Mañana de sábado
El sol se impone con calma
La vecina habla con su amiga a los
gritos
Mi hija duerme aunque se ha acostado
temprano
Me entero por un amigo que Leonard Cohen
murió sólo su cuerpo
Escucho desde esa información uno de sus
discos que tengo encarpetado
Un disco que hacía meses que no oía por
la vorágine del día te devora los tiempos
Siento ganas de agarrar ese libro
regalado de Prevert y volverlo a leer y volverlo a sentir
Sin embargo me mantengo sentado
escuchando a la vecina a Leonard a la vida que pasa sin pausa
Sin apuro mi hija se acerca con los ojos
lagañosos y una sonrisa perfecta para reclamar su desayuno yoguroso
Nada pero nada puede quebrar una mañana
sin rutinas y sin euforias de trabajos postergados y poética simplona y vulgar
Tiro una disculpa al vacío de alguien
que ya está harta de mis arranques temperamentales y singulares de repletas
inseguridades
Prendo un cigarrillo junto a la ventana
mientras pienso que hoy no va a pasar nada extraordinario en mi vida ni en la
de nadie
Pienso en un frustrado asado y una
fallida cita y unas desafortunadas palabras y una voz del pasado que llama
Hay gente que disfruta la rutina y otras
encuentran placer en los sobresaltos extraordinarios
En estos días prefiero viajar ligero de expectativas
y de escenarios
El placer del día a día en matiné continuado
Un cine de la infancia
Un sábado.
Me siento
Escucho la calma de los días
Con una única seguridad de que es sábado
Y que te extraño.
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