El actor
entra a escena llevando en el bolsillo algunas monedas que le robó a Guillermo.
La actriz apoltronada en un sillón relee las obras completas de alguien que
alguna vez se hizo cine. El diálogo lo comienza él con la resignación y la
tranquilidad de quien ya no espera nada de nadie.
BESTIA: Hola
Bella.
BELLA: ¡Qué
lindo oírte! Hace tiempo que no te oía (lo dice sin sacar la cabeza del libro).
BESTIA: Estuve ocupado.
BELLA: ¿Valió
la pena?
BESTIA: Sí.
Realmente valió la pena que hoy siento tanto como las alegrías de ayer.
BELLA: Y
por qué te desocupaste entonces.
BESTIA: Vos
sabés que yo nunca supe.
BELLA: El amor está en los ojos, no en el
corazón. (gira la cabeza y lo mira) ¿Debería
enojarme con vos?
BESTIA: ¿Por
qué?
BELLA: Por
verme ahora; siempre que hubieras querido podrías haber venido en cualquier
momento y hace más de un año que no te veo.
BESTIA: Sos
la más bella manera que se me ocurre de combatir la tristeza; no entiendo por
qué deberías enojarte.
BELLA: Siempre
seremos sólo esto, ¿verdad?
BESTIA: ¿Qué
cosa?
BELLA: Una débil y humilde ficción que no tiene
sino la inconsistencia de un sueño…
BESTIA: Eres
la Puck más bella que he conocido.
BELLA: Bueno
mi Bottom con tu cabeza de asno, cuando el amor se acaba siempre volves a beber de la
vertiente de mi lecho.
BESTIA: El amor, como ciego que es, impide a los
amantes ver las idioteces que cometen.
Me gusta tu lecho. Nunca hubo deudas ni promesas entre nosotros. Eso es quizás
lo que haga que seas lo más sano que he vivido.
BELLA: No
vas a aprender nunca mi niño grande, mi pequeño Bestia.
BESTIA: No,
nunca.
BELLA: No
te hacía una pregunta. (vuelve al libro) Asumí alguna
virtud si no tienes ninguna.
Pausa. Mutis por foro de ambos.
La noche despunta como un fantasma que pide venganza y se llena de
ruido y furia.
Retornan a escena.
BELLA: ¿Te
veré otra vez?
BESTIA: Siempre
vuelvo. El que vuelve demasiado rápido
llega tan tarde como el que vuelve lento.
BELLA: Miserable soy si soy sólo remedio.
BESTIA: (Sonríe) juguete amor, no remedio, ambos somos solo juguetes
de dos niños que no se atreven a crecer.
La mañana está vacía y uno se encuentra contando esta historia como un
idiota.
El actor se retira pensando: Al
nacer lloramos porque entramos en este vasto manicomio.
Y la tristeza no desaparece pero se hace tolerable.
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