lunes, 26 de agosto de 2013

Navegando en el silencio

     Un gran amigo, de esos que duran los siglos que tarda una noche de alcohol en disolverse en la sangre. Un marinero, venido de Praga y acostumbrado a los largos viajes que no llevan a ningún lado me contó la verdad sobre el marido de la tejedora.
- Cuando pasamos por las sirenas, -me dijo- yo también había decidido, en secreto, no taparme las orejas y al principio no comprendí los gritos y el enojo de Odiseo. Agucé el oído pensando que tal vez mi falta de inteligencia hacían que yo no oyera lo que sí mi capitán... y nada. Fue entonces que comprendí, que las astutas sirenas habían castigado al errante navegante con algo peor que su canto; sabiéndose escuchadas, lo torturaron con su silencio.
     Ni bien terminó su relato despidió sobre el piso la parte del vino que no era historia. Y después... nos quedamos en silencio como si hubieran pasado un cardumen de sirenas.

1 comentario:

  1. ¨ Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.¨ F.K.

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