Hoy es el cumpleaños… me di cuenta tarde, como siempre. Qué buena idea
la del face de avisarte este tipo de cosas.
¿Dónde? ¿Qué?
Voy al polirubro, local que tiene de todo porque no tiene nada. Ideal
para comprar eso, una Nada, un ausente de cumpleaños.
Busco: una peineta, la cadena de un reloj, tazas, ceniceros, chocolates, flores nunca vivas, ojotas, remera…
Remera está bien. Me llevo la única que es de su talle. El talle lo sé porque
alguna vez supe su talle y porque sé sumar los mismos porcentajes que mis años.
En casa trato de encontrar una envoltura mejor, algo que no ponga tan
en evidencia la economía y la urgencia de mi obsequio. Lo encuentro.
Me pongo a envolver la remera y entonces me doy cuenta… ¿Cómo no se me
ocurrió leerla antes? Cierro los ojos y continúo mi tarea confiando en que ella
siempre fue linda… y que nunca superó la comprensión más elemental del inglés.
* * *
—Hola.
—Hola.
—¡Feliz cumpleaños!
—¡Ah, te acordaste!¡Qué tierno!¡Justo de
mi talle!¿Qué dice?
No sé inventar de la nada, siempre necesito tomar fragmentos de la
realidad y sobre ellos construir la ficción… este caso no es la excepción
—Hijo de… la
playa
Ella, bella, quedó satisfecha.
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