Con el paso de las semanas y de los meses, entre lo que instalás y desinstalás, la memoria se va llenando de basura y el procesador lógico se vuelve más lento y comete errores con más frecuencia...
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O lo que es peor, en medio de un proceso importante el sistema lógico se queda tildado sin comprender exactamente qué estábamos haciendo ni para qué... y no se nos ocurre nada.
Iniciar el equipo, día tras día nos demanda más tiempo y no hay antivirus ni antibiótico que logre evadir todos los spam que se activan al abrir los ojos.
Los programas que parecían útiles se convierten en estorbos molestos y rutinarios a los que estamos obligados porque no nos atrevemos a la alternativa de usar opciones nuevas.
En ese momento llegás a pensar que una vez por año hay que formatear el disco rígido.
Esto podría ser una analogía o solamente un problema informático. O las dos cosas.
O ninguna de las dos.
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