El agua limpió el inicio
del último día del penúltimo mes.
Invoqué el fuego,
devorador de lo crudo,
En el nocturno cierre de
noviembre
En el madrugante inicio
de diciembre
Ahora, mañanero despertar
del doceavo fragmento del año,
Salgo (pies descalzos) a
apoyar mis plantas sobre tierra
Y a respirar la mañana que
comienza.
Sin ese estúpido afán que
tienen los desperdiciadores de vida
De que todo pase rápido.
Con la obstinada idea de
disfrutar cada uno de los días.
Dar vuelta la cabeza
lentamente y maravillarse al ver
La cantidad de sucesos
que pueden entrar
En esta mediocre forma
que tenemos los humanos
De mensurar el tiempo
En nuestro inútil intento
por controlarlo.
Ritual de los cuatro
elementos
Reconciliado con el
universo
Respiro el cielo en un
sorbo y sonrío
Sabiendo que Uroboro ha
mordido su cola
Y que todo ciclo no tiene
final sino en un inicio
Mientras los dedos de mis
extremidades inferiores
Acarician los brotes
verdes nacientes sobre las muertas plantas de noviembre.
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