domingo, 29 de diciembre de 2013

Contradicciones cotidianas 16


     Cuando el poder no sabía cómo controlar la sexualidad, el sexo era algo prohibido, contaminado, asqueroso; algo de lo que no se hablaba, que debía ser escondido, algo abyecto.
      Cuando el poder supo controlar le sexualidad y a través del deseo vender un montón de necesidades innecesarias. El sexo lo fue todo, ocupó todos los canales de comunicación, el mundo no habló de otra cosa que no sea el sexo.
      Yo he vivido épocas mojigatas, pacatas y etcéteras y también he vivido épocas libertinas, librepensantes y etcéteras. Sin embargo me preocupo por pensar... y pensar implica saber que la sexualidad es una de las cosas más importantes de mi historia personal... y pensar implica no dejarme manejar por eso.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Sólo está sola

     Está sola, sabe que no es importante pero sigue estando sola.

     Salió de la casa, se sentó en el escalón de la entrada, subió las rodillas apoyando plenamente las plantas de los pies descalzos en el piso frío, se tapó la cara con ambas manos y en una actitud que podría ser un cliché de una película de Almodovar, se puso a llorar.

     Entró a la casa, puso en el reproductor el último disco de Ismael, chequeó en el teléfono la cuenta de face y miró a su alrededor. Una lágrima, como en el tango, se deslizó por su mejilla y cayó sobre la... no, la atrapó con la mano para evitar que caiga al piso ¿y moje la alfombra?¿ensucie?

     Se despierta, detiene la alarma del teléfono, toca la cama vacía, se queda mirando el techo, piensa que está sola, cree que eso es importante...
     Se despierta, detiene la alarma del teléfono, toca en la cama otro cuerpo, vacío, se queda mirando el techo, piensa que está sola, cree que eso es importante...

     La soledad no es un sentimiento, es un estereotipo, una imagen creada por un grupo de poetas sin talento.

     Y sin embargo duele.







martes, 10 de diciembre de 2013

Sobre el sueño y sus defensores




     Cuando se lleva a dormir a los niños se les cuenta un cuento maravilloso con algunos condimentos de miedo para que abracen la sábana y se sientan protegidos en el cobijo de sus padres.
     Cuando los adultos se van a dormir, prenden la televisión... y yo no quiero sacar conclusiones.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

04/12 Reflexión

No me parece casual.
En mi paranoia crónica y endémica
que algunas personas reconozcan su nazismo
y no pase nada...
No me parece casual.
En mi paranoia crónica y edénica
que todos desgarren sus vestiduras
frente a "lo que ha bajado la educación"
desde que dejamos entrar a esos negritos.
No me parece casual.
En mi paranoia crónica y enferma
que brote un manantial de bronca racista
en los discursos de mucha de las gentes
que consideran que otras gentes
no son gentes.
No me parece casual.

Me parece triste.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Una muchacha sonríe

     Se sienta en la punta de la barra. El resto de la gente están todos sentados en sus mesas, en grupos bulliciosos hablando de la nada.
     Cuando entra, ella sonríe, antes y después de sentarse, sonríe, mientras pide una Coca Zero, sonríe, cuando le traen un vaso con dos cubitos de hielo y una Coca común, sonríe, no se queja. Y está allí, en el extremo de la barra más cerca de la mesa, sonriendo.
     Me distraigo mirándola. Me imagino que espera a alguien no sólo por su sonrisa sino porque bebe de a pequeños sorbos como dilatando el tiempo en una sonrisa congelada para siempre por dos cubitos de hielo derritiéndose.
     La veo de perfil, ocupo una mesa bulliciosa muy cerca de ella, de sus ojos claros y de su sonrisa que poco a poco va perdiendo vida y sonríe. La sonrisa no se desdibuja nunca, pero uno puede percibir que un poco de la nada que se habla entre las mesas a entrado por sus ojos.
     Sus ojos brillan y ella sonríe mientras dibuja sobre la barra con su dedo índice; pero la barra está limpia y los garabatos pierden su referencia en la inmediatez de un trazo como los "te amo" de noches solitarias que se desvanecen ni bien ha terminado el dibujo de cada letra.
     Sonríe, mientras traza su efímero arte de escribir sobre el mostrador. Sonríe en una máscara eterna.
    Ya hemos tomado tres cervezas en nuestra mesa mientras la muchacha de sonrisa eterna, sola, continúa con su Coca. La música es horrible como en todos los lugares donde uno va a comer.
     Ella sonríe y mueve los labios como si cantara la letra. La miro fascinado; ella no canta, sigo los movimientos de sus finos labios y me doy cuenta que ella habla en un acto tan efímero e inútil como el de escribir con el dedo sobre una barra limpia. Habla, mueve la cabeza, asiente, niega, todo muy sutilmente; casi imperceptible y continúa con su sonrisa y con su Coca, eternas.
     Ya pasaron tres horas y ella sigue sonriendo en la esquina de la barra de un bar-comedor-pub. Habla con la moza, la moza sonríe, se pone seria, mira en tono de pregunta, dice algo como preocupada; ella, en cambio, sólo sonríe y habla con el que parece ser el mismo tono con el que le hablaba a la mesa.
     Se para y se va. La moza la sigue. Hablan en la esquina, yo las veo porque justo salimos, saludo a una amiga, charlo con mi hijo y la veo. Ella y la moza hablan. El tono es normal. Se saludan y la moza vuelve y ella se va y yo podría haber inventado una historia cursi a partir de esa muchacha que sonríe pero no quiero. Estoy tratando de atrapar esa imagen doliente porque no creo que necesite historias para ser contada.
     Una muchacha sonríe aunque el mundo se acabe, esa muchacha sonríe.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Verdades como que casi

Pongámonos de acuerdo, hay dos verdades casi que como indiscutibles:
1) Nacemos con el único objetivo biológico real y determinado de morirnos.
2) Hacer el amor debe de ser el único acto que sostiene nuestra conciencia a este deseo de seguir caminando hacia la inevitable muerte.


Pero hagamos salvedades que no salvan a nadie.
1) Hay gente viva que parece que está muerta.
2) Hay gente que no tiene idea de cómo se hacen ciertas cosas.

despedida...

Partamos de un a priori:
"la vida es una mierda"
una verdad casi que innegable
desde el momento en que el oráculo
nos designa el terroso futuro.

En ese estiercolado recorrido
de los lindes a los lindes
el intento no es evitadórico.
Todo lo contrario,
aún maldiciendo el alto cielo
uno da gracias a la prórroga existencial
llamada vida.

Partiendo de ese axioma
lo nuestro ha sido bellamente eterno
por el tiempo efímero del infinito.

Hoy sólo el silencio nos aúna
y como nadie se muere de amor
hasta luego y adelante.

Que nada ate a la agonía
la existencia ni la vida.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Callar en silencio.

Callar
mirar
no hablar
porque el silencio llena de pesadez el vacío
el vacío pesado de silencio
Las palabras huecas se rompen al chocar
con la lengua muda
que habla
que no sabe de besos.

Callo
miro
no hablo
porque continúas llenando de vacío
la distancia de los cuerpos
con palabras que se estrellan
y revientan en silencio.

Calla
mira
no habla
porque trata de entender la caricia
sobre el enunciado inútil de tus labios
saliendo al cruce
cerrando pasos
que revientan en besos

Callás
mirás
no hablás
porque no soportás la vacuidad
balde lleno de palabras
infinito de arenas de niña que juega
hasta que crece
y le tapan la boca en un tierno silencio

lunes, 11 de noviembre de 2013

En la mañana




    Me despierto, a la mañana. Con el sueño de quien va a donde no quiere.
    Cepillo los dientes, lavo mi cara y cuando estoy a punto de apagar la luz, cuando mi dedo ya ha accionado el interruptor, justo antes de apagarse la lámpara noto que mi reflejo sonríe como ríe el que sabe que alguna vez tendrá su venganza.
    No vuelvo a prender la luz. Me voy a calentar el agua para tomar unos mates y olvidarme antes de salir de mi casa a este mundo que posiblemente sea sólo el amargo reflejo de otro mejor.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Llueve irremediablemente

¿Dónde caen?
¿Dónde se amontonan?
¿Dónde van a parar?
Cada una de las cosas que no pudieron ser
Cada una de las gotas que se negaron a caer.

Sólo el silencio puede responder
y callas
mueves tus labios tan sólo para un beso
que me llena de silencio.

viernes de lluvia



La lluvia
tranquilamente
se acuesta en la calle
para vernos pasar

de pronto
un auto la atropella.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Jugando en casa

Jugábamos a las cartas. Era pequeño y todos jugábamos a las cartas. Cada persona en el grupo familiar tenía su juego determinado y uno, en su condición de niño, seguía al maestro de cada disciplina cartística.
Mi hermana me enseñó el roba montón. Mi abuela, la escoba. Mi padre, el chinchón. Mi hermano, el truco. Mi madre, la canasta. Algún amigo, el jodete. No era un juego justo, la mayoría de los enseñantes permitían que sus enseñandos ganaran los primeros juegos como estrategia insentivadora.
Así uno iba de sujeto en sujeto aprendiendo juegos que por lo general requerían una cantidad par de participantes.
Una navidad me regalaron “El Estanciero”. Luego mi hermana trajo, primero prestado y luego lo compró, El TEG. Ahora todos nos sentábamos en torno a la mesa. Ya no había alguien que enseñaba y otro que aprendía, todos habíamos aprendido a jugarlo al mismo tiempo. El juego podía desarrollarse de manera divertida aunque muchas veces se podía llegar a la violencia verbal y alguna que otra voladura de tablero.
Un día descubrí a un amigo jugando con un “Simón”, juego solitario si los hay... cuatro colores, cuatro sonidos y la condena a repetirlos eternamente. Creo que sin darme cuenta comencé a comprender, ese día, el mito del eterno retorno. Una obra maestra de la alienación repetitiva.

El primer flipper que vi estaba en un bar. Aún lo mecánico mandaba. La bola, las palancas, eran objetos concretos que se veían modificados por la intervención física. Movías el juego y la bola cambiaba su dirección.
En la casa de unos primos de “buen pasar” (diría mi tío) conocí lo que sería la primera consola: una serie de rayitas y puntitos blancos sobre fondo negro con una cantidad limitada de movimientos y un sonido metálico. Lo digital dominaba por sobre lo mecánico.Las velocidades del juego era la única variante admitida y se pasaba de una velocidad “durmiendo la siesta” a “corro fórmula uno” en diez a quince golpes a ese puntito blanco que se desplazaba en líneas rectas por el plano.

Poco a poco los centros de las ciudades se fueron poblando de locales con juegos de video. Horas enteras pasábamos; el objetivo era durar el mayor tiempo con la menor cantidad de fichas gastadas. Había logrado pasar una hora entera con una sola ficha en el Wanderboy y no se podía más porque llegaba al final. La primera vez que la policía me detuvo lo hizo porque siendo menores de edad estábamos en una sala de video juegos después de las 22...
Era adolescente cuando comencé un curso de computación. Aprendíamos Basic en unas TI 90 y cobol en Radio Shack. Nuestro único objetivo era diseñar juegos. Luego de las 200 líneas como máximo de comandos que aceptaba la Texas Instrumets (12 K de memoria) debíamos grabarla en un casete de audio y lo único que habíamos logrado era un conejito que cruzaba el río saltando de tronco en tronco.
Por fin llegó el Family, un juego que todos podíamos tener, con mayor o menor esfuerzo. Para abaratar costos nos prestábamos los módulos de juego. Con los videojuegos uno debía salir afuera, pero el family presentaba una diferencia, uno podía permanecer encerrado. Ya no se dependía de los otros ni del afuera.
En esta nueva lógica de juego se fueron perfeccionando las consolas. Desde la Commodore 64, que era una mini computadora (para nosotros genial porque tenía una definición de colores increíble para quienes habíamos nacido en el blanco y negro y porque venía con Joystick -que era una palanca y un botón, y nada más que eso-) hasta la Play Station solo había que mover los dedos.

Desde la PS2 surge el concepto de interacción pero en el mundo virtual, no salís a jugar con amigos sino que entrás a encontrarte con compañeros de juego. Comienzan los juegos en red.
Luego la Wii incluirá movimientos más allá y más acá de los dedos.
Hoy hay consolas que reproducen el entorno virtual del juego. Volvemos al juego compartido pero los compañeros no están necesariamente cerca de nosotros.

Entonces, ahora, no me siento a enseñarle a mi hija cómo jugar; me siento con ella y entre los dos tratamos de divertirnos, no sin cierta nostalgia, no sin cierta tristeza.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Un examen con L.

    Estoy sentado. Miro la puerta. Tengo ganas de terminar. Estuve todo el día sentado en el remís. No tuve tiempo para repasar. Finalizar la jornada con un examen es un poco plomo. 
    "Historia del arte" me gusta; pero el profe hace rato que no tiene ganas de dar esta materia; ya está viejo.
Se abre la puerta y Ana sale llorando. Siempre alguien sale llorando en los exámenes del profesor L. 
    La puerta está abierta. Me toca a mí. Me levanto. Entro. Me siento. Miro a los tres profesores. La profesora E pone cara de circunstancia, como diciendo “yo no fui”. 
    L. levanta un Pijoán, lo abre en la página central y pregunta:
- ¿Qué estilo es este cuadro?
- Barroco- Respondo.
- ¿Por qué?
    Y yo le cuento que el frontis esto, que la columna aquello, que la disposición de las figuras, que las ropas... y entonces hablo de la época. El profesor L interrumpe mi relato. 
    Pasa a otra pintura.
- Sí, también hay una vestida. - comento al pasar.
    En ese momento discutimos sobre si la duquesa de Alba era o no ligera. Yo pienso y le digo que no me importa, que al arte no le importa la vida de la duquesa, que al arte le importa lo que pintaba el sordo. Él me dice que no comparte mi opinión. Presentamos distintos argumentos. Yo no lo convenzo. Él no me convence. 
    No sé cómo pero de ese cuadro llegamos al arte actual. Creo que fue otro, el que imita a las meninas, que retrata al rey, que se burla del rey. Sí, seguro hablamos de la imbecilidad del Rey. Hablamos de la intertextualidad. Hablamos del agotamiento de los temas. Foucault, el lenguaje al infinito y así llegamos al arte actual.
- Culasso, a usted le gusta esta obra.- me muestra algo de Pettorutti
- Sí. -respondo sin mirar. Respondo porque sé dónde quiere llegar.
- Yo no le encuentro sentido. -dice categórico.
    Y hablamos de si el vacío de sentido puede ser o no un sentido. En la discusión incluso levantamos el tono. Los otros dos profesores miran. La profesora E plantea su opinión, me parece interesante lo que dice. La profesora N calla, no creo que entienda de lo que estamos hablando.
    De pronto, me despide. Miro el reloj. Han pasado 30 minutos. Me entrega la libreta. Tengo un diez... 
    La pasé cómodo, incluso me permití reflexionar sobre algunas cosas estudiadas.

    Y pienso en cuál puede ser la diferencia con Ana. 
    Y sé que puedo suponer muchas cosas: la diferencia de edad (yo tengo 26 y Ana solo 18), el trabajo, los hijos, los libros leídos, la atención en las extenuantes clases. Sé que puedo suponer muchas cosas, pero sé que no lo puedo saber porque no hay una instancia más subjetiva que la de una evaluación.

Nos los dos

Nos miramos los dos,
sin tener muy en claro
qué hacía yo a tu lado
qué hacía tu lado a mí.
Nos  evadimos los dos,
escapando las miradas;
eras mi mañana
pero yo era tu ayer.
Nos despedimos los dos
sabiendo que al final
ya nada importa
tan sólo lo vivido
en un segundo
muerto.
Nos los dos
mirando evadirnos despedidas
amén.

Viernes en la noche




- ¿Qué vas a hacer?
- Nada.
- Qué aburrido que sos.
- No, el aburrido sos vos que necesitas hacer algo para divertirte...

jueves, 24 de octubre de 2013

Puntos de vista

No te esfuerces tanto,
no te ven,
tu imagen no es real
es una excusa para ver lo que quieren
(para bien o para mal)
ver en vos.

Esfuérzate menos,
vos también está ciego
y ves en los demás,
lo que creés
(para bien o para mal)
ver y nada más.

No te esfuerces tanto ni tan poco,
todo es un simulacro vincular
que nadie parece saber jugar.

Es posible que esto no sea lo que querés leer
pero en mis ínfulas tiresianas
escribo lo que quiero pensando que lo quieres.

miércoles, 23 de octubre de 2013

El plagio

     Nadie lo vio llegar a su cama en la anónima noche; pero al día siguiente nadie ignoraba que era un plagio. A nadie le importó que él dijera que venía del norte, de algún lugar del que prefería no acordarse, no era necesario; su imitación y falta de originalidad se olían como perfume parisino.
     Algunos vecinos alegaban ver entrar y salir por la puerta de atrás de la casa a un ser despreciable que debía de extorsionarlo.
     Las habladurías lo lastimaban pero recostado en la cama sus heridas sanaban mágicamente como si estuviera en un lugar sagrado.
     Se propuso entonces soñar un autor que lo justificara a él como personaje. Y soñarlo con tanta minuciosidad que se impusiera en la realidad...
     Si tuviera autor, evitaría el plagio.

     Primero fue solo ruido y furia, sueños sin sentido.
     Luego de mucho intentarlo el proyecto fue tomando forma y el autor fue surgiendo como sin quererlo detrás del papel.
     Levantó la cabeza, leyó las palabras y las borró a todas porque le parecían copiadas de algún lado.

jueves, 17 de octubre de 2013

Se ha dicho





Uno, dos, uno.
- ¿Vos?
- Sí, yo.
- ¿Hasta cuándo?
- Hasta que yo quiera.
Cerró la ventana y me quedé fuera.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Un río gris en la oscuridad de la noche

     Es de noche, muy de noche, noche profunda por oscura y oscura por cerrada y cerrada por misteriosa. No es que yo sea cagón; pero estas noches me dan un poco de miedo. Siempre me ha dado un poco de miedo no ver; que la luz de la luna no se apiade un poco de mis ojos.
     Cuando hay luz todo se hace más superficial, más claro, más visible y el miedo desaparece; pero a medida que la oscuridad avanza lo playo se hace hondo y lo hondo se hace profundo y en la profundidad de la noche hay tanto para pensar y tan poco para distraerse; dis-traerse, traerse fuera, fuera de esa profundidad agobiante, devenir superficial y perder el miedo.
     Camino sobre el verdor húmedo de la orilla del río gris, el río me da miedo cuando la noche es profunda. Lejos del río es peligroso... o no, no sé... lejos del río en la noche oscura se pierden las referencias y uno no sabe dónde camina, y uno no sabe dónde está, y uno no sabe dónde se dirige.
     El río inmóvil, en cambio, está ahí y siempre estuvo como referente eterno (ha estado antes de que yo existiera y estará después de mi extinción), como símbolo del largo e interminable recorrido de la vida.
     En el río gris, manchas lumínicas se deslizan a gran velocidad, juguetean con mis ojos que parecen cerrados de tan oscuros. La noche es profunda, oscura, cerrada, misteriosa pero los peces luminosos alegran mi existencia, tranquilizan mi temor.
     Apoyo un pie en el río gris, duro y frío; pongo el otro. No veo nada. Mis cuatro extremidades en contacto con el río y me deslizo, lentamente, tratando de descubrir el piso en cada paso. Un brillo repentino me permite ver mis manos, mis peludas manos apoyadas en el gris y me doy cuenta que es un brillo, un brillo veloz del río, y levanto la cabeza y lo veo fascinado y veo cómo viene hacia mí para salvarme de la oscuridad.

     Sabe que es imposible cualquier maniobra y decide golpearlo con el costado del vehículo. Siente que la rueda derecha pasa sobre el cuis y lo percibe mullido y cómodo. Sabe que no ha dañado nada del auto y sigue su camino sin detenerse. Solo se queda pensando en algo de esos ojos locos, iluminados, fascinados que lo miraron directamente como si le hubieran visto el alma.
Piensa en esos ojos unos kilómetros y después se olvida.

sábado, 12 de octubre de 2013

12 de octubre

     Los llevaba en un bolsa atada al costado del caballo. Galopaba tranquilo, el día había sido provechoso. No era fácil tener trabajo en la Patagonia, uno tenía que ser un hombre fuerte. Hoy había sido un día provechoso, llevaba su bolsa llena y en la Williamson Balfour le pagarían muy bien. Podría pasar ese fin de semana tomando tranquilo, sin preocuparse; conseguirse una mujer quizá, una que acceda hacerlo con él, aunque sólo sea por dinero pero esto de tener que forzarlas ya no era tan placentero como antes. Incluso intentó usarlas después de muertas; pero, a él, eso no le parecía bueno, había que respetar ciertas cosas. Siempre era mejor pagar una mujer que usar una india.
     Llegó a la entrada de la Williamson Balfour, allí estaba siempre a la espera Brian, una especie de ratón de biblioteca orejudo y rodeado de papeles. El jinete tiró la bolsa sobre la mesa con desprecio, la bolsa chorreaba un espeso líquido amarronado.
El contador (era el que contaba) vació la bolsa sobre la mesa y comenzó a contar las orejas o las bolsas testiculares que se desparramaron manchando de sangre todos los papeles. Pero las manchas de sangre no molestan, las manchas de sangre son habituales en estas empresas. Anotó la cantidad en un cuadernito, sacó de su bolsillo unos billetes y se los dio al jinete.
     El jinete miró con enojo y el orejudo anticipó el reclamo ya de espaldas y sin mirarlo.
- Ya hay mucha gente que hace lo mismo, el precio por unidad ha bajado.
     Se fue con lo que le dieron sin chistar a gastarlo en bebidas y mujeres; total, parece que no se acabaran nunca los indios para matar.

     Al cierre del acto, la maestra en su prolijo guardapolvo blanco, dijo a todos los alumnos: "Y este día es para reflexionar que el país somos todos y no porque le demos valor a los "indios" vamos a dejar de reconocer el esfuerzo y el valor de nuestros inmigrantes y de todos los que vinieron a poblar y traer cultura a estas tierras."

     El acto terminó; pero algunas cosas, no.

viernes, 11 de octubre de 2013

Diversidad

     Ella iba, como todos los días, al trabajo... No, mentira; no era como todos los días. Esta vez se sentía mucho mejor; realmente haberse puesto tetas la completaban, sentía las miradas de los otros sobre su persona, se sentía mucho, muchísimo más segura. Ese día antes de salir, se había mirado detenidamente en el espejo... comenzaba a gustarse.
     Se puso el jean ajustado, se ató su coleta ligeramente cana (nunca había querido teñirse) y se afeitó prolijamente (la depilación definitiva sería la solución pues el tratamiento hormonal evidentemente no alcanzaba). Estaba contenta, por fin había encontrado un trabajo en el cual la aceptaban sin pedirle que se disfrazara de lo que no era, de lo que un médico alguna vez dijo equivocadamente y que ahora, por suerte, había podido ser corregido incluso legalmente.
     Caminaba contenta, un poco más contenta de el resto de los días. Miró, en la entrada de su trabajo un grupo de estudiantes esperando entrar y pensó que era bueno que desde niños vean toda la variedad que somos; porque ahí, en su trabajo, había de todo y eso estaba bien (qué diferente adolescencia había tenido que vivir ella). Sonrió un poco más y entró ligeramente más contenta.

- No puede ser... - le salió del alma con un desprecio que oscilaba entre el asco y la risa -y nosotros le pagamos el sueldo a estos.- Concluyó la docente mientras lo miraba entrar.
     No comprendía bien cómo se permitían esas cosas. A esos ridículos habría que obligarlos a vestirse como se debe; pero claro, en los laburos del estado además de no hacer nada cada uno va como quiere.
- Qué pueden aprender los chicos con este señor con tetas disfrazado de mujer con notoria sombra de barba...- pensaba para sí.- Estas ridiculeces, por suerte, se ven en Buenos Aires o en Rosario, pero en el pueblo aún no. - se consolaba. Da vueltas la cabeza buscando complicidad con algún colega, otro que comprenda la indignación que siente ("no, con ese no, ese siempre pensó cosas raras") por fin encuentra otro que mira al tarvesaño con el mismo asco que ella siente y vomita su asco en una frase.
- ¿Viste eso?, ¿podés creer? ¿sabés lo que haría falta acá? - suficiente, toda una ideología política y una forma de pensar el país expresada en tres preguntas retóricas. El otro sonríe con desprecio y agrega el remate necesario.
- Y qué querés... si nadie controla.-
     Control, orden, son palabras que les gustan mucho a ambos.

     Un alumno los escucha, comparte la opinión de sus profes, sabe que eso está mal. Sabe y le duele. En casa fue muy doloroso cuando ella, su hermana, vino con "esa" a dercirles a sus padres... a contarles sobre su desviación... sobre su enfermedad... a él le gustaría ayudar a su hermana a entender y entiende a su padre cuando le pegó esa trompada; lo entiende porque entiende el dolor de su padre viendo a su hija equivocarse así... y además mostrarlo a todo el mundo... por qué no lo hacía callada, sin que nadie se enterara... la cantidad de chistes que había tenido que aguantarse habían sido demasiados y eso también era culpa de su hermana.
     Él entendía a sus profesores y compartía lo que decían (a dónde vamos a ir a parar) y le hubiera gustado decir algo pero no podía porque algún idiota podría saltar con lo de su hermana... y se acumula rabia.
Frente a él pasa un compañero que todos saben que es medio maraca y no sabe por qué pero le mete la traba. El muchacho cae y se queda en el piso dolido.
- Levantate, marica de mierda. - le dice el mismo responsable de su caída liberando en esa frase la bronca contenida y habilitada por el comentario de sus dos profes.

El muchacho está a punto de llorar.
Los profes molestos de que otra vez sea el mismo el que está en el piso.
Ella ya está adentro del trabajo y sonríe pensando que existe la diversidad, sonríe con ingenuidad convencida de que un par de leyes son suficientes para revertir toda una cultura.
El muchacho sonríe, meter esa traba -el traba, la traba, la torta ¡qué torta se dio!- fue como humillar a su hermana, esa que carga el desprecio de toda su familia. ¿Por qué tiene que haber gente rara?¿Por qué no son todos normales?
Los profes sonríen porque el día siguiente no tedrán que aguantar a estos pendejos maleducados ya que hay un curso sobre Bullyng.
El muchacho en el piso está a punto de llorar.

martes, 8 de octubre de 2013

La de todos los dones

    El producto de Hefesto, encargo de un Zeus molesto, trae al mundo de los humanos su bendita-maldita cajita. Y tan mal abierta ha sido esta caja en las lecturas de un Occidente más calmo de guerras y pasiones que aquellos belicosos aqueos próximos al idiota de Epimeteo y lejanos en generosidad y espíritu paciente del "entrañable" Prometeo.
     La bella Pandora trae a cuidado su cajita bendita y maldita con la orden de sacrificar la curiosidad en pro de la tranquilidad.
    Ella quizás por suerte elige el mejor de los males, porque nadie sería capaz de sacrificar su deseo de aprender y de conocer en favor de una aburrida y calma inmortalidad. Nada sería más terrible que haber optado por la eternidad y sanidad de una especie que no ambiciona descubrir lo desconocido (un sin fin sin sentido de una existencia sin deseo).
     De la ausencia de deseo Pandora nos libera al abrir su maldita cajita bendita.
     Pero lamentablemente deja atrapado en el fondo oscuro del ser humano el peor y más terrible de los males: la esperanza. Muchas veces la maldita esperanzo obliga a los condenados a soportar su infesto destino dándoles la confianza de que de algún modo y alguna vez casi milagrosamente podrían ser salvados del suplicio... y el condenado se queda ahí parado de espalda a los azotes del destino sin dar un paso siquiera al costado porque tiene la estúpida, dañina, maligna esperanza de que algo va a cambiar aunque él no haga nada. Sus entrañas son comidas día por día y su piedra se desliza cuesta abajo otra vez y los dioses trazan surcos en su lomo y su destino se cumple inalterable.
    Personalmente prefiero la cercanía temerosa de las parcas si no me privan de la curiosidad a una ataráxica existencia eterna y sin sentido en un ciclo que retorna a cumplir siempre lo mismo... y la esperanza, bueno, la esperanza es eso que no nos deja actuar esperando que las cosas cambien por sí solas.

Epifonema: Te dan esperanza quienes quieren que te quedes esperando y haciendo nada.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

fraserología

Tengo a la vez, una memoria tan pródiga y tan pobre que la mayoría de las veces dudo de que haya algo (aunque tan solo sea una palabra) en lo que diga o escriba a lo que pudiere decir que me pertenezca o sea legítimamente propio.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Haikus

Nocturno



el alma mía
como era muy tarde
durmió a tu lado





Amaneciente

Desperté tarde
miré la prisión reloj
no me perdonó




Fugaz

Río de Heráclito
pasar de la pesada
agua del tiempo


martes, 10 de septiembre de 2013

Los contrincantes

     Eramos (debería decir "somos") enemigos o contrarios ideológicos. Por algún estúpido enfrentamiento que ya no recordamos, cualquier cosa que yo diga o proponga será contradicha por él y de igual manera cualquier cosa que él sugiera yo encontraré la manera de contradecirla. No hay muchas razones para ello y muchas veces nos hemos encontrado argumentando a favor de ideas que originalmente no aceptamos sólo para llevarle la contraria al otro. Creo que pensar distinto que el otro es parte de nuestra identidad intelectual.
     Un día se acercó y en tono de epistemólogo francés de mediados del siglo XX, me dijo:
- Nunca confíes en los consejos que te da alguien pagado de sí mismo.
     Casi caigo en el engaño. Estuve a punto de decirle: "y por qué debo confiar en lo que vos decís" pero me di cuenta a tiempo y me callé un segundo para pensar. Me daba rabia, sentía bronca e impotencia por no encontrar la salida de esa paradoja.
     Él me miraba y sonreía sabiéndose ganador de esta contienda. No había forma de que lo contradiga sin aceptar su consejo. Entonces, levanté la cabeza con la mirada de quien acepta su derrota (él miraba victorioso) y le dije:
- Tenés razón.
     Miró desconcertado; bajó los ojos y luego la cabeza en señal de derrota y se fue.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Dos gorditos

Los miro y en sus movimientos involuntarios parecen hablar. Entonces imagino lo que dicen mientras su espíritu se convierte en un charco de agua.

- ¡Qué calor! No aguanto más este calor... y eso que aún no llegamos a primavera. Bueno, en verdad dudo que esta vez lleguemos a primavera.
El gordito habla o me lo imagino hablando mientras una bandada de gotas cristalinas recorren desde su cabeza, acarician y humedecen su cara y se deslizan suavemente por su esférica barriga.
- Con cuánta gana me mudaría al polo, con cuánta gana...
Dice el otro, que por estar justo bajo la sombra de un árbol, desagua a menor velocidad que el primero.
- Yo no, un amigo de por allá me dijo que recorre el lugar un monstruo de 8 pies de altura y una facha de muerto resucitado que da miedo mientras repite "Víctor, ¿por qué Víctor?"
- Algo oí, pero también de una ballena gigante, blanca... que anda comiendo navíos.
- Eso es mentira.
- No, no es mentira. Me lo contó Ismael.
- Bueno, qué importa. Ya no aguanto más este calor.
- Vayamos el polo... yo no aguanto más...

Y no aguantó más; la grande y redonda masa de nieve que formaba su barriga se convirtió en nada y su cabeza mientras se deformaba en el piso perecía repetirme.
- Ya vendrá Cronos también por ti.

Yo prefiero no pensar más y mirar cómo el segundo muñeco se derrite sin decirme nada, ni de monstruos, ni de ballenas ni de dioses hambrientos.
Y tomo una cerveza mientras pienso: ¡Qué calor!¡No aguanto más este calor! Con cuánta gana me mudaría al polo...

sábado, 7 de septiembre de 2013

La telaraña

     Recorre el lugar mientras piensa el lugar como quien piensa cada uno de los objetos que los componen.
     Saca Uno y lo mira, detenidamente; y lo admira, infinitamente; tan completo, tan único, tan innecesario. Y lo vuelve a guardar, en su mismo lugar, en su mismo orden, en su misma unidad.
     Recorre el lugar a paso lento y tranquilo y saca Otro y lo mira, detenidamente; y lo admira, infinitamente; tan completo, tan único, tan innecesario, tan individual. Pero antes de volverlo a guardar se da cuenta que hay algo, algo pequeño, casi imperceptible, del Uno en el Otro o del Otro en el Uno.
     Recorre el lugar buscando un Tercero que llame su atención. Lo encuentra y lo mira, detenidamente; y lo admira, infinitamente; tan completo, tan único, tan innecesario, tan individual, tan colectivo. Busca entre las páginas y encuentra algo del Uno y encuentra algo del Otro.
     Recorre el lugar y un Cuarto y un Quinto y un Sexto y todos se entrecruzan y todos se mezclan como si fueran uno sólo, gigante y fragmentado, como si fueran un fragmentado gigante solo.
     Recorre el lugar y en el séptimo se detiene; porque el siete siempre ha tenido algo de infinito y algo de pantalón roto y algo de robo y algo de enano y algo de pecado.
     Decide que en ese lugar no hay muchos, decide que en ese lugar hay uno solo, un gigante y fragmentado monstruo polimorfo que seduce, que ama, que lastima, que encierra prisioneros en su seno por igual a Tánatos y a Eros. Decide que ese lugar que él tiene a cargo, que ese lugar que él cuida es una gran telaraña para atrapar las almas, que es una gran telaraña producto del cielo y del infierno al mismo tiempo.
     Y después de pensar, o de darse cuenta o de construir con su mente el sentido de su trabajo se va a sentar el pequeño bibliotecario a la mesa de entrada a esperar que una incauta alma venga a pedir el primer libro de esta endemoniada y divina telaraña.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Un ruido lleno de historia contado por una furia

     Más agua, necesito más agua... siempre está sucio. Es el viento, es el lugar... yo no sé cómo hacen otras. Lo deben dejar sucio; eso es lo que pasa, las otras no se preocupan tanto por la limpieza como me preocupo yo. Es al pedo, debería relajarme más... pero no puedo, no me banco la mugre. Esa mugre que se agarra y no te suelta; esa mugre que se prende, que se impregna.
     Más agua, necesito más agua y más jabón. Seguro que las otras no se hacen tanto problema con la suciedad. Yo no sé como hacen. Últimamente ni él me entiende; últimamente está tan sucio, me da asco, todo sucio, todo manchado, todo impregnado.
     Más agua, necesito más agua...

     El criado harto de escuchar siempre el mismo monólogo de su reina escocesa, la agarró del vestido y la arrojó por la ventana del castillo.

-¿Qué es ese ruido?- pregunta el rey.
- Mi señor, la reina ha muerto. -contestó el criado
- Había de morir tarde o temprano. Mañana, y mañana, y mañana se arrastra día tras día hasta la sílaba final del tiempo escrito, y la luz de todo nuestro ayer guió a los tontos hacia la muerte. La vida es un cuento que cuenta Faulkner, lleno de ruido y de furia, y que no significa nada.

El criado harto de escuchar siempre el mismo soliloquio de su rey escoses,
lo tomo del manto real y lo arrojó por la ventana del castillo.

- Mierda. -dijo el criado- He de quedar como rey... ¡Córtenle las orejas a todos los espectadores!

¿Tenés fuego?

     Todos los días el ave viene, todos los días el ave destripa, todos los días arranca las entrañas y allí mismo, frente a Prometeo, las come. Prometeo la mira; después de tantos años, décadas, siglos, milenios, infinitos, la costumbre ha hecho que lo normal no duela, que la rutina que antes fuera sufrimiento ahora sea hábito esperado.
     Todos, los dioses y los hombres, han olvidado a Prometeo; sólo el ave comedora de entrañas que recuerda día a día ir hasta su prisión de cadenas a comer su rutina esperada lo conserva en el recuerdo.
     Un día la longeva ave morirá y Prometeo sufrirá su mayor tormento; caer en el definitivo olvido, en la irreparable soledad.

martes, 3 de septiembre de 2013

Episodio de fiebre amarilla

Me agacho a cerrar el portafolio de mis herramientas, sé lo que van a encontrar aún sin saberlo, la escena se repite en distintos grados de patetismo pero en el mismo grado de pobreza. Me agacho a cerrar el portafolio y observo entre las piernas de Roque y Manuel. Me agacho y observo a Ana, en el piso; Ana, muerta, notoriamente muerta; Ana, en silencio; Ana, calmada en la muerte y calmada en el llanto de su criatura que lucha desesperadamente por amamantarse y no puede. La criatura que llora todo su hambre y no puede porque Ana, en un acto de amor, de crueldad o de ternura tiene la blusa abotonada hasta el cuello.

La blusa abotonada, una cuchara sucia, una taza que contuvo caldo, todo en el piso junto a la muerte de Ana en silencio quebrado por el llanto de vida del niño que tiene hambre. Ana se supo enferma y Ana no quiso dar de mamar su amarilla muerte; intentó quizá el caldo y el chico no quiso y el niño no quiere y el niño tironea la blusa que lo separa, con férreos botones de su teta, de su alimento y lo llevan al hambre, a la agonía de sentir su deseo insatisfecho. Y es ese llanto el que se sabe vivo y es el silencio de Ana el que se sabe muerto.
Me agacho a cerrar el portafolio y un muchacho de la otra habitación, la de la izquierda, sostiene la puerta. Yo miro entre las piernas. Roque habla de dos muertos, pero desde donde estoy solo puedo ver a Ana en silencio y a su bebé que llora. Manuel se toma el pecho, porque sabe que llegó tarde, porque sabe que no tuvo tiempo, porque sabe que la fiebre (no importa si llega o no llega él) se llevará los pobres a un amarillo tiempo, lejos de medicinas y de doctores... al silencio.
El bebé llora porque tiene hambre. El bebé llora porque está vivo. El bebé llora porque estar vivo es tener hambre. El bebé llora porque la vida duele.
Y yo cierro el portafolio y yo me voy; porque no quiero sentirme vivo; porque sentirme vivo significa que me estoy doliendo.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Y Dios dijo... y se hizo

¿Algo existe porque el sistema me lo impone?
¿Algo existe porque lo venden?
¿Algo existe porque lo necesito?
¿Algo existe porque lo creo (de crear y también de creer)?
¿Algo existe porque sucede?
¿Algo existe porque lo oigo?
¿Algo existe porque lo veo?
¿Algo existe porque lo pienso?
¿Algo existe porque lo siento?
¿Algo existe porque lo amo?
¿Algo existe porque me río?

Sí, no, tal vez todos, parte, ninguno...

Una sola cosa es segura, existe porque lo enuncio: la ontología del ser es estar "sujeto" a un enunciado del cual se "predica" algo.

Y la pregunta que hueva la gallina es qué palabra habrá hecho a Dios o qué Dios habrá hecho la palabra.

Honestidad brutal

- ¡Hola!
- ¡Hola!
- ¡Qué gorda que estás!
- ...
- Che, no te pongas mal, vos sabés que siempre digo la verdad.
- ...bueno; sí, estoy un poco por sobre mi peso.
- ¿Y te pone mal estar gorda?
- Y... sí...
- Vos siempre te preocupaste por estupideces y no por cosas serias.
- ...
- Y el idiota ese con el que salías.
- ¿Quién?
- Ricardo.
- Me casé con él...
- Uf, qué mala suerte que tuviste, pero bueno, seguro que tampoco te recibiste... como nuca te dio la cabeza para mucho.
- No, sí, soy maestra.
- Bue... maestra... yo decía recibirse de algo... de algo de verdad...
- ...
- Che, no te pongas mal, vos sabés que siempre digo la verdad.
- Y sí, que iba a esperar... vos nunca creciste como para reconocer entre la mentira y el tacto.
- Pero andá a cagar... si hay algo que nunca me banqué es la gente que necesitan que le mientan todo el tiempo.

lunes, 26 de agosto de 2013

Navegando en el silencio

     Un gran amigo, de esos que duran los siglos que tarda una noche de alcohol en disolverse en la sangre. Un marinero, venido de Praga y acostumbrado a los largos viajes que no llevan a ningún lado me contó la verdad sobre el marido de la tejedora.
- Cuando pasamos por las sirenas, -me dijo- yo también había decidido, en secreto, no taparme las orejas y al principio no comprendí los gritos y el enojo de Odiseo. Agucé el oído pensando que tal vez mi falta de inteligencia hacían que yo no oyera lo que sí mi capitán... y nada. Fue entonces que comprendí, que las astutas sirenas habían castigado al errante navegante con algo peor que su canto; sabiéndose escuchadas, lo torturaron con su silencio.
     Ni bien terminó su relato despidió sobre el piso la parte del vino que no era historia. Y después... nos quedamos en silencio como si hubieran pasado un cardumen de sirenas.

viernes, 23 de agosto de 2013

Antes de llegar


     Luego de varios años de caminar y a punto de morir Franz logró divisar su destino en la distancia y entonces comprendió que una vida humana era demasiado corta para haber siquiera comenzado ese viaje que él, en ese día, en el día de su muerte, estaba terminando. Entonces, y antes de morir como un escarabajo, mandó a quemar su castillo de cartas y papeles.

     Por suerte para nosotros, Max no tenía fósforos

jueves, 22 de agosto de 2013

"Cuando se despertó, no recordaba nada..."

Al despertar y darse contra la pared intentando salir de la cama, comprendió que esa no era su cama ni la persona al lado suyo su pareja. Se queda sentado mirando al frente como si no pensara en nada aunque en realidad su cabeza va a gran velocidad tratando de recordar... ¿dónde estoy?¿con quién estoy?¿cómo llegué?¿qué hice?¿la pasé bien o mal?¿quién es?¿me importa saber quién es?¿en algún momento de la noche supe quién era?¿quién era ella o quién era yo? Cualquier cosa; da lo mismo qué recordar cuando lo que falla es el recuerdo... ¿no recuerdo porque el yo censurador me lo prohíbe o porque estaba demasiado en pedo?
Duda si mirar o no mirar a su lado. Tal vez la imagen del presente le permita ingresar al pasado. Sin embargo tiene miedo. Sin embargo mira. Sin embargo lo hace despacito. Sin embargo tiene miedo.
A su lado un bulto de sábanas de lo que parece un cuerpo tapado hasta la cabeza. Un bulto de sábanas enorme que ocupa la mayor parte de la cama. La cama comienza a serle familiar.
Usa la mano izquierda, aunque le resulta incómodo para descubrir la presencia a su lado. Pero al destapar no encuentra nada, un vacío, una enorme ausencia que ocupa la mayor parte de su cama.
Vuelve a mirar la nada tratando de entender qué pasó ayer; cómo logró que tanta ausencia se acostara anoche en su cama. Pero entender es privilegio de las muertes y la compleja angustia de no saber cómo ni cuándo es la constante de saberse vivo.
Continúa mirando la nada, la Nada al frente, la Nada a su izquierda; una Nada extrañamente familiar como esa cama y se acuesta y cierra los ojos con fuerza para tratar de despertar a un mundo en el cual la ausencia tiene forma humana.

lunes, 19 de agosto de 2013

Un cuento de hadas vectorial

     Había una vez, un señor X, muy trabajador el señor X, de quedarse más horas de lo necesario y de privarse de vacaciones y de no ir a dormir temprano y de preocuparse todos los días y dueño de la tierra o el negocio o lo que sea que tiene y que cuando trabaja de más, cosa que le gusta mucho hacer al señor X, su empresa produce más para su dueño, o sea él mismo, porque ya dijimos que el señor X es el dueño y su esfuerzo se ve inmediatamente retribuido por un valor agregado a su esfuerzo, etcéteras muchos porque "y todo lo demás" son muchos "y todos los demases" que el señor X podría dar de ejemplo para manifestar su incondicional esfuerzo laboral y espíritu de sacrificio (para beneficio propio, claro está); y ese señor X, como veníamos diciendo nos dijo que le dijo a un señor Y que era un vago porque no hacía todo los esfuerzos de los que ya hablamos que hacía el señor X y luego nos dijo "podés creer" y nosotros le dijimos "sí" y él dijo "ya vas a salir vos a defender esos vagos" (creo hacía referencia a Y considerado como un grupo y ese grupo en realidad son todos los que no son dueños...)
     Nosotros tratamos de explicarle que los señores Y que no se esforzaban más, así tan más como él quería de mases era porque no recibían nada a cambio de ese esfuerzo tan más como el que él recibe y el señor X nos habló del esfuerzo y de los riesgos de ser X y no Y y de la vida más cómoda que tienen los Y de no ser X y nosotros nos reímos porque el planteo me recordaba la estructura de los cuentos medievales explicando el sufrimiento del rey y la alegría del pueblo muerto de hambre pero no pudimos decirle nada al señor X porque se fue enojado con nosotros...
Ahora que lo pensamos, no recordamos haber visto al señor X trabajando o ayudando gratuitamente en los negocios de otro, es más, es muy complejo negociar con el señor X porque no es de valorar mucho el trabajo de los otros X que no son tan X como él.
     En definitiva el señor X se quedó enojado con el señor Y que no quería trabajar de más para que el señor X recibiera más ganancias y se quedó enojado con nosotros porque no entendemos el espíritu de sacrificio ni el esfuerzo laboral que rige su vida.
Y colorín colorado, el señor X comió perdices en escabeche que eran de él y no convidó ni al señor Y ni a nosotros porque nos faltaba espíritu de sacrificio y a él generosidad.

miércoles, 14 de agosto de 2013

La Alteridad del Otro

     El político enojado porque la gente vota a otro en lugar de preocuparse de por qué no lo votan a él. Un trabajador preocupado porque otro, que hace paro, cobra más en lugar de preocuparse porque (y por qué) él está cobrando poco. El comensal, que en este momento comía torta sin sal, mira cómo la porción del otro es más grande o tiene más dulce de leche que la propia. La mamá mira cómo el hijo de otra duerme más o se saca mejores notas que el suyo. El señor cara indignada está más preocupado por la salud moral de los alumnos de colegios estatales que por la de sus hijos formados en esa academia católico-fascista a la que asisten. El remisero termina el viaje pero en lugar de estar contento con el final de la jornada se molesta de que otro compañero de trabajo haya hecho dos viajes más que él. Una pareja cena mientras habla, muy preocupada de cómo habrá sido la manera de que sus vecinos hayan cambiado de auto (¡otra vez! ¡de dónde sacarán plata!). El compañero de curso está indignado de que "esa" haya aprobado si no estudió nunca. El agropecuario mira enojado de que no haya caído piedra, también, en el campo vecino como en el de él en lugar de pensar por qué en su campo no pasó como en el del vecino en el cual no cayó piedra... pero claro, la oración es muy larga y prefirió quedarse pensando en "¿por qué no cayó piedra en el campo de "ese"? El futbolista, al final del partido, no disfruta haber ganado porque el gol de la victoria lo hizo "ese" y no le dieron el pase a "él". La docente está enojado con su colega que propuso algo que ella no tiene ganas de hacer. Las vecinas se juntan a tomar mates y hablar de "cómo, de qué manera, no puede ser" la vecina que no está. El artista se molesta de que "eso" se le haya ocurrido a "aquel" y no a "mí"... pero claro, la gente vulgar siempre prefiere las "boludeces" que se le ocurren al chapucero ese.
     Todo el mundo parece estar preocupado por la vida del otro. A tal punto que no sé si yo no estoy en este momento preocupándome por la preocupación de los otros...
     Creo que el mundo sería un lugar mucho más feliz si no hubiera tantas vidas ajenas y hubiera más vidas propias.

viernes, 9 de agosto de 2013

¡Qué vergüenza!

    Algunas veces me da risa.
    Miro la cara indignada de ciertas escandalizadas miradas... cierto temor a un Dios castigador que te va a sorprender en pleno onanismo; cierta ubérrima defensa a la inocencia adolescente perdida en algún revuelo izquierdista de esos sucios libres pensadores que no se fueron a Europa, porque ya ni ahí los quieren.
     El señor cara indignada muy enojado por unos libros que llegaron a Mendoza se queja, en su departamento de Córdoba mientras almuerza con su hermosa familia viendo sana y cristianamente en televisión cómo dramatizan la muerte de una chica que envuelven en bolsas de consorcio y tiran en el camión recolector de residuos ¿habrá sido violada?...
    ¡Qué mal esto de Mendoza!¡Con los chicos no! ¡Con los chicos no! Dice el señor mientras come.
    Después verán cómo una muchacha le partió la cabeza a otra con un martillo de enternecer milanesas, cómo un vehículo atropella a una criatura y sale huyendo, cómo el asesino de una mujer se casa con la hermana de la muerta...
    ¡Qué mal esto de Mendoza!¡Con los chicos no! ¡Con los chicos no! Dice el señor mientras toma su café.
    Menos mal que la televisión, con su baño de realidad, nos protege de los perversos ficcionalizadores de mundos; menos mal que este señor de cara indignada tiene los medios para proteger a sus hijos de las indignantes ficciones.
     Algunas veces me da risa... y otras, mucha tristeza.

lunes, 8 de julio de 2013

Pleonasmo


    Luego del último aumento de sueldo, como pasé determinada cifra caprichosamente impuesta, comenzaron a cobrarme impuesto a las ganancias por lo cual cobro de sueldo, después del aumento, $350 menos que antes del aumento y, como cobro menos, no paso la cifra caprichosa requerida para que me cobren impuesto a las ganancias y no deberían cobrarme impuesto a las ganancias pero me cobran igual el impuesto a las ganancias lo que me hace pensar que es conveniente trabajar menos que antes del impuesto a las ganancias y antes del aumento para que no me cobren impuesto a las ganancias y cobre lo mismo que aunque no sea más no sería menos que antes del aumento y sí sería menos trabajo.

miércoles, 3 de julio de 2013

Fraserología

    Iba caminando tranquilo por la calle. Pensaba en cierta decepción al comprobar, luego de una larga charla, la ignorancia de un viejo maestro. Pensé, tratando de salvarlo, que era talvez una diferencia generacional insoslayable, de esas que generan infinitos abismos ausentes de puentes... Pero no, era pura y simple ignorancia. Fue entonces que decidí caminar, salí con mi hija (ella está obligada a ir donde yo empuje su carrito) y pensé, pienso, pensaba... y por algún tiempo lo seguiré pensando; (podría decir que se me ocurrió) un aforismo que quizá no venda mucho para poster pero que significa mucho en mi conciencia subjetiva:

"Si hubiera sabido lo poco que sabían mis maestros probablemente hubiera aprendido mucho menos de lo que he aprendido."


    Debo obtener como conclusión que la ignorancia ha sido una excelente docente porque me obligó a buscar en mí lo que yo creía estaba afuera.

jueves, 27 de junio de 2013

Una cuestión de fe...

    Cuando era chico y creía (creía del verbo crear)...
    Creía que ser mayor era suficiente para evitar la imbecilidad.
    Luego descubriría que la adultez no es razón para eludir la estupidez.
    Creí entonces que el estudio garantizaría  evadir la idiotez.
    Lamentablemente he conocido bachilleres, peritos mercantiles, maestros, técnicos, profesores, licenciados y doctores que son una prueba fehaciente de que uno puede continuar siendo un necio sin que esto interfiera particularmente de modo alguno con su oficio o profesión.
    Finalmente confié que la lectura asidua y de buena factura lograría que el sujeto se escabulla de la tontería.
    Tristemente puedo dar fe del equívoco en el cual me encontraba...

    Por otro lado y para suerte nuestra hay gente de todas las edades y de todas las culturas, lectores y no lectores de distintas profesiones que permiten vislumbrar la posibilidad de un mundo un poco menos tonto, torpe, disparatado, ganso, memo, tololo, limitado, corto, del que habitamos regularmente.

    Lo que angustia es no saber cuál es, fue o será la herramienta que permita a un montón de personas salvarse de sí mismos.
    Lo que preocupa es no saber cómo enfrentar "la conjura de los necios"




martes, 25 de junio de 2013

Una duda ontológica

La pregunta que algunos suelen hacer es: "Si un árbol se cae en el bosque y nadie lo ve ¿hace ruido?" lo que evidentemente nos envía a una pregunta mucho más ontológica "si nadie lo ve ¿se cayó?¿existe?"
Nunca entendí muy bien la duda, es más que claro que existe tanto como hace ruido y eso no tiene que ver con un pragmatismo irreflexivo sino porque ha sido parte de un sistema semiótico.
Mientras alguien convierta en enunciado a ese árbol que cae en el bosque más perdido e impenetrable de la conciencia humana, no solo ese árbol existe sino que, obviamente, hace ruido; porque ese árbol, esa caída y ese ruido son objetos semiotizados.
Preguntemos, mejor, cuando un objeto o ser innominable procede a una acción inenarrable y aunque esto pase justo al frente de nuestros ojos; "eso", ¿existe? ¿tiene entidad?
Muy a pesar de quienes no comprendan el verdadero valor del lenguaje (en el sentido amplio del término), no existe posibilidad de existencia si no existe posibilidad de enunciarlo.

Ahora pienso... debe ser por eso que algunas personas se preocupan tanto porque todos hablemos (bien o mal) de ellos, deben tener miedo de desaparecer, de no existir.