Toda la semana he estado
discutiendo con gente que me habla de enseñar a ser libre y en toda esa semana
ninguno me supo decir de qué manera.
Es muy fácil permitir a
un alumno hacer lo que quiera. Lo verdaderamente difícil es hacerle descubrir
qué es lo que realmente quiere; distinguir entre lo que desea y lo que el
mercado desde niño le ha dicho que debe gustar. Puede sonar extraño lo que digo
(también muy conocido) pero es que no creo que haya verdadera libertad sin verdadero
conocimiento porque el conocimiento está ligado al poder para ejercerla.
Entonces caemos en la
cuenta de que la libertad tal y como se está ofreciendo en determinadas instituciones,
es un producto terminado que un grupo social le entrega al otro.
En cambio yo no puedo sino
pensarla como un ejercicio que un sujeto realiza en un espacio al que modifica.
Me resulta extraño pensar que el ejercicio de la libertad no modifique el
espacio en el cual se ejecuta, me parece que un movimiento que encaja con otros
a la perfección no es un movimiento libre sino visiblemente programado.
Creo que cuando éramos
jóvenes era todo más fácil, la libertad dependía de luchar contra una voz
hegemónica de las esferas de poder. Ahora posiblemente sea todo más complejo
porque desde las esferas de poder se generan distintos entornos discursivos
para hacernos creer que ejercitamos la libertad.
La escuela es una
institución reaccionaria por definición y no creo que esta palabra (tan
demonizada en estos últimos años) deba verse como algo negativo. No es posible
en la escuela enseñar a ser libres, es posible enseñar a encajar en
determinados discursos. Algunos de ellos parecerán más libres que otros, pero
eso no es ser libre.
Sin embargo, la escuela
puede, por reaccionaria, porque mientras trata de aggiornarse o actualizarse
aún conserva lo viejo, dar pluralidad de miradas, dar conocimientos y
perspectivas. Es en definitiva el saber (el saber no desde un aspecto
hegemónico sino plural y multiforme) el que permitirá al sujeto ejercer
libertad. La escuela fuerza perspectivas y gustos, obliga a los sujetos a
mirar, leer y pensar cosas distintas de las que les ofrece el mercado o su
entorno social constantemente. Esta variedad es la que los puede hacer
verdaderamente libres, aunque su libertad consista en decidir no ejercerla y
vivir “pensado” por los otros.
¿Los alumnos deben
elegir qué libro leer, qué música cantar, qué dibujo hacer, qué contenidos ver?
No lo creo, porque obviamente van a descartar todo lo desconocido, van a
seleccionar entre lo que hasta ese momento les han ofrecido. Un sujeto que solo
conoce lo que el mercado y su entorno social le ofrece se encuentra sujetado,
atado a una situación socio cultural de la que no puede salir. Si la escuela no
viene a quebrar ese espacio de comodidad el alumno queda atado a repetir sus
discursos heredados.
- El alumno debe ser libre en la clase- me
dicen. “Ojalá”, pienso. Pero la única forme en que alguna vez lo sea es que yo
lo aburra tratando de forzar su esquema discursivo hacia una variedad mucho más
compleja de discursos y saberes.
-Sí, pero yo…- me dice alguien.
Y yo pienso pero no le
digo que no estoy muy convencido de que sea libre. Muchos son los adultos que
andan por la calle diciéndose “pensantes” mientras repiten discursos pensados
por otros.
Es muy fácil permitir a
un alumno hacer lo que quiera. Lo verdaderamente difícil es hacerle descubrir
qué es lo que realmente quiere.
¨No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa búsqueda es la que nos hace libres.¨ (C.F.) =)
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