Todos sabemos que la palabra “empatía”
está de moda.
Algunos sabemos que la palabra “empatía”,
en este frígido mundo de capitales y neurociencias manipuladoras, es
indispensable.
Sin embargo, leo a varias personas
compartir una definición de empatía que es aboslutamente equivocada. Esos
letreros enuncian, palabras más palabras menos, algo así:
Esa definición es errónea, eso no
está ni cerca de ser empatía. Creo que sería bueno definir correctamente la
palabra para que varios de esos que se sienten “empáticos” se den cuenta que
aún no han salido de su propio ombligo.
“Empatía” NO es ponerse en lugar de
otro; esto implicaría que nosotros, atravesados por nuestra subjetividad y
cultura, pensáramos cómo reaccionaríamos a los mismos estímulos de otro sujeto
que se encuentra atravesado por otra subjetividad y otra cultura. La definición
“ponerse en lugar de otro”, no solo es una falacia sino que, diría, hasta
peligrosa ideológicamente hablando.
De esta mala lectura de la realidad
surgen los conflictos más grandes de la sociedad. Para dar un ejemplo, podemos
decir que cuando un burgués habla de lo que haría si fuera pobre, no sólo no
está entendiendo nada, sino que, y además, está sacando conclusiones
completamente equivocadas. También mea muy fuera del tarro un adulto que saca
conclusiones sobre la realidad escolar de un adolescente agregando frases tales
como: “cuando yo iba a la escuela si pasaba…”.
Podría decir simplemente que están
equivocados; pero de verdad me gustaría que entiendan. La palabra empatía no
sólo me gusta, la encuentro necesariamente indispensable para sobrevivir a
estos tiempos.
Empatía es en verdad, “la
participación afectiva de una persona en eventos que no le pertenecen”. Esto no
implica “ponerse en lugar de”, sino, por el contrario, entender las variables
que determinan que ese sujeto se vea sujetado a esa realidad y la posibilidad
de respuestas que puede dar ese Otro que apenas entendemos.
Nunca hay un juicio de valor si hay
empatía, es imposible. Tampoco hay un sentimiento de “lástima”. La empatía está
en el orden del reconocimiento del otro como sujeto distinto a nosotros y en
tratar (dentro de nuestra limitada capacidad de comprensión) de comprender la
realidad en la cual está inmerso y su posibilidad de respuesta.
Dicho esto, podemos deducir que
cualquier persona que cree en conceptos como la “meritocracia” carece de
empatía.
Empatía viene del griego “ἐμπάθεια”
(pasión), pero la psicología del siglo XX la tomó con matices significativamente
diferentes. Queda deducir de su etimología que es un sentimiento y no un
pensamiento.
Podríamos pensar que es una
comprensión intuitiva de la realidad de otro.
Como pueden apreciar, nada que ver
con ponernos en lugar del otro.
Yo uso mucho la palabra “empatía” y
ustedes también. Pero debemos tener en claro qué significa y lo que implica
cuando la usamos.
Ser empáticos inevitablemente pone
en riesgo nuestra subjetividad ya que estamos dispuestos a que la subjetividad
del otro (no su realidad) nos atraviese.
Decir “si yo estuviera en su lugar
haría…” no es ser empático; es ser un egoísta y pupocéntrico. Ser empático es
tratar de entender cómo lo piensa y siente ese otro tan distinto a nosotros.
La única decisión moral o ética que
hacemos, es la de decidir con quiénes somos empáticos; ya que podemos serlo
tanto con un asesino como con su víctima. A eso, sólo eso, queda relegado
nuestro libre albedrío y nuestra subjetividad cuando decidimos sentir la
empatía (que no es poco). Piensen que eso hace la diferencia en que sientas identificación
por 30.000 personas desaparecidas, torturadas y asesinadas o que sientas pena
por esos asesinos que están siendo condenados cuando ellos actuaron creyendo
hacer algún bien.
Llego acá a un clivaje en mi
discurso: la empatía no es un sentimiento suficiente para ser buena persona; es
necesario además un posicionamiento ético respecto a con quiénes sentimos
empatía.
Esta última y primera decisión es
lo que nos permite distinguir entre el género humano y los dispositivos de un
sistema perverso. Yo he leído gente apoyar a un violador por lo mal que le
hacía la sociedad al hablar de ellos… a ese punto de ridiculez llega la empatía
tomada sin definiciones éticas.
La ética es un traje que definimos
y nos define, y uno “sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto”.
Y algunos dirán: “se fue a la bosta
con el argumento” y otros habrán dejado de leer antes.
Sin embargo, y esto escrito para
los pocos que siguen leyendo. Creo que es un sentimiento muy importante tanto
como creo que es necesario que lo tengamos bien definido.
Hoy hago paro no sólo porque siento
empatía, sino también porque tengo una postura ética tomada.
He dicho.
Buen finde para todos.
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