Veía una analogía, de esas que uno piensa cuando el trajín del mundo
mercantil te da un respiro (llamado vacaciones) y te permite en el noble oficio
del ocio (al que tratan de llenar con miles de distractivos) pensar en cosas
que no son importantes.
Pensaba, como quien piensa boludeces, en el clima. Una prima del otro
lado del mapa argentino (con o sin islas Malvinas, que no me quiero meter en
ese tema para no enojarme) publica “por fin lluvias” y un amigo del mismo lado que
yo del mapa publica “por fin frenaron las lluvias”. Y pensaba en un sistema
democrático climático, como para tratar de entender al votante argentino.
Supongamos que la lluvia o no lluvia pudiera ser decidido por el voto de la
mayoría. Un grupo en zonas anegables desearía que hubiera menos lluvias para no
perder sus cosas; otro grupo de una zona más tropical, desearía más lluvias
para descansar del calor. Y van a elecciones y ¿cómo votan?
Pienso que quizás, el que sufre de calor debería entender que la
necesidad de quien se está inundando es mayor que la suya; pero también pienso
que puede en un estúpido egoísmo no importarle la necesidad del otro.
Creo, quizás, entonces y culpa de esta analogía, que la democracia
necesita de una madurez en el orden de los valores que el pueblo argentino no
parece comprender.
Pero claro, esto no es más que un estúpido pensamiento de martes en el
cual el calor me agobia pero agradezco que no siga lloviendo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario