Luego de hablar ampliamente del clima, los fenómenos
meteorológicos y la importancia del hombre y su accionar en los desastres;
abolló la botella de plástico de la gaseosa y la tiró junto con los paquetes de
galletitas vacíos, la yerba del mate usada y unas pilas que ya no andaban más.
Sin previo aviso, Bella ella, levantó el dedo
señalando el televisor y dijo con tono de indignación:
—No te entiendo.
—¿Qué puede saber de los pobres si nunca pasó hambre esa?
—¿Para entender a los pobres hay que ser pobres?— pregunto
legítimamente intrigado.
—Sí, hay que haber vivido esa realidad. ¿A vos, tan zurdito como sos,
no te parece?
—No.
—Ah, ¿no?— aporta enfática e indignada.
—No, no creo que el juez deba ser delincuente para entender la
delincuencia; no creo que el doctor deba ser bacteria o virus para entender las
bacterias o los virus.— mientras hablo pienso en lo equivocado de las metáforas
que estoy usando y comienzo a preocuparme en que pueda entenderlas
equivocadamente entonces concluyo abruptamente —¿Un gobernante, según tu teoría
debería ser rico, pobre, clase media simultáneamente para poder gobernarnos a
todos con equidad?
—Sí y no.
En ese momento seguimos hablando del clima.
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