Termina el día
laboral, termina la semana, son los últimos minutos de una clase que para ellos
es aburrida, no creo que alguna vez logre hacer divertido la «proposición
subordinada adjetiva» sin embargo no por eso dejo de darla.
Sería muy largo
explicar su utilidad en el resumen y en la ampliación de texto, digamos
simplemente que es algo que sé es útil y no estoy en campaña electoral como
para que me preocupe la popularidad.
Han trabajado
bien y han hecho los ejercicios sin chistar (cosa rara) así que, en esta eterna
negociación que es la disciplina áulica, les digo que pueden cerrar todo y
dedicarse a perder el tiempo durante los 8 minutos que quedan de clases.
Pierden el
tiempo desordenadamente, como debe ser. Una alumna comenta que está en los
padrones…
—¡Qué bueno!— le digo yo. —Vas a
poder vivir esta experiencia que es votar.
Otra alumna da
vuelta la cabeza y me mira sorprendida.
—¿Usted (en ese curso algunos me
llaman de usted y otros no) cree que deberíamos ir a votar?
—Sí, por supuesto. La democracia,
mientras más tempranamente comiences a practicarla más fácil te será
comprenderla.
—La seño «X» recién nos dijo que
para ir y hacer cualquier cosa sin saber no vayamos…
Me quedo helado,
no me cae mal la profesora «X» aunque sé, de base, que nuestros pensamientos
políticos no son coincidentes. Me siento tentado a decirle que en realidad
muchos adultos votan sin tener ni la más puta idea de lo que están haciendo…
pero no me parece adecuado, no debería decir «puta» en un ámbito escolar. Trato
de ser lo más demócrata que puedo aunque en verdad me siento como Capusotto en
su sketch «padre progresista».
—Bueno, ella piensa eso y yo
pienso esto… y es quizás eso la democracia, la posibilidad de pensar cosas
distintas. Si ustedes tienen la posibilidad de pensar por ustedes, creo que no
deberían desaprovecharla, se los dice alguien que ha sido educado y criado en
una época en la que nadie tenía esa posibilidad.
Me da pena que
justo toque el timbre, aunque sé que es oportuno. Solo cinco juntaron sus cosas
y se fueron, el resto se quedó esperando… no sé qué.
—Pasen un hermoso fin de semana y
disfruten de la democracia chicos.— les digo a modo de saludo.
Todos juntan sus
cosas y se van.
—Gracias, y usted también profe.—
dicen un par al salir.
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