martes, 14 de enero de 2014

La Palabra

- Hola
- Hola, buen día.
- Buen día... (silencio incómodo en el cual cada uno sabe su rol e incluso el desenlace de la historia y aún a pesar de eso sigue con todo como si nada) venimos a traerle la palabra...
- ¿la palabra de quién?
- De Dios (y el enunciado suena con "D" mayúscula, no deja lugar a  ningún malentendido politeísta)
- (Pienso en el Dios en el que creo y la imposibilidad de que este ser le de su palabra a este sujeto) No gracias, no te voy a hacer perder el tiempo...
- No sé por qué lo dice...
- Porque no te quiero hacer perder el tiempo... yo pienso una cosa, vos pensás otra... listo
- Pero vos no sabés qué pienso porque aún no nos oíste (ahí me doy cuenta que son dos)
- Sí, aún no te oí pero sos muy predecible... vos manejás "la palabra" así que debe ser la misma que ya me han dicho muchas veces
El muchacho no comprende y a mí no me importa con tal de que se vaya.
- Si quiere le dejamos...
- Sí gracias.
El más joven parece injustificadamente molesto; el mayor ya conoce el juego.
- Bueno, si usted lo dice, Hasta luego.
- Bueno,si ustedes lo quieren, Chau.

viernes, 10 de enero de 2014

Crónicas de Matulandia

    Hombre casado, 42 años, supongamos que se llama Mario... y supongamos, por una de esas extrañas posibilidades de la ficción que es un sujeto que durante sus vacaciones está leyendo el libro "Gramática y léxico. Teoría lingüística y teoría de la adquisición del lenguaje." de Norma Mugica y Zulema Solana.
    Supongamos, ya que estamos imaginando lo imposible, que este sujeto de acción se encuentra en el capítulo que hace referencia sobre la adquisición del lenguaje en los niños, las etapas en la que aprenden a hablar y, por ser innato, lo que se considera lógico o no dentro de esta adquisición.
    Chomsky, su gramática universal y sus principios y sus parámetros y de pronto este sujeto siente, como de improviso o de imprevisto, de acuerdo con lo que supongamos, que alguien intenta abrir la puerta del patio... y que sin lugar a dudas abre la puerta del patio y entra a la casa...
    Como está enfrascado tratando de entender lo que el texto propone trata de ignorar el estímulo externo, pero el mismo (hablo del estímulo externo antes mencionado) se impone y parándose frente de él enuncia: "uuuuuu"; luego camina dos trancos hasta la heladera y golpeando rítmicamente la puerta repite su mantra "uuuuuu" dos veces "uuuuuu".
    El personaje que se encontraba leyendo al cual dimos por nombre (imaginario o hipotético) Mario se para y se dirige a la heladera golpeada por la intrusa monovocálica.
    Comprendiendo la demanda, abre la heladera, le da el vaso antiderrame repleto de agua y vuelve a sentarse mientras siente como su hija Matilda se retira conforme, abre la puerta y vuelve a irse al patio.
    El sujeto, al que llamamos Mario abandona el libro, ese que hablaba (sería más correcto decir "escribía") sobre la adquisición del lenguaje; lo abandona porque sabe que convive con la contradicción a ese planteo.
    Prende la computadora y se pone a jugar al "plantas contra zoombies"