lunes, 11 de septiembre de 2017

Diálogos entre Bella y Bestia

Era tarde y el teléfono suena, como sonó mucho este fin de semana.
Abro la pantalla y leo un mensaje de Bella.
“si estás acá y tenés tiempo, venite a tomar unos mates.”
Junto las llaves y so pretexto de cargar nafta me voy.
“bueno”, respondo.
Voy a llegar tarde. digo en un gesto de gentileza a los propietarios de la residencia.
Al llegar escribo: “toc toc” en el celular y me dirijo hacia la puerta. Abro la reja en el mismo momento en el que Bella abre la puerta de entrada.
Hola
Hola.
Qué lindo verte.
Muy lindo verte a vos.
Nos sentamos uno frente al otro, mesa de por medio. Bella, por siempre bella, como si el tiempo no le pasara, calentó el agua mientras yo parado evitaba sentarme tratando de franquear esa imposible distancia que establece una inútil mesa.
El agua estaba caliente y, resignado, me senté.
Charlamos de muchas cosas y de ninguna. En un momento sentí que el diálogo era casi un interrogatorio sobre mi existencia pretérita. En otro momento quizás yo quise saber mucho de ella.
Es como si tuviéramos muchas vidas.
Tenemos una sola, con muchos sucesos.
Mi nombre, por ejemplo. No me reconozco cuando me llaman por ese nombre.
Yo siempre acorté su nombre de un modo particular y todo mis círculo (para no decir óvalo o caósfalo, se acostumbró a llamarla así).
Yo te pienso y me surge ese nombre y no otro.
Ya sé… el otro día estaba en la marcha de ni una menos y X (menciona un allegado o un alejado, que no es lo mismo pero es igual) me dice: (…) y yo me quedé pensando en si era yo.
Para mí sos vos, ese nombre coincide con lo que veo.
Pero yo no soy más la yo que era cuando éramos.
Obvio, sos otra y sos la misma.
Y seguimos hablando de esas “pamplinas que se inventan los chavales”…
¿Te gusta bailar?
Sí, ¿por?
No recuerdo que bailáramos. Sí que saltáramos al ritmo de la música, pero no que bailáramos.
Pogo soft hacíamos.
Ambos reímos.
Sí, pogo soft.
Y la veo ahí tan bella y la luz tan suave y la música tan tenue que la tomo de la mano y la llevo hasta mi talle. La agarro de la cintura, ella apoya sus brazos sobre mis hombros y, si bien no bailamos, nos movemos al ritmo de la melodía.
Acerco mi cara a la suya y ella se inclina. Expone su impúdico cuello que rozo con un mísero beso y retiro mis labios. Apoyamos nuestras frentes y Bella toma noción de que o yo soy más alto que su recuerdo o ella más peque. Rozamos los labios y se retira.
Avanzo hacia ella, inclino mi cabeza y cuando ella alza la suya y expone sus labios, me retiro un paso atrás.
Entonces ella se acerca. Nos besamos y se va. En un juego histérico que disfrutamos ambos.
Ir y volver, dar y no dar. Hasta el inevitable anclaje de un lugar y de unas caricias y de unos besos que no se retiran.
Me detengo y la miro. Ella me mira.
Aún tenés algo para decirme, la última vez que hablamos tenías mucho para decirme.
Perdoná… me enojó tu histeria y yo estaba pasando mil cosas. Desde hace un par de años que no tengo filtro.
Mario… (me mira) ¿Cuándo tuviste filtro?
Pausa significativa para los actantes. No niego nada ni acepto, me acerco y la beso por dos razones, para que deje de decir verdades y porque tengo ganas de besarla.
Cuando vuelva a hacer el amor con vos, quiero que te despiertes a mi lado. Hoy no es el día.
Nos besamos un par de veces más antes de que me fuera, pero me fui igual.
Nos despedimos los dos sin mañanas posibles ni imposibles.

Al fundir la cabeza en la funda de la almohada cerré los ojos y la llevé al mundo de Morfeo, en donde sé que es y será eternamente mía.




lunes, 4 de septiembre de 2017

Caligrama




Fuiste un hermoso recreo
y valió la alegría y la pena
si no fuera tan bello tu sexo
no tendría sentido lo nuestro.
Amo ese dulce recreo que fuimos
y no me arrepiento de nada
de lo sido y no sido
de nada.
Y tan difícil es
no caer en la tentación
de pensarse enamorado
siendo tan bello tu sexo.
El tiempo aburre
porque solo trae nostalgias de lo no sido
si en el presente
sentimos que ya
no fue
terminó
seguimos
en pie

Saludos mi amor.