Las palabras
son siempre un desafortunado desencuentro planificado. El Otro, sólo una excusa
a quien culpar de las decisiones que ya hemos tomado… hace tanto.
Si dejáramos
hablar a los cuerpos, a la cabeza en el hombro recostada, a los silencios de
almohada…
Pero no se
puede, parece que es imposible, querer y dejar quererse sin esperar nada.
Y pensar que
no reclamamos, y quejarnos de que el otro reclama.
Y hacer inútil el cariño por llenarlo de vanas
palabras.
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