- Hola.
- Hola.
- Che, que
cagada ¿no?
- ¿Qué cosa?
- Y… vos… lo
que te pasó.
Está a punto
de hablar pero se calla.
El otro
insiste:
- No sé.
- ¿No vas a
decir nada?
- Es mi vida
y no la tuya. ¿Por qué tendría que decir algo?
- Para
defenderte.
- ¿De
quiénes? ¿De gente como vos?
- No seas
agreta che, encima que uno se preocupa
- Ahora
hablan, lo que no saben lo inventan. Ya se les va a pasar. Ustedes se aburren
muy rápido de los chismes de la vida ajena. Si yo te digo algo, te estoy
regalando más cosas para seguir hablando, quizás dos semanas más, así que quédate
con tu idea y aburrite pronto de vivir vidas de otros.
- Siempre el
mismo amargo vos.
- Sí, yo no
cambié lo que soy. Vos cambiaste la forma en la que me pensabas. Nada más.
Y se fue.
Y, aunque el
chisme ya era viejo, durante dos semanas más pudieron seguir hablando de la
original respuesta.
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