Diálogo que podría haber estado escrito en una obra de Eugène Ionesco
pero no…
—Que no
sirve para nada.
—¿Pero por
qué decís eso? ¿Qué razones tenés? ¿Cómo podés justificarlo?
—Usted
primero dice que acepta las opiniones pero después no las acepta.
—Aceptar que
todos opinen no es aceptar la opinión de todos. Todos debemos escucharnos,
expresar las opiniones, tratar de defenderlas. Es obligatorio (o debería serlo)
escuchar lo que el otro tiene para decir, sin prejuicios. Pero eso no quiere
decir que tengamos que opinar como el Otro. Si me parece que lo que vos decís no
tiene fundamento y tengo razones expresables para justificar mi desacuerdo te
lo voy a decir. Eso no es censurar, es intercambiar opiniones.
—Entonces no
vale la pena hablar.
Y se fue.
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