Lo veo una
vez:
me
impresiona, me afecta.
Lo veo dos
veces:
me
preocupo, me interesa.
Lo veo
cuatro, cinco, seis veces:
me
regocijo en el morbo de la fatalidad.
Lo veo unas
cien veces:
me
inmunizo, lo naturalizo, deja de importarme.
Lo veo unas
cien, unas quinientas:
¡Oh,
ya es comedia!
Y de pronto
una sociedad de muertos vivientes
comenta indignada
lo que ya no
siente...
Entre vino y
vino riendo
hablan de un
niño muerto.
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