Mi hija aprende a trazar unas letras encadenadas, aún sin sentido, pero
en renglones de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo… Mi hija está
aprendiendo a escribir.
Las personas alfabetizadas toman la escritura como un lenguaje natural
sin considerar lo complejo que es su aprendizaje y las características
simbólicas y culturales de este lenguaje.
Pensemos sólo el «mise en abyme» que representa para los occidentales
ya que la letra escrita es representación de los sonidos que representan las
ideas del mundo que conocemos; o sea, nuestra escritura no es directa sino
representación de representación.
Por otro lado la estructura combinatoria de 27 grafemas (no
necesariamente fonemas ya que hay fonemas que se representan indistintamente
con dos o más grafemas y otros fonemas que no pueden ser representados si no es
con la combinación de dos o más grafemas) capaces de generar infinitos
enunciados. Un conjunto finito capaz de generar infinitos resultados.
Otra particularidad, absolutamente arbitraria, es la representación de
la cadena sonora en la escritura renglonada de izquierda a derecha y de arriba
hacia abajo. Esa direccionalidad de la lectura no es natural sino cultural y es
suficiente ver otros tipos de escritura para darnos cuenta.
La idea de palabra, separada mediante espacios es también un capricho
de la escritura; nadie, cuando habla, separa cada palabra con pausas, la
oralidad es una cadena continua.
La captación de la palabra como unidad que incluso tiene un reconocimiento
visual global, podemos alterar algunas letras pero el lector alfabetizado, si
no alteramos significativamente el dibujo de la misma, la va a reconocer (en
Internet circulan miles de juegos en donde se altera el orden de las letras o
se las cambia por números u otras modificaciones y ninguno de nosotros tiene
dificultad en leer) es otro capricho de la escritura.
Y por si fuera poco, eso sólo es el inicio de las complicaciones,
porque luego habrá que atender a los formalismos culturales de la sangría, del
punto y aparte, de la distribución en párrafos o versos, de las características
formales de cada género discursivo.
Los niños aprenden a hablar sólo por el contacto con otros hablantes y
su necesidad comunicativa pero el aprendizaje de la escritura es muchísimo más
complejo. Nadie escribe como habla; o por lo menos, nadie debería escribir como
habla.
–A
ver Juancito, contame qué querés poner… –el chico habla.– Bueno, escribilo así.
No señorita maestra, no debe escribirlo así; es como si a alguien que
está queriendo aprender a jugar al ajedrez le preguntamos cómo mueve las fichas
cuando juega a las damas y luego le decimos que haga lo mismo con las fichas de
ajedrez. La escritura tiene normas y formalidades que la oralidad desconoce.
La escritura, el verdadero aprendizaje de la escritura, conlleva años
(muchos) y esfuerzo. No es para nada natural como sí lo es el aprendizaje de la
oralidad.
Y nuestra sociedad es más escrita que hablada; las esferas de poder
dominan sus estructuras a través del texto escrito y no de la oralidad. La
oralidad está reservada para los peones.
No aprende de igual modo un niño rodeado de artefactos letrados a un
niño que sólo ve estos artefactos en la escuela. No es lo mismo dominar con
habilidad y velocidad el Whats App que hacer un texto institucional o
académico.
¿A escribir se aprende escribiendo? Sí, pero también y principalmente
leyendo. Leyendo variedad de textos y cuando esos textos son diferentes a los
del entorno del sujeto de aprendizaje, mejor.
Otro error bastante común entre quienes no estudian ni enseñan la
escritura es suponer que el aprendizaje de la escritura es un aprendizaje
semántico, de significados, de vincular una palabra con un significado. Pero no
es para nada así, el niño cuando aprende a escribir, ya sabe hablar, ya hizo
esa vinculación entre las palabras y las ideas e incluso emplea conectores y
subordina enunciados con facilidad. El aprendizaje de la escritura, es en
realidad el aprendizaje de los aspectos formales, de las convenciones.
Por eso, cuando veo que mi hija encadena (aunque no tenga ningún
sentido) letras escribiéndolas de izquierda a derecha, comprendo que inició el
aprendizaje de la escritura. Ya no copia algo que ve, crea una combinación
respetando normas de la escritura suponiendo un mensaje, el valor simbólico de
la escritura. Entonces, ni temprana ni tardíamente (no hay un límite de edad
para esto aunque como todo si uno es más joven se aprende y se naturaliza más
rápido), ella comenzó un aprendizaje indispensable para la sociedad en la que
vivimos, un aprendizaje que no va a terminar nunca porque como dijimos, la
posibilidad de géneros discursivos (cada uno con sus propias reglas) es
infinita. Ya me ven, con 45 años y aún tengo tantos textos por aprender.