Charlo con colegas sobre el «aburrimiento» porque los pedagogos de
medio pelo insisten sobre la necesidad de divertirse para aprender.
No niego que con un juego se aprenda pero no todos los aprendizajes se
hacen jugando. Del sufrimiento también se aprende y mucho, pero yo no voy a
hacer sufrir a un alumno para que haga aprendizajes significativos (creo).
Hay muchas cosas para aprender y cada objeto de aprendizaje tiene su
modo de ser adquirido, «aprehendido»; algunas cosas no pueden ser aprendidas si
no son vividas y otras sí; algunas divirtiéndote, otras no.
Creo que el aburrimiento tiene una injustificada mala prensa y creo que
hay razones comerciales que justifican esa mala prensa.
Una de las definiciones de «aburrir» de la RAE dice: «Sufrir un estado
de ánimo producido por falta de estímulos, diversiones o distracciones.»
Otra, ya en desuso: «Exponer, perder o tirar algo, especialmente el
tiempo». Etimológicamente «aburrir» viene de «abhorrere» («ab-»: sin, «horrere»:
ponerse los pelos de punta). Sin dudas se habla de una falta de estímulos
externos que nos distraigan, que nos traigan afuera de uno mismo, que nos
pongan los pelos de punta.
Lo contrario a aburrirse es divertirse. La palabra «divertir» viene de
la palabra latina «divertêre» que significa «dar un giro en dirección opuesta,
alejarse» formada por el prefijo «di-» de divergencia y la raíz «vertere» dar
vuelta.
Entonces aburrirnos nos obliga a encontrarnos con nosotros mismos; nos
alejamos de los estímulos que puedan captar nuestra atención y sólo queda el «dasein»
y en esta época tan frugal, tan volátil, tan superficial, ese encontrarse con «sí
mismo» parece pecado. Siempre hay que estar hacia afuera, expresar, reír,
llorar y todo en público. La obligación no es vivir sino mostrarle a los otros
que estamos vivos. Es un mundo en donde la exposición, el mostrase, prima sobre
el «ser».
Creo que el aburrimiento no es tan malo como nos quieren hacer creer
los mercaderes del divertimento. No creo gratuito que otras culturas hayan
valorado el ocio mucho más que la nuestra... ¿o todo lo que se hace debe ser
divertido?
Lo mejor que he hecho, lo hice estando aburrido. Cuando me di-vierto
estoy tan vertido fuera de mí que no puedo encontrarme... Debemos volver a la
pausa, a callar los estímulos externos y volver a encontrarnos (suena medio New
Age, pero no es la idea).
Sin embargo, no se le puede vender nada a quien nada necesita, a quien
está explorando lo que ya tiene que es su «sí mismo».
El mercado no puede vender lo que sos, entonces vende estímulos
externos que te sacan afuera de lo que sos, te di-vierten. Y te dejan sumido en
la nada «chupando un palo sentado sobre una calabaza». ¿Para qué? Para después
venderte otro estímulo y cada vez estés más lejos de lo que sos pretendiendo
ser lo que te quieren vender.
La escuela va a contrarritmo, sí; quizás a destiempo. Pero eso posiblemente
eso no sea un defecto, tal vez sea su virtud. Muchas veces me lo cuestiono y es
una pregunta que aún no he resuelto. Me parece que es algo que no se debate,
están los a favor de divertirse y los inculcadores de obligaciones y yo creo
que hay algo distinto que nos estamos perdiendo.
Creo que como sociedad necesitamos discutir esto, necesitamos volver a
valorar el ocio, la pausa, el silencio, la nada que nos permite encontrar el
todo. Ese quedarnos sentados haciendo nada pero pensando todo.
Pero claro, esta es solo una idea que se me ocurre estando aburrido.
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