- Buenos días a todos. ¡Qué
alegoría estar con ustedes hoy!
La
jornada comienza. Todos entran; entra Uno, entra Dos y entra Tres.
De
repente, alguien entra con una enorme maza; tiene como única intención romper
un muro sin Berlín y sin Pink Floyd. Camina seguro.
Uno se
calla. Dos deja de escribir. Tres levanta la cabeza.
El
Destructor golpea ferozmente, cruelmente, despiadadamente… inútilmente. El muro
no se rompe, apenas si se raja... Todo desaparece como la mariposa que soñaba
un chino importante en un fantástico relato.
Uno busca,
lleno de esperanza, el camino... Se produce un silencio lleno de palabras
guardadas.
- ¡Tienen
que hacer la actividad dos!
Recreo.
Se va
Uno, se va Dos y se va Tres, que suman más, pero ya no son los mismos.
- Glub…
glub.... Ñam… Ñam...
Vuelven.
Vuelve
Uno masticando, vuelve Dos con los bigotes manchados de café, vuelve Tres ya
harto (ya de estar harto) de subir y bajar la escalera.
En
ese momento el bullicio comienza a crecer como ladrillos que construyen
realidades y posibilidades. Donde antes había una pared ahora hay un espacio,
un agujero en el espacio, una luz en el agujero en el espacio, una necesidad en
la luz del agujero en el espacio que permite a cada Uno, a cada Dos, a cada Tres,
sonreír y mirarse desde distinto lugar.
- El
encuentro ha terminado.
Se va Uno, se va Dos, se va Tres y (colorín
colorado) este cuento se ha terminado.
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