sábado, 28 de mayo de 2016

Para los cobardes

La violencia y el acoso son sustantivos abstractos... para quienes no lo viven y no se meten y dan vuelta la cabeza haciéndose los que no lo ven.

sábado, 14 de mayo de 2016

Des-onesto

Ni jardines floreados, ni prosa revuelta;
Ni descripción que apiade, lo que vale la vuelta
Ni métrica he cuidado, ni rimado hemistiquios
Con cerveza sale, cambiar palabras de sitios.

Escribir cuanto sabe haber leído hojas sueltas
Decir ya cansado que la literatura está muerta
Sentir que he pasado por el rosedal de tus mitos
Muy pocos de los males de las letras respiro

Pero hacer un juego cada tanto jugando escribo
Sentir que me sale espuma con ruidos y furias
Vallejeando la bruma faulkurneando el vacío

Pero hacer un juego cada tanto jugando que escribo
Para mentirme la suma de versos mal medidos

Y no hablar de los males ni que comienza a hacer frío.











Bella y Bestia (Deja Vu)

–Hola.
–Hola.
–¿Qué hacés?
–Nada, si no, no te atendería.
–¿Qué tenés que hacer?
–Hasta antes de tu llamado, nada; ahora, seguramente ir a tu casa.
–Si querés.
–Y si puedo.
–Si querés y podés.
–Siempre igual, vos.
–Eso ¿es bueno o malo?
–Las dos cosas.
–Bueno hay que verle el lado positivo a las cosas.
–A la una me voy.
–A las siete trabajo ¿Y?

–Nada.










martes, 10 de mayo de 2016

Resumen

Silencio acuoso.
Dolor y llanto.
Arrojado.
Chupar, dormir, cagar.
Simpleza.
Lo otro.
El desplazamiento.
El Otro.
Llanto y dolor.
Caer-levantarse.
Recuperar el sentido del sonido.
Trazar garabatos.
Significar garabatos.
Coexistir.
Los tiempos.
Los otros.
Las bromas, las maldades.
Los límites.
Llanto y llanto.
Lo cercano y lo lejano.
Comenzar a entender que no se entiende.
Compañeros y silencios.
Una muerte irrumpe.
La diversión impuesta.
Las compras, las ventas.
El omnipoder de la creencia.
El hoy sin mañana.
La primera mujer.
Dolor y dolor.
La obligación de ser.
Víctima propiciatoria del consumo.
Trabajar, tratar de no pensar.
Deseo o amor que es casi lo mismo.
Pensar que es posible.
Otros llantos de otro.
Saber que es imposible.
Intentarlo todo.
Tentarlo todo.
Ver crecer.
Crecer, si se cree en crecer.
Volver a creer en lo imposible.
Y más dolores.
Y más llantos.
Y sonrisas.
Y volver a darse cuenta.
Irse y volverse hacia uno mismo.
Y pensar en tiempos postergados.
Encontrarse en el austero silencio.
Saberse acompañado de uno mismo.
Ver que los duplicados son Otro.
Existir en el intento de Otro.
Acomodarse nuevamente.
Dejar el trabajo.
Aislarse en el soliloquio.
Volver al pasado que no vuelve.
Y mutis por foro.
Otra vez un…

Silencio acuoso.












domingo, 8 de mayo de 2016

Bella y Bestia (un diálogo político)

Ella Bella siempre sirve su vaso con los últimos centímetro cúbicos de cerveza que quedaba en la última botella. Yo la miré molesto.
–Es la deuda del gobierno anterior.– Me dice con la seriedad y la seguridad de quien repite como un loro. Se fijaron que no hay enunciado más firme y seguro que el de los loros. Y eso es así porque no tiene que pensar lo que dice, sólo repite un enunciado que oyó y lo repite imitando hasta la entonación.
–El Estado gastaba mucho.– continúa el loro.
–Estamos pagando la fiesta.– insiste en su «deja vu» mediático.
La miro, sé que de nada sirve que le conteste; si no le cree ni a su bolsillo cómo va a creerme a mí con quien siempre ha disentido.
Pero no puedo contenerme.
–Yo hubiera querido seguir de fiesta.
–Fiesta la de Lazaro Baez… – Me interrumpe.
–A ver, hermosa y pequeña cabeza hueca. Intentá escucharme un poco. Que el Estado gaste o no gaste es una decisión política; porque ¿sabés en qué gasta el estado? Cuando un Estado gasta, gasta en salud, en educación, en obra pública. Si el Estado no gasta en esas cosas vas a tener que gastar vos. Cuando el Estado gasta, también lo pagás vos y el empresario que tiene salud y educación privadas y no una pedorra prepaga ni una escuela de gestión privada, que es muy distinto a una escuela privada. Y los que no tienen, no pagan. ¿Cómo pagan? Con los impuestos. Si un gobierno decide que para comodidad empresarial se le reduce o quitan los impuestos a los agropecuarios, a las mineras, a las importadoras, etc. ¿De dónde va a recuperar esa plata? Incluso reduciendo el gasto público, siempre hay que gastar. Y si además dejaste gente en la calle para reducir el gasto, más la complicás porque el excluido de hoy no paga impuestos y sale caro y puede ser el delincuente de mañana. Pero dejemos el tema solo en el gasto, hay menos ingresos y hay que mantener un sistema político que cuesta plata (ni hablar si se les ocurre hacer retiros espirituales y todas esas yerbas). ¿Y quién paga? Vos cuando cargás nafta, cuando comprás puchos, cuando pagás los servicios… Si Lazaro Baez es culpable, que lo metan preso; si Cristina es culpable, que la metan presa. Lo uno no anula lo otro. Cuando te des cuenta vas a ver mucha más gente pidiendo, los que apenas comenzaban a ascender a la clase media volverán a caer y, porque tu pensamiento egoísta te lo hace pensar, tu plata va a alcanzar mucho menos. No sé si me entendés… en realidad no sé si me escuchás (leés). No hay más inversiones en educación, el presupuesto de las universidades quedó igual, o sea se redujo un 26% por la inflación sólo en lo que va de este año. ¿No entendés? Nuestra clase social, la única forma de ascenso social que tiene es el estudio y reducen gastos ahí. ¿Hay que pagar una deuda del gobierno anterior? Bueno, que el que más tenga más pague; eso es una decisión política… Otra podría ser, que la pague la clase media; también es una decisión política. La que tomó el gobierno que votaste.
–¿Pero vos viste todas las propiedades que tenía Lázaro?–me pregunta con tono de indignación.
Entonces le di un beso y… pero esa tarde, después, no fumé un cigarrillo; simplemente me fui.
–¡Qué pena!– pensaba mientras volvía a mi casa.
–¡Qué pena!– pensaba ella aún en la cama.







jueves, 5 de mayo de 2016

Hasta el final del infierno






Verte durante años
Y decir no te puedo
Y enterarme que tus ojos
decían sí quiero
a una pregunta que yo
jamás te hubiera hecho
y seguir un camino
tú otro
hasta el final del infierno
y sabernos en una mirada
y quedarnos en silencio
sin forzar los senderos
esperar nos crucemos
y seguir un camino
tú otro
hasta el final del infierno
tú temor al desnudo
yo temor al no quiero
y cruzarnos quizás en un beso
y seguir un camino
tú otro
hasta el final del infierno.











domingo, 1 de mayo de 2016

El día del trabajador

En la oscuridad de la noche se escucha una melodía que va subiendo el volumen paulatinamente. Una mano emerge de entre las sábanas y colchas y logra apagarla antes de que sea perceptible.
Ahora es un torso el que surge desde la cama, que ha tomado el cuidado de apoyar fuertemente el brazo contra las sábanas a su lado izquierdo para no descubrir el bulto durmiente de su lado.
Se ilumina con el celular, no quiere prender la luz para no molestar. Llega al baño y ahí se atreve a encenderla.
Mira la pantalla del teléfono:
05:30
Lunes
01/05/2017
03° C
Se pone la ropa, capa sobre capa como una cebolla que sabe que olerá a cebolla al final de la jornada; capa sobre capa desde el algodón al nylon. Calza un gorro y guantes de lana. Se mira al espejo y sonríe. Piensa en la versión negra del muñeco blanco de una gomería.
Toma unos mate y come un par de tostadas con manteca y mermelada que para ahorrar tiempo le han dejado preparado en un platito en la heladera. Es más práctico pero la tostada no cruje y el sabor dulce se pierde en los rastros del pan humedecido por el frío.
Se monta en la desvencijada bicicleta que fuera de su padre y luego de su hermano mayor y ahora de él para llegar al trabajo. No va con apuro, no le interesa ir con apuro; pedalea llevando el peso de su cuerpo a cada medio ciclo de sus piernas lo que le da al andar un balanceo de izquierda a derecha.
Se cuida de los autos, a esa hora los pibes borrachos que salen con el auto de papá de los boliches son un peligro.
De pronto, esa bicicleta sola, perdida en la inmensidad de la noche-mañana se convierte en un cardumen de bicicletas que recorren el mismo río de asfalto hacia el mismo destino. Pero no se hablan, ni se saludan; lo harán recién cuando lleguen al infinito bicicletero, el recorrido es el último momento para estar con uno mismo.
Va convencido de que vale la pena… va convencido o convenciéndose… ese día lo pagan doble… un doble que no es el doble sino la mitad más (por los premios y otras cosas que no están). Tampoco hay mucha alternativa, todos van, él no podía ser el único, no podía quedar mal ante los patrones. La fábrica nunca se para; “es muy caro parar las maquinarias”, les dijo el encargado.
Dobla en la ruta en una maniobra, que si no fuera esa hora sería absolutamente peligrosa. Atraviesa la puerta de rejas abierta de par en par. Encastra la rueda en el bicicletero y la abandona. No le pone candado, no hace falta, nadie la va a robar.
Cruza la puerta vidriada y se quita los abrigos para quedar uniformado con esa camisa y pantalón color mierda (como el trabajo, como la vida).
Una tarjeta, la campana de un reloj. Y muere.
Resucitará 8 horas más tarde, 8 horas más cansado, 8 horas más alienado.
En la vuelta, el exceso de ropa logra que su transpiración se funda en un aroma entre máquina y humano… y cebolla.
El regreso es más animado. Las bicicletas hablan entre sí. Ríen de los chistes y las bromas del día, critican a los patrones (el amarretismo, los hijos inútiles), prometen encontrarse el día de la peña y así se van olvidando de que han muerto.
Todos son conscientes de que ese es el único destino que la sociedad les permite. Serán operarios toda la vida. Es un destino signado por la clase de procedencia. Algunos de ellos hasta se sienten con suerte de haber conseguido ese destino. El sueño americano les está vedado, no es para ellos, es para los documentales y las telenovelas. Para los hijos de otros.
Llega a su casa cansado. Juega con sus hijos mientras su esposa le calienta la comida del día. Se sienta y come mirando la televisión. Quizás más tarde haga el amor con su mujer.
Piensa en lo que le van a descontar de la tarjeta ese mes. Hace cálculos mentales para saber que no le va a alcanzar y los olvida. ¿Para qué pensar?
Luego, tal vez corte el césped o arregle algo en la casa. Vendrá alguien y tomarán mates en la vereda. Hablarán de los compañeros, de los parientes, del partido…

Yo lo veo, lo escribo y sé que esto no es literatura, no puede ser un cuento, porque no hay transformación posible, porque al personaje no le pasará otra cosa, porque seguirá siendo lo mismo por siempre hasta que la muerte lo sorprenda.