo hice estando aburrido. Cuando me di-vierto estoy tan vertido fuera de mí que no puedo encontrarme... Debemos volver a la pausa, a callar los estímulos externos y volver a encontrarnos (suena medio New Age, pero no es la idea).
Sin embargo, no se le puede vender nada a quien nada necesita, a quien está explorando lo que ya tiene que es su «sí mismo».
El mercado no puede vender lo que sos, entonces vende estímulos externos que te sacan afuera de lo que sos, te di-vierten. Y te dejan sumido en la nada «chupando un palo sentado sobre una calabaza». ¿Para qué? Para después venderte otro estímulo y cada vez estés más lejos de lo que sos pretendiendo ser lo que te quieren vender.
La escuela va a contrarritmo, sí; quizás a destiempo. Pero eso posiblemente eso no sea un defecto, tal vez sea su virtud. Muchas veces me lo cuestiono y es una pregunta que aún no he resuelto. Me parece que es algo que no se debate, están los a favor de divertirse y los inculcadores de obligaciones y yo creo que hay algo distinto que nos estamos perdiendo.
Creo que como sociedad necesitamos discutir esto, necesitamos volver a valorar el ocio, la pausa, el silencio, la nada que nos permite encontrar el todo. Ese quedarnos sentados haciendo nada pero pensando todo.

Pero claro, esta es solo una idea que se me ocurre estando aburrido.







martes, 12 de abril de 2016

Mientras afuera llueve

Mientras afuera llueve, me pienso:


No soy y nunca he sido de los que dan abrazos interminables;
es más, me siento incómodo cuando duran más de unos segundos.
No grito goles desaforados
aunque me haya muerto de ganas de que mi equipo lo haga.
No lloro frente a la tristeza… quizás sí ante la impotencia.
Nunca me enojo cuando pierdo ni pateo los tableros.
Jamás he prometido amores eternos
aunque haya gente que piense lo contrario.
No río a carcajadas con los chistes.
Me parece innecesario cuidar a los amigos…
Digo (pienso), si son amigos lo seguirán siendo.
Las cosas personales son cosas personales
y es muy raro que hable de ellas.
No me interesa el Otro cuando llega en boca de chismosos,
ni cuando habla de más;
sí me concentro en su silencio
o en las palabras que me dice y no está diciendo.
Tiendo mi mano si lo siento
y nunca por obligación
o lo que digan
o lástima…
No sé consolar a los que sufren.
Y no sé si quisiera saber hacerlo.
No me incomodan los silencios.
Jamás me meto en los asuntos personales de otros
ni opino sobre ellos
y espero que los otros hagan lo mismo
aunque sé que es imposible.
Por lo general, no creo en lo que me dicen
y mucho menos cuando me elogian.
Me es difícil expresar la alegría
aun cuando la siento.
Cuando entro en reuniones de gente que no conozco
me arrincono en un lugar y no saludo a nadie;
más por vergüenza que por mala onda.
Trato de no pedir nada
porque no me creo capaz de dar algo bueno.
Tardo mucho en aprenderme los nombres
aunque recuerde las personas.
Nunca he fingido reconocer a quien no recuerdo…
lo he intentado, pero no me sale.
Hablo con quien me habla.
No golpeo ni insulto ni expreso cariño…
lo que no quiere decir que no se note lo que siento.
Es posible que no te hable durante años
o décadas
y luego te trate como si nos hubiéramos visto ayer.
Creo en la bondad de la gente
aunque trato de que no se den cuenta.
Soy muy inseguro respecto a lo que piensan de mí
pero no hago el mínimo esfuerzo por revertirlo.
No tengo muchos amigos
ni pretendo tenerlos.
Me cuesta mucho aceptar ayuda aunque la necesite.
Sólo sé trabajar en grupos que respetan las individualidades;
no creo en los grupos homogéneos.
Puedo trabajar cómodo incluso con gente que no tolero.
Me gusta tomar mates solo.
La soledad es una de mis mejores compañeras.
Huyo de los que hablan constantemente de sus problemas.
Si me dan una posibilidad de resolver una situación sin conflicto,
la tomo aunque no me convenga.
No extraño mi pasado aunque lo haya disfrutado.
Ni me trazo una línea hacia un futuro cierto.
Confío en el sino y en mi suerte
y que en el mundo hay más buena que mala gente.
No me apasiono por ninguna idea
aunque sea capaz de defenderla con fervor.
Puedo argumentar mi idea
tanto como la contraria
lo que no quiere decir que crea en ambas.
Pienso cada uno de mis pensamientos
porque confío en la razón.
Pero no me quedo pensando lo mismo mucho tiempo;
porque sé que cambio de pensamientos de pensamientos.
Jamás he creído que la gente crezca,
sino que se somete a estímulos distintos que lo obligan a reacciones diversas
mi yo de ayer no es mejor ni peor que mi yo de hoy o de mañana
es el mismo yo en distintas situaciones.
Me siento responsable de lo que hago
pero creo que lo que sucede siempre se debe
a lo que hacen todos los involucrados.
No me creo tan poderoso como para sentir el único hacedor;
ni tan víctima como para suponer que todos actúan en torno a mí.
La gente que me conoce sabe que no me defiendo de mis agresores,
ni desdigo lo que digan de mí
aunque no sea cierto.
Solo me apasionan mis hijos, el arte y mi trabajo;
el resto de la vida la transito
porque es una sola
y no quiero perdérmela.
No suelo decir “te amo” con facilidad
porque creo que es una palabra
que como los insultos
pierde su valor en cada uso.
Seré quizás un pescado… un pecho frío…
o solo un tipo, sentado en su casa, mientras su hija juega con plastilina y afuera llueve con insistencia.
Sólo un tipo que escribe un montón de oraciones sueltas,
que sabe que no alcanzan para describirlo
y que algunas de ellas sobran.
Un tipo que está seguro
que muy pocos lo van a leer
y que casi ninguno llegará al último verso.

Alguien que escribe lo que a nadie interesa.

Y esa última oración
que surge del aburrimiento de la tormenta
es quizás la mejor descripción
que pueda jamás hacer de sí mismo.






sábado, 9 de abril de 2016

Cuando...

Cuando la tormenta no escampa,
cuando estás cansado de atarte los cordones,
cuando te tocan tres cuatros y sos mano,
cuando los que no te quieren ganan todos los juegos,
cuando los sueños te despiertan,
cuando la cerveza que te sirven está tibia,
cuando te ponen azúcar a tu mate,
cuando hay más trabajo que vida,
cuando los que te quieren ya no te miran,
cuando no te escuchan,
cuando el día termina antes de que te des cuenta… o tiempo,
cuando te das cuenta que existe el techo,
cuando ahogás las ganas de mandar a la mierda,
cuando te das cuenta qué decir después de cortar,
cuando escuchan lo que piensan pero no lo que decís,
cuando reconocés tu vejez en tus viejos,
cuando llegás a la despensa y está cerrada,
cuando tenés sueño y los vecinos están cantando,
cuando estás solo y los vecinos se fueron,
cuando buscás lo que tiraste,
cuando el programa que buscás no tiene crack,
cuando te acordás del capítulo de la serie ya pasó,
cuando perdés el libro que estás leyendo;
en ese momento y no otro,
uno debe cerrar el paraguas,
ajustar la campera
y salir a campear la lluvia.
Y que golpeé tu cara
Y sentirte vivo
Y saber que eso tiene algún sentido
Aunque lo más probable
Es que nunca adivinemos cuál.