sábado, 14 de noviembre de 2020

Seguridad

 Creo que todos esperamos, desde algún punto

que algo suceda

en algún momento…


Sin tener en claro cuál es ese punto

qué es lo que esperamos

ni cuándo es el momento…


Pero con la ingenuidad de un niño que cree a fe ciega

que cuando suceda

nos daremos cuenta.

martes, 1 de septiembre de 2020

Teogonía de autor

 "La vida es una historia llena de ruido y furia,
contada por un idiota y que nada significa"
W. Shakespeare

Suelo pensar, aunque no creo,

en Dios como un gran escritor

y “la vida humana”, uno de sus libros.

 

Ni el único ni el primero,

una más de sus obras

quizás el texto de un escritor ya viejo

que trata de suplantar con la técnica y habilidades adquiridas

la rebeldía y fuerza juvenil perdidas.

 

Yo talvez, hubiera preferido que fuera escritor de Best Sellers

entonces la existencia sería un poco más predecible

se podría distinguir con más claridad el rojo del verde

y uno podría esperar que al final

el protagonista sea redimido.

 

Pero no,

la vida humana es un gran texto

de esos que inventan género

en el cual los protagonistas transitan

sin más lógica que el capricho de un autor

que piensa en la totalidad de la obra

y no en el destino individual da cada personaje.

 

Tampoco hay moralinas ni destino funesto para los villanos

creo que no hay ni héroes ni villanos

sólo sujetos, sujetados a un texto que se va escribiendo

como en escritura automática.

 

También puede ser que no haya un solo autor

y la obra sea un cadáver exquisito

en la que diversos autores con divergentes lógicas

(y a veces distintas aptitudes literarias)

escriben cada quien su parte.

 

Pienso, que vale la pena leer el libro.

es una obra de esas a las que uno puede recurrir muchas veces

y encuentra algo distinto

algo que en lecturas anteriores se le pasó

o que entiende hoy de otra manera.

 

Aunque siempre nos quedará la duda

si la primera, la que hacemos hoy o la que haremos mañana

es la correcta.

 

Pero, como es un gran libro,

quizá no haya una lectura univoca

talvez es una obra tan plural como su autor.

 

Posiblemente nada tenga sentido

en ese libro

ni siquiera que a uno de sus escritores

se le haya ocurrido que hoy

uno de sus personajes más insignificantes

escriba esto.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Diálogo entre Bella y Bestia: La culpa


Recuerdo de entre mis lecturas fundantes: El Proceso de Kafka y levanto la cabeza de mi mundo virtual.
Miro a Bella y le digo:
Vos sos culpable de todo.
Ella me mira desconcertada y cuestiona
¿Culpable de qué?
Vos sabés.
Es lo único que digo mientras pienso en Joseph K, en ¿cómo es posible defenderse mientras no sabemos la culpa de la que nos acusan?
Imposible, ¿quién no es culpable de algo?
Solo un inmoral, una mala persona, puede vivir sin sentirse culpable de algo.
Cualquier ser humano carga, por definición, alguna traición o culpa, algo que lo avergüenza (no importan los orgullos… o subo la apuesta, mientras más orgullo más culpa), una falla, una fisura.
El cristianismo tiene una bella parábola en la que su mesías dice: “Quien esté libre de culpas, que arroje la primera piedra.” Y las gentes, de aquellas épocas y de aquellos lares, contuvo sus piedras y reconoció en ese gesto sus culpas.
¿Qué pasaría hoy si se dijera? ¿Cuántas piedras seguirían cayendo sobre la libertina?
Me pregunto yo, en mi condición de Bestia mientras miro a Bella preocupada o intrigada.
La observo y comprendo por su reacción que ella ni siquiera hubiera arrojado antes de esa frase alguna piedra.
Sonrío y digo.
Una boludez, pensaba en un texto de Kafka.
Ella se tranquiliza y baja la mirada a su mundo virtual para seguir haciendo lo que hacía antes. Tranquila. Yo, bajo mi mirada a escribir esto, tranquilo.




jueves, 7 de mayo de 2020

The End


Pronto he de abandonar
seguramente
el tonto espectro espectral de lo terreno
y no duele saberse ya en medio suicidio
aspera saber que no va a haber palabras
que alguien diga y deje signo en un camino
arbitrario y recorrido
pero honesto.

Yo soy nadie
y no seré nunca nadie
-con antítesis semántica permitida-
para el universo de este cosmos pervertido
existo sólo en la existencia de unas obras
que como el polvo en el que he de convertirme
serán tierra y olvido.

Ni a académicos
ni a pueblo
ni a mercado
llegará jamás palabra dicha por este muerto
pues no existo
en existencias ontosociales
que pueden otorgar entidad a las inexistencias
(Cohelo o Arjona serán recordados, quizás)

No me despido
porque no deseo aún irme
pero sé que Cronos se avecina
y viendo tanta muerte próxima acaecida
que la hermana de mirta
que tal vecina
y tantas palabras destinadas
me pongo a pensar en la ausencia de vocablos
que acarreará mi final tan anunciado.

Son destinos quizás predestinados
finales de un preanuncio ya anunciado
redundancias de una muerte ya muerta
en existencia pura
sin más sentido
de la imposibilidad de un interlocutor
que las responda.

Vaya uno a saber
quién sabe.

lunes, 4 de mayo de 2020

Pensamiento inútil de lunes: La resistencia de lo inútil (o del inútil).


Desocupado lector sin juramento me podríais creer que lo que escribo, producto de esta mente insana, ha sin dudas de ser palabras inútiles y extensas. Valga esta aclaración para eximir de la lectura sin culpas ni intelectuales ni afectivas.

Aunque algunos de ustedes ya tienen disculpas más legítimas tales como:
“Otra vez escribiendo boludeces, este.”

Ergo, dejo librado a vuestro juicio y bajo vuestra absoluta responsabilidad que se sumerjan o no en esta inútil pérdida de tiempo. No responderé reclamos.

Comencemos.
El doble título del siguiente escrito no es gratuito ya que todos sabemos que quien se dedica a determinada actividad adquiere por contagio las cualidades de dicha actividad. Y así podemos decir, por ejemplo, que alguien que se dedica a la práctica del tenis es un tenista o quien se dedica a la docencia es un docente.
En conclusión, yo, que me dedico a realizar entre otras cosas inútiles este inútil texto; por ende y casi sin dudarlo: soy un inútil.

¿Qué es lo inútil?
Admito que es difícil de definir cabalmente (mastercardmente también) el concepto de “inútil”. Pero hagamos el intento.
Lo inútil es aquello que no tiene una utilidad; lo que no sirve para un objetivo superior a la actividad misma que se está realizando.
Valga acá una aclaración: cuando me refiero a un “objetivo superior” no me estoy refiriendo por esto a un objetivo que tenga “más o mayor” valor que la actividad misma; sino a un objetivo que no está contenido en la práctica de esta actividad.
Por ejemplo, cuando un realizador de arte comercial (o de mercado) realiza una obra determinada (música, peli o lo que fuere), no busca otra cosa más que obtener o dinero o reconocimiento dentro de un círculo de realizadores semejantes. No quiero entrar en la discusión de si esto es de mayor o menor valía que el goce estético, sólo deseo dar cuenta que el objetivo se desplaza hacia afuera de la actividad. Ambas opciones (el dinero o el lugar de pertenencia en un campo) no son inherentes al artefacto cultural que produce aunque si se las puede catalogar (en el orden actual) de subsidiarias.
Incluso, y sin intención de discutir Bourdieu, cuando los agentes de un campo determinado pretenden obtener un lugar de poder en dicho campo a través de su producto, también en estos casos, el objetivo se desplaza más allá de la acción misma.
Como dije al principio (creo que lo dije, no me acuerdo y no tengo ganas de volver a leerme) de ninguna de estas cosas es de lo que quiero hablar.
Deseo hablar de lo inútil, de lo que no tiene valor adicional, de lo que sólo es actividad.
Si nos ponemos a pensar en profundidad, son muy pocas las actividades que hacemos sin perseguir un objetivo externo a esa misma actividad.
Nos han reglamentedo de tal manera que nos parece natural hacer algo para obtener otro algo. Las biendichas o maldichas frases, por todos reconocidas, de algunos padres (o adultos responsables) a la hora de adoctrinar a sus párvulos son patéticos ejemplo:
“¿Y para qué te va a servir eso?”
“¿Qué querés lograr haciendo eso?”
“¿Vos te das cuenta a dónde te puede llevar eso?”
“Tenés que pensar en tu futuro.”
Respecto a la idea general de las frases anteriores con las cuales seguramente algún padre pudo haberse sentido identificado o algún hijo afectado (o ambas cosas, ya que se puede ser padre e hijo); ¿soy la única persona a quien le llama la atención esto de reclamarle a un sujeto que actúa en presente que piense en futuro? Supongamos que no.
Otro horrible ejemplo ha sido un letrero que circulaba en las redes y que pretendía sintamos culpa por no hacer nada “productivo” en estos cuarentenosos días de pandemia; parecía que era obligatorio desde descubrir nuevamente la gravedad, o lo que es más grave, debíamos leer un libro no por el placer de leerlo sino por el beneficio cultural y social que el mismo podría brindar. Un espanto de idea.

Algún día quizás desarrolle más detenidamente esta idea de que disfrutar de las artes debe ser una actividad completamente inútil y que leer un libro para ser más culto o para pensar mejor o para corregir la ortografía pervierten el objeto artístico a objeto útil desvirtuando completamente su sentido.
Pero ese es otro tema, mejor sigamos con este inútil texto.

¿Por qué nos plantean que en tiempos de pandemia es obligatorio hacer algo “útil”? ¿Por qué no aprovechar estos tiempos para recuperar y salvar lo inútil del practisismo automatista en el cual intentan sumergirnos? ¿Por qué es necesario y obligatorio que todo sea útil?
Yo creo que es porque al sistema le sirve que nosotros seamos útiles. Pero no le sirve imponerlo, le sirve que nosotros lo creamos como única alternativa lógica.
Estamos inmersos en una organización social en la cual toda acción se realiza para lograr otra acción que tampoco es el fin, sino otro paso más a otra acción y así al infinito en donde no importa lo que hagas, siempre vas a estar insatisfecho.
Se estudia para conseguir un mejor trabajo, se trabaja para obtener capital económico, se obtiene capital económico para comprar elementos del mercado, se compran elementos del mercado para entretenernos u obtener un capital simbólico… y se puede seguir… y nunca se termina…
En este esquema, la inutilidad es disruptiva, revolucionaria. Acciones como “contemplar” o “pensar” no son útiles y por eso son desaconsejadas.
Lo inútil corrompe el orden natural del pensamiento hegemónico.
Debemos tener cuidado con este potente concepto de Gramsci. El discurso hegemónico no es el discurso del dominador (como he oído decir a algunos), es un discurso internalizado que hemos adquirido en una serie de praxis cotidianas y que terminamos concibiendo como natural (habitus). En este juego, las instituciones y la tradición cumplen un rol muy importante. Es por eso que muchas veces el dominado apoya e incluso defiende el orden del dominador.
“Las cosas son así.”
“Hay cosas que nunca van a cambiar.”
En esta idea de naturalizar lo que no es natural se construye el pensamiento hegemónico que sostiene el esquema de jerarquías dominante.
Por otro lado, la contemplación sin objetivos y el pensamiento inútil (ese que no tiene fines ni académicos ni prácticos ni artísticos ni políticos) resquebraja la lógica de los dispositivos que nos atraviesan.
Con esto no pretendo decir que hacer algo inútil pudiere ser útil políticamente. No, eso sería una contradicción; lo inútil tampoco sirve para liberar el mundo, lejos está de la undécima tesis de Feuerbach.
Lo inútil es sólo inútil; se retuerce sobre sí mismo y sólo arriba a lo singular, a lo que no puede ser compartido.

¿Y entonces, para qué hacer cosas inútiles?
Para nada. Ese es el único objetivo de algo inútil, que no sea útil.

¿Pero, sirve para algo?
No, para nada.

¿Entonces?
Entonces nada. Hoy estamos, esto somos cuando estamos atrapados en la incompletitud que nos hace actuar.

Quizás así como el nihilismo nietzscheano planteaba negar todo para, al final y luego de que todo hubiera sido negado, llegar a un dionisíaco sí a la vida tal y como se nos ofrece. Tal vez es el momento de dejar de hacer para obtener algo y recuperar posiblemente en un futuro un hacer que surja de la verdad de lo que somos. Pero, qué se yo, no es algo que esté pensando en este momento.
Sí creo que recuperar la acción por la acción misma desanudándola del objetivo social que supuestamente obtendremos es también recuperar lo singular.

Matu se acerca, me mira sumergido en una hoja de cuadernillo nadando con mi lapicera y me pregunta:
¿Qué hacés papi?
Levanto la cabeza, la miro y le respondo.
Nada, amor. Absolutamente nada.
Y ella se va satisfecha, no necesita más explicaciones porque ella entiende… Yo la he visto jugar algunas veces y sé que entiende.

sábado, 14 de marzo de 2020

Pensamiento inútil de sábado: La legalidad de la violencia.


Estos últimos años la gente parece sentirse con derecho a insultar, agredir, atacar con una impunidad, un desparpajo, una supuesta autoridad sobre un saber que no tiene.
No hablo hoy de un hecho particular, porque hace un año trato de mantenerme al margen o simplemente preguntar: “¿che, por qué me estás agrediendo?” (Consejo personal probado, no lo hagan; se ponen peor).
No sé si lo que siento es una sensación o una realidad, si se restringe a esta comunidad o es toda la argentina o quizás el mundo. No tengo idea.
No creo que esto sea algo espontáneo, aunque tampoco creo que sea absolutamente intencionado. Creo que hay una violencia implícita en el sistema que vivimos en el cual cada vez nos alejamos más del Otro y nos restringimos a un mundo virtual onanista y autocomplaciente. Creo también, que hemos convertido a la violencia, mediante ese plasma protector que parece mostrarnos la realidad a la vez que nos protege de ella manteniéndonos alejados, en un espectáculo que, de a poco, nos ha ido inoculando contra la sensación de espanto que deberíamos sentir.
Creo que hemos naturalizado el discurso del odio de tanto oírlo (mediáticos sin otro argumento que el insulto y el desprecio), nos hemos familiarizado con la agresión verbal (extrañamente familiar); hemos ominizado el discurso. Todo nos es ajeno, familiar y peligroso, por eso podemos hablar con descaro y sentir impunidad en el insulto, la agresión y el desprecio.
El Otro, es el peligro, el hombre de arena que irrumpe dispuesto a pervertir nuestra tranquilidad virtual y como en la leyenda alemana, ha venido a arrojarnos arena en los ojos.
No me sorprenden las peleas de adolescentes porque creo ver en ellas una representación en cuerpo de la agresión que viven regularmente desde el mundo adulto.
Hemos subjetivado la realidad a tal punto que nos creemos poseedores individuales de una verdad totalitaria y absoluta (aunque en realidad, si la analizamos a fondo, es prestada e impuesta con un solo fin: “vender” tranquilidad). Los que no insultan, se llaman al silencio despreciante y desconsiderado.
¿Estamos matando el dia-logo?
No me siento cursi si expreso que no puede haber revolución si no hay amor absoluto y no creo que el odio sea la forma más adecuada para combatir al odio. Tampoco creo en la ridiculez de andar abrazando a quienes nos golpean (no soy “tan” estúpido).
Tal vez, como dije al principio, esto sólo sea una sensación… quizás la espectacularización de la violencia nos ha hecho creer en una metonimia en la cual la parte es el todo.
Cuando hablo con gente, me doy cuenta que tienen más en claro con quienes se enfrentan que a quienes aman. El filósofo del martillo dijo alguna vez que quien con monstruos lucha, debería cuidarse de no convertirse en uno.
Deberíamos proponer colectivamente la vuelta al diálogo, pero no la conversación banal sino el diálogo peligroso en el cual tememos que podamos ser transformados. No se puede construir un mundo para todos si dejamos al Otro de lado.
Hay que levantar los ojos del pupo y atrevernos a existir.
He dicho.

lunes, 2 de marzo de 2020

epigrafe y epitafio a Ernesto


Me ha contado el face
que te has muerto Ernesto
y tus versos simples profundos y sinceros
se han quedado al lado nuestro.
Te has muerto, imagino porque has querido
porque no hay Marilynes o Claudias a quienes escribirles
porque las revoluciones están en secesión de pagos
y la estupidez ha tomado el poder en forma colectiva.
Ya no hay sueños de Solentiname
ni teologías libertarias
y las bellas se enamoran con los versos de bachatas.
Me imagino que te sobraba cuerpo
un cuerpo que se encontró con Sandino, Marcos y Allende
y pensaste quizás que hoy debías encontrarte con Bolsonaro
y bueno, decidiste morirte…
Me ha contado el face
que te has muerto Ernesto
un primero de marzo
con noventa y cinco años de lucha
y me puse un tanto triste
pero te entiendo.




sábado, 22 de febrero de 2020

Cursilerías de sábado


No creo que el amor nos llene,
tampoco que nos vacíe
No creo que seamos complementarios
de un amor a 90 grados
y sé que los colores complementarios si se suman
terminan en grises.
El Otro no debería ser razón, ni complemento ni causa
porque el otro es Otro
y su singularidad debe determinar que lo amemos.
Pensarlo mitad de un cítrico
me da acidez de espíritu romántico
y aunque seamos todos inconclusos
construcciones en proceso de desconstrucción
pensar al otro como el complemento que nos falta
es convertirlo sólo en el objeto faltante…
El amor es sólo con sujetos
(sujetos sujetados a este puto lenguaje)
Los objetos se compran en el mercado
y se poseen
se rompen o se gastan
y se compra otro.
Los objetos no son singulares
toda una turba de objetos cumple con las mismas características
y las mismas funciones
Los sujetos pueden formar parte de una grey
pero es su singularidad la que los determina
y la que nos enamora.
No hay asesino, ni violento, ni discriminador
que se atreva a dañar la singularidad de un sujeto
para poder hacerlo
debe pensarlo como objeto repetido
de una troupe de objetos iguales.
La representación más patética del amor al objeto
es la caridad
La escena más sublime del amor al sujeto
es el regocijo en el placer del otro.
Y vuelvo
No creo que el amor nos llene,
tampoco que nos vacíe
No somos mitad de nadie
somos un todo que nadie tiene
sentados frente a otro todo que nadie es
y el Big Bang de un beso
que todo lo construye mientras destruye al resto.




martes, 11 de febrero de 2020

Fragmentos intertextuales del discurso amoroso.


(Un juego de palabras memorizadas de quien es capaz de tomarse nada en serio… ni siquiera lo que piensa en serio.)

El ciego se autocondena a la infelicidad
sabiendo que su antónimo es imposible
y decía no importarle, eso decía
“hay tantas otras cosas en el mundo”
El hambriento lloraba la suerte
de un jugador de eternos dados
sin costras fermentadas en su costado
El inglés creía en la escritura del idiota
en una vida ruidosa y furiosa que era o no
pero tenía siempre la inconsistencia del sueño
El sembrador de flores muertas amaba
los desayunos de desesperanzas y nostalgias
El libertino rehuía a cepillarse los dientes
y metía la lengua en su bolsillo desteñido
cuando senos bizcos paseaban frente a familias grises
El borracho no dudaba en voltearse viejas culonas
mientras aceitunas arden en ciudades llamas
y un gato cojo y rabón alegraba su amargura
El huérfano sentirá la sal en su paladar
y la crueldad de los afiches… fetiches de papel
hasta que las ganas lo vencieron en un rincón
El cursi prefiere contar los números de su compañera
hasta dos y tres y acosarla aunque ella no quiera
El soberbio la prefería callada o ausente
y prometía el olvido cuando a él lo olvidaran
El quijotesco aseguraba no ser un gran galán
pero sin dudas haber amado cuanto cupido le ha brindado
El dibujante luego de describir su múltiple boca
prometía morir y esperar el abandono y la llegada
La suicida presentía la brevedad de su presencia
y por eso deseaba aferrar feroz con garra y dientes
el amor que corrompía su alma lentamente
El puto declamó no necesitar disfraces ni máscaras
para mostrar sus caras, sus diferencias, sus singularidades
y cobijó con sus palabras cada alita rota que naciera
El león sólo podía amar a un dios que no existía… y él sabía
pero a quien destinaba su mejor ladrillo de nada

Y así muchos
lloraron la estúpida paradoja
de no tener, querer dar y no ser
que dijo un estúpido y académico francés

Y yo soy sólo un ladrón
Y tú sólo un reflejo
Y sin embargo existe.

martes, 21 de enero de 2020

Decálogo inútil en tiempos de vacaciones veraniegas: Reglas para no ser tan imbécil (cuando hablamos o escribimos).


1) Leé información pero no intentes leer todo, eso es imposible. Trata de identificar lo que es relevante y lo que es una pelotudez para distraerte. Abrir un linck que contiene las últimas fotos infartantes de… es de pajero, no de informado; otro sobre la última pelea del espectáculo es de… bueno, aún no se ha inventado un epíteto adecuado para eso. Las frases y los textos de autoayuda son eso, la forma de autoayudarse económicamente que tiene su autor, a vos no te sirven para nada.
Leé poco, pero leelo bien.
2) Tratá de identificar, entre lo que lees, qué es verdadero, qué es falso, qué es relevante, qué no lo es. Cruza informaciones, chequeá fuentes… Nunca te conformes con lo primero que leés, aunque al final termines quedándote con eso. Leé la misma info desde posturas contrarias.
3) Respetar todas las opiniones no es de persona democrática, es de quien no tiene criterios de legitimación. Hay opiniones que no deben ser respetadas si queremos seguir viviendo en democracia. No se pueden aceptar posturas que se contraponen con el respeto del Otro. La xenofobia, el machismo, etc. no deben ser aceptados por esa argumento pelotudo que dicen algunos “Y bueno, es mi opinión y la tenés que respetar.” Lamento decirte que si vos no respetás al otro, no entiendo desde que posición ética reclamas el respeto para vos.
4) Estate atento a las falacias discursivas (generalizaciones, argumento contra la persona, acciones predicadas, las citas apócrifas o sacadas de contexto).
Por ejemplo, uno de los recursos argumentativos más comunes y peor usados es la cita de la voz de otro… «lo dijo…», «lo afirman científicos…», etc.
Descontando de que muchas veces dichas citas suelen ser apócrifas; la voz de otro y sólo si esta voz es autorizada, (tiene alguna autorización vivencial o académica sobre el tema que habla) puede servir como apoyatura pero no como prueba de los argumentos.
Otro ejemplo: el argumento contra la persona, «Y, mirá quién lo dice…». Desacreditar la persona no desacredita el argumento, no importa la persona si el argumento es válido y en una confrontación de ideas se enfrentan construcciones de mundo no personas. De igual manera tampoco acredita un buen argumento si es una buena persona, conozco muchas «buenas personas» que andan diciendo impunemente pelotudeces por ahí.
La falacia más común, la que lamentablemente todos usamos a pesar de que todos reconocemos, es la generalización que anula todos los posibles matices de un mundo rico en diversidades: «los políticos son…», «los empleados son…», «los empresarios son…», «lasmujeres son…», «los hombres son…». Puede ser que el cliché tenga, sobre todo debido a ciertos patrones culturales comunes de comportamiento, alguna base cierta; pero envejece y muere a mucha velocidad y muchas veces nos encontramos juzgando a grupos con patrones de comportamiento que ya no existen.
Otro error común es el de predecir acciones ante situaciones no análogas, «si esa vez actuó así, ahora va a hacer…». Convengamos que las analogías sólo pueden establecerse legítimamente cuando las situaciones contienen una serie de elementos comunes internos y externos; que alguien sea un médico bueno o malo no quiere decir que vaya a ser un presidente bueno o malo.
Las relaciones de causa-consecuencia son, sin dudas, uno de los argumentos más sólido sin embargo deben analizarse la totalidad de los factores causales. Nunca una consecuencia surge de una sola causa; eso es verdad de Perogrullo (no debió de haber sido muy inteligente este tal Perogrullo).
5) Distinguí entre información y opinión. Y lo más importante, estate atento a que toda información es una construcción que depende de una cosmovisión determinada y sólo es verdad dentro de esa cosmovisión. Las verdades tienen lógicas internas como las reglas de cualquier juego, si juego al ajedrez es verdad que el caballo mueve el L pero si estoy jugando a las damas… bueno, ni siquiera existen los caballos.
6) Llegado a este punto, ponete a pensar; pero pensalo por vos mismo. Poné en duda todos los pensamientos prestados o que han tratado de inculcarte. Descarté toda idea que se funde en razonamientos al estilo “Esto siempre fue así…”, “Es natural que sea así…”. Poné en duda todo, incluso de lo que estés convencido.
7) Pasate una semana rumiando la idea. Después olvídate de ella. Después volvela a pensar. Después mírate una serie, una peli de superhéroes o una peli chinoca. Después volvela a pensar. Después leete un libro. Después volvela a pensar. Sólo las ideas que perduran son las que vale la pena pensar.
8) Sentate y escribí de un solo tirón todo lo que pensaste (en preferencia en lapicera y sobre un papel de esos que se pueden tirar sin culpa). Pero no lo publiques ni lo digas, antes de alguna acción enunciativa (que no te gane la urgencia) leelo vos, para vos y en voz alta (en vos alto). Escuchate cómo suena. Leelo varias veces. Comenzá a elegir las palabras: ¿dónde conviene una reiteración?¿Cuándo pongo un exabrupto para volver a capturar la atención?¿A quién le estoy hablando?¿Quién es ese yo que habla?
9) Sentate frente a la pc y volvelo a escribir. Ya en frío, nunca escribas en caliente. Luego podrás publicarlo o decirlo.
10) Finalmente: Nunca sigas consejos sobre cómo debés escribir o hablar.




martes, 7 de enero de 2020

Santa Fe y un rumbo que no entiendo


No soporto al fanático, el fanático es incapaz de argumentar o dar razones y puede justificar hasta las cosas con las cuales está en contra. Por eso he adherido de por siempre al pensamiento crítico regido por una ética personal. Para ejemplo, quizás uno bueno, es el de Bielsa dejando que el contrario haga un gol porque consideró que fue injusto el gol que su equipo había realizado. Los bilardistas que no hayan muerto de un ACV cuando vieron eso, están aún sin entenderlo o diciendo que fue una estupidez. Para algunos, ganar es lo único que importa y no hay razones éticas ni humanitarias que deban ser consideradas. No puede haber pensamiento más liberal que ese; subamos, pisemos cabezas, el otro no importa, ganar es la esencia.
En definitiva y a lo que voy, el fanático no piensa, no razona y, obvio, no es crítico. En política, los argentinos tenemos una historia muy de fanáticos; desde 1955, quizás, mucho más virulenta que en otros lares (quizás no). Estos últimos años fueron los macristas quienes sacaron su odio a pasear y no entendieron de razones ni argumentos, lanzando frases de un espanto ético intolerable; a fines del 2019 la violencia de algunas expresiones asustaron a muchos (me incluyo). La famosa grieta está sostenida por uno sólo de sus interlocutores; es más, fue visible como calmaron su voz los interpelados por este discurso en este último año. Sabia decisión a mi parecer.
El peronismo se unió en un todo heteróclito, como ha sido siempre creo; ya que no es propiamente una ideología, sino un movimiento popular capaz de albergar a un Lope Rega o a un Willam Cooke. La legitimidad del peronismo está justamente en eso, en ser un “movimiento” y en ser “popular”. Por lo general, quienes tenemos una idea que podríamos llamar (haciendo uso del simplísimo lenguaje politiquero) de “izquierdas”, apoyamos y creemos en muchas de las acciones que el peronismo de base (no el de élites) realiza cuando llega al gobierno. Para dar un ejemplo en lo cotidiano, con un peronista puedo discutir, hablar, confrontar y seguir tomando tranquilos una cerveza. Con la derecha de base, no, no puedo; lo he intentado y realmente se me hace difícil (si no imposible).
Pero ¿a qué viene todo esto?
A que algunas veces, en el afán de mostrarse unidos, los peronistas son capaces de comerse los sapos más gelatinosos o más envenenados. Créanme que entiendo, que para volver había que aceptar en las filas gente que no comporta la idea de que “la patria es el Otro” (concepto al que adhiero completamente); es una actitud bilardista que la comprendo aunque no la comparta. Pero creo también que corresponde controlar ese agente y demandarle, como base, como grupo, cada vez que se aleja de la idea social que sostiene el peronismo de base.
Vivo en Santa Fe (provincia) y últimamente me encuentro oyendo o leyendo amigos defender lo indefendible. Apoyar acciones que si las hubiera aplicado otra persona le hubieran saltado al cuello; acciones que se alejan mucho, muchísimo, de la idea peronista y están mucho más cerca de la derecha. Entiendo que apoyan porque temen que el fascismo internacional (léase: trump, bolsonaro, etc. no los puse en minúscula por error de tipeo) al ver una sola fisura quiera aprovechar y volver a tomar el poder. Pero ese apoyemos al peronista sólo por ser peronista nos ha llevado al menemismo y con él al período neoliberal más horrible de nuestra historia.
Posiblemente yo sea corto de entendederas y no vea lo social en ciertas acciones y deban ustedes explicarme. Pero en privado he discutido con alguno de ustedes y están tan desconcertados buscando razones como yo enojado con las acciones.
Sobre todo, principalmente, porque creo que el gobierno nacional tomó el rumbo que todos esperábamos. Enfrentando al neoliberalismo de recortes y corrigiendo errores anteriores. Nada que agregar más que alegría lo que está sucediendo a nivel nacional. Pero acá en Santa Fe, parece otro cantar.
1) Extensión de los pagos a los agentes activos. Algunos cobran el 15 de enero. Lamento decirles que eso es indefendible; es ilegal; como era ilegal no respetar la paritaria nacional docente.
2) Hacer desaparecer el ministerio de ciencias, tecnologías e innovación. O lo que es peor (en el plano conceptual), fusionarlo con el Ministerio de Producción. Piensen el sentido y el valor que se le da.
3) Demorar los pagos a los proveedores de los comedores escolares. Ahí no tienen forma de defenderlo.
4) Primera acción de la ministra de educación (designación que no ha sido del agrado de muchos de nosotros) es revisar el ausentismo docente. Yo estoy de acuerdo que ese es un clivaje importante para ver, sin embargo mientras en el orden nacional vuelven a lanzar las compus y el plan de lectura (comprendiendo que la educación no es gasto), en la provincia demoran los pagos hasta la ilegalidad y se ponen a ver cómo ahorrar en reemplazos. Si a ustedes les parece una medida lógica, porfa expliquen el porqué.
Y a qué iba con lo del fanático. Que de pronto me encuentro conversando con gente con quienes tenía un gran dialogo y hasta enriquecedor que se niegan a poner sobre la mesa estos temas; o lo que es peor, los defienden.
Vuelvo a insistir en que quizás sea mi incapacidad de comprensión o mi falta de recursos intelectuales para entender el camino.
Vuelvo a insistir, el camino que toma nación no sólo lo entiendo sino que hasta lo comparto.
Vuelvo a insistir, si no somos nosotros los que presionamos cuando vemos que el camino se desvía, no lo va a hacer nadie (a la derecha le gusta esto de recortar en educación y en ciencia, ¿qué sigue luego?¿salud?)
Vuelvo a insistir, si alguno de ustedes puede darme razones, argumentos (todo lejos del fanatismo) estoy, como siempre, dispuesto a oírlos y tratar de entender.
Creo en el diálogo y en el pensamiento crítico; no, en el apoyo incondicional.
He dicho.