miércoles, 25 de diciembre de 2019

Ritual pagano del eterno retorno


La noche es calma de estrellas encieladas
El ritual comienza con opíparas ofrendas del cuerpo
regado en abundante sangre.
Uroboro ya vislumbra su cola
dispuesta a morder
se a cerrar
se para abrir
se imposible los balances
y prohibida la nostalgia.
El viejo jugador vuelve a recoger ese dado
roído y redondo para lanzarlo otra vez
en eterno juego.
Creer que algo tiene sentido
es el mito con el que se consuela a los muertos
para que no sufran las penurias de los vivos.
Alguno ríe y otro es atrapado en un recuerdo.
La vida, de pronto, se podría resumir
en un efímero e imperecedero origami.
Los ojos se cierran por el peso del alcohol
o porque no queremos seguir viendo.
El ritual se puebla de silencios
un celular ilumina el rostro de algún fantasma
una mascota se acobacha presa del miedo
un insomne comienza a levantar
platos y vasos de una mesa vacía.
Nada hay que hacer mañana
Nadie va a trabajar porque nadie lo soportaría.
A la mañana el viento soplará
como gigante escoba barriendo cielos.
se comerán las sobras del ritual
se mirarán sin saber qué decir
y se comenzará de nuevo
como si no hubiera pasado nada.





domingo, 22 de diciembre de 2019

extraño estrañar

     Extrañar y extrañarse tienen la misma base léxica.
     Extraño es algo raro, algo que no reconocemos como normal o como propio.
     Es algo que "está afuera" quizás. O nos lleva a otro lugar.
     Al extrañar también nos sorprendemos
o
     Al extrañarse añoramos una normalidad perdida.
     ¿Extrañar nos resulta extraño?
     Se puede extrañar personas, objetos, ideas, épocas, edades...
     Es extraño extrañar,
como resultaría más extraño no extrañar alguna vez algo.
     No extrañar es el equivalente a Tanatos.
     ¡Qué extraño!
     Nacemos y extrañamos el confort del útero materno.
y nos resulta extraño el mundo al que somos lanzados
     Extraña el niño ser parte del cuerpo madre.
     Extraña el adolescente el cueepo niño perdido.
     Extraña el adulto el mesianismo despreocupado e irreverente de su adolescente.
     Extraña el anciano las potencialidades desperdiciadas por su adulto.
     Hasta que la muerte nos regresa al útero.

¿Eso genera angustia?
No creo.
Si no existiera esa falta que terminamos intentando completar con cualquier cosa
nunca haríamos nada.

Que el 2020 les permita muchas cosas nuevas
para poder imaginar que tapan esa falta
aún sabiendo que es imposible tarea.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Ritual de los cuatro elementos.


El agua limpió el inicio del último día del penúltimo mes.
Invoqué el fuego, devorador de lo crudo,
En el nocturno cierre de noviembre
En el madrugante inicio de diciembre
Ahora, mañanero despertar del doceavo fragmento del año,
Salgo (pies descalzos) a apoyar mis plantas sobre tierra
Y a respirar la mañana que comienza.
Sin ese estúpido afán que tienen los desperdiciadores de vida
De que todo pase rápido.
Con la obstinada idea de disfrutar cada uno de los días.
Dar vuelta la cabeza lentamente y maravillarse al ver
La cantidad de sucesos que pueden entrar
En esta mediocre forma que tenemos los humanos
De mensurar el tiempo
En nuestro inútil intento por controlarlo.
Ritual de los cuatro elementos
Reconciliado con el universo
Respiro el cielo en un sorbo y sonrío
Sabiendo que Uroboro ha mordido su cola
Y que todo ciclo no tiene final sino en un inicio
Mientras los dedos de mis extremidades inferiores
Acarician los brotes verdes nacientes sobre las muertas plantas de noviembre.








sábado, 30 de noviembre de 2019

Diálogo entre Bella y Bestia: Figuras del discurso amoroso.

La música suena.
Bestia se le acerca, toma a Bella de la cintura y ambos cuerpos comienzan a girar, girar, girar.
Giran en sentido contrario al travelling circular que está haciendo la cámara. Giran, giran, giran...
Mientras el cielo se cae en forma de agua sobre los cuerpos mojados que giran, giran, giran...
Bella y Bestia se miran. Ella tiene una expresión extraña que él trata de descifrar mientras giran, giran, giran...
Bestia aproxima su rostro al de ella, proyectando un beso a futuro próximo. La mano de Bella se apoya en el pecho de él y sin previo aviso, lo empuja con violencia, se separa de la escena y comienza a vomitar de tanto girar, girar, girar

domingo, 24 de noviembre de 2019

Lo singular


Quiero ser la víctima propiciatoria
              de tu ritual de amor
              de tu poder de amo.
El caprichoso acto lanzado al imposible
             y que se sigue intentando.
saltar el abismo de tus ojos distantes
              y volverte a encontrar en un orgasmo.
Tomar de la mano a esa niña risueña
              y llevarla hasta su primer amor
                               en otro cuerpo
                               en otra alma
Renovar el ritual de un cuerpo
             alguna vez entregado
             a la misa de Eros
            al cobijo de Tánatos
y saber lo efímero de ser sólo aquel
            que renueve tu pacto
                                con el infierno próximo
                                de tu cuerpo aún lejano.
Traerte a un encielo lecho
            en blanco derramado
            por ambos cuerpos transpirados.
Depender de tu tierra para apoyar tus/mis pies de alas
Bañarme en tu río heracliteano
           cuantas veces los fluidos de tu sexo me permitan.
Amanecer, despojado y en silencio
            encadenado al perfume de un recuerdo
                                 a un símbolo trazado en mi piel.
Imagen prometeica
            que promete el dolor de las entrañas desgarradas
                                 cada mañana.
                                 y el sabroso placer de sentirme renacer.
Tu aparición estableció ilimitades antaño inexistentes
            y la certeza de saber que cuando te vayas
                               quedará el ruido y la furia
                               de habernos des-cubiertos en el abraso
                                                                             (sin error de ortografía).



viernes, 8 de noviembre de 2019

Las miradas


La tomó de la mano y le dijo: “No puedo creer que esto sea tan hermoso, que nos entendamos tan bien, que podamos ser tan nosotros estando con otro”.
Bella lo miró y dijo: “Yo tampoco, incluso tengo miedo”.
“¿De qué?”, preguntó Bestia.
“De que nada sea cierto”, respondió ella.
Los ojos se miran mutuamente, se sostienen y se justifican en la mirada. Él sonríe. Ella sonríe.
“¡Qué estupidez!” dice alguno de los dos. Se besan y vuelven a sentirse plenos.
La cámara retrocede. Un cenital enfoca a un hombre, sentado en una mesa, sosteniendo sus manos en el aire como si sostuviera las de otro.
“Todo no es más que una simple ficción y no tiene sino la inconsistencia de un sueño”, diría Chespir.

Pensamiento inútil de un empático viernes:


Todos sabemos que la palabra “empatía” está de moda.
Algunos sabemos que la palabra “empatía”, en este frígido mundo de capitales y neurociencias manipuladoras, es indispensable.
Sin embargo, leo a varias personas compartir una definición de empatía que es aboslutamente equivocada. Esos letreros enuncian, palabras más palabras menos, algo así:  



Esa definición es errónea, eso no está ni cerca de ser empatía. Creo que sería bueno definir correctamente la palabra para que varios de esos que se sienten “empáticos” se den cuenta que aún no han salido de su propio ombligo.
“Empatía” NO es ponerse en lugar de otro; esto implicaría que nosotros, atravesados por nuestra subjetividad y cultura, pensáramos cómo reaccionaríamos a los mismos estímulos de otro sujeto que se encuentra atravesado por otra subjetividad y otra cultura. La definición “ponerse en lugar de otro”, no solo es una falacia sino que, diría, hasta peligrosa ideológicamente hablando.
De esta mala lectura de la realidad surgen los conflictos más grandes de la sociedad. Para dar un ejemplo, podemos decir que cuando un burgués habla de lo que haría si fuera pobre, no sólo no está entendiendo nada, sino que, y además, está sacando conclusiones completamente equivocadas. También mea muy fuera del tarro un adulto que saca conclusiones sobre la realidad escolar de un adolescente agregando frases tales como: “cuando yo iba a la escuela si pasaba…”.
Podría decir simplemente que están equivocados; pero de verdad me gustaría que entiendan. La palabra empatía no sólo me gusta, la encuentro necesariamente indispensable para sobrevivir a estos tiempos.
Empatía es en verdad, “la participación afectiva de una persona en eventos que no le pertenecen”. Esto no implica “ponerse en lugar de”, sino, por el contrario, entender las variables que determinan que ese sujeto se vea sujetado a esa realidad y la posibilidad de respuestas que puede dar ese Otro que apenas entendemos.
Nunca hay un juicio de valor si hay empatía, es imposible. Tampoco hay un sentimiento de “lástima”. La empatía está en el orden del reconocimiento del otro como sujeto distinto a nosotros y en tratar (dentro de nuestra limitada capacidad de comprensión) de comprender la realidad en la cual está inmerso y su posibilidad de respuesta.
Dicho esto, podemos deducir que cualquier persona que cree en conceptos como la “meritocracia” carece de empatía.
Empatía viene del griego “ἐμπάθεια” (pasión), pero la psicología del siglo XX la tomó con matices significativamente diferentes. Queda deducir de su etimología que es un sentimiento y no un pensamiento.
Podríamos pensar que es una comprensión intuitiva de la realidad de otro.
Como pueden apreciar, nada que ver con ponernos en lugar del otro.
Yo uso mucho la palabra “empatía” y ustedes también. Pero debemos tener en claro qué significa y lo que implica cuando la usamos.
Ser empáticos inevitablemente pone en riesgo nuestra subjetividad ya que estamos dispuestos a que la subjetividad del otro (no su realidad) nos atraviese.
Decir “si yo estuviera en su lugar haría…” no es ser empático; es ser un egoísta y pupocéntrico. Ser empático es tratar de entender cómo lo piensa y siente ese otro tan distinto a nosotros.
La única decisión moral o ética que hacemos, es la de decidir con quiénes somos empáticos; ya que podemos serlo tanto con un asesino como con su víctima. A eso, sólo eso, queda relegado nuestro libre albedrío y nuestra subjetividad cuando decidimos sentir la empatía (que no es poco). Piensen que eso hace la diferencia en que sientas identificación por 30.000 personas desaparecidas, torturadas y asesinadas o que sientas pena por esos asesinos que están siendo condenados cuando ellos actuaron creyendo hacer algún bien.
Llego acá a un clivaje en mi discurso: la empatía no es un sentimiento suficiente para ser buena persona; es necesario además un posicionamiento ético respecto a con quiénes sentimos empatía.
Esta última y primera decisión es lo que nos permite distinguir entre el género humano y los dispositivos de un sistema perverso. Yo he leído gente apoyar a un violador por lo mal que le hacía la sociedad al hablar de ellos… a ese punto de ridiculez llega la empatía tomada sin definiciones éticas.
La ética es un traje que definimos y nos define, y uno “sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto”.
Y algunos dirán: “se fue a la bosta con el argumento” y otros habrán dejado de leer antes.
Sin embargo, y esto escrito para los pocos que siguen leyendo. Creo que es un sentimiento muy importante tanto como creo que es necesario que lo tengamos bien definido.
Hoy hago paro no sólo porque siento empatía, sino también porque tengo una postura ética tomada.
He dicho.
Buen finde para todos.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Un verbo copulativo en presente del indicativo


Es la reticencia extrema,
la promesa del abrazo en la ausencia
el silencio enfadado que se entrega
un cuerpo que resiste en la dolencia.

Es la simpleza que se enreda,
con palabras que fluyen y tropiezan
la cabeza sobre el hombro y pura entrega
una niña jugando en tupida rareza.

Es sanción y condena que me absuelta
un desplazamiento semántico y suicida
disparado hacia el alma sin conciencia
huella fragante que en sábanas me abisma.

Es un no
Es un sí
Es un quizás

un: no sé si sabés que me sabés como yo sé que tú me sabes
un cuerpo negado y deseante que ansía abrirse al infinito
un darse cuenta que esa espalda soportadora de azotes
escondía enormes alas infinitas.

Yo… un niño que sentado en la cama te mira aprender a volar tan despacito
Te mira y te sostiene en la mirada.





sábado, 2 de noviembre de 2019

Pensamiento inútil de sábado: Hallazgo


El hallazgo es un acontecimiento en el orden de lo particular. Un hallazgo no es lo mismo que hallar algo; en la acción de hallar hay cierta voluntad que el hallazgo parece no tener. El hallazgo acontece y de alguna manera sorprende; nos desplaza del cotidiano continuo y nos sumerge en la maravilla de eso que, por lo general, nos es nuevo y familiar a la vez. Familiaridad y novedad no parecen enfrentarse, sino que, por el contrario, se validan mutuamente.
El hallazgo es una maravilla novedosa y familiar que acontece sin previo aviso ni voluntad y nos deja pensando.
“¿Qué pasó?¿Qué es esto?”
En una charla, en un abrazo, en un beso, en una palabra que escapa de su anudado concepto y se dispara hacia lo inesperado, en un Cronos escondido en la muñeca, en un libro, en un objeto de arte, en un caminar sin recordar a dónde, en un despertar sin saber cuándo, en ese otro que nos mira desde el espejo, en ese objeto en el fondo del cajón olvidado…
En cualquier lado puede acontecer un hallazgo y nunca nos queda claro qué es exactamente. Acontece dejándonos la sensación de que algo absolutamente nuevo ha sucedido y nos es extrañamente familiar (lo reconocemos sin saber por qué).
Lamentablemente (o quizás por suerte), el hallazgo es innominable y por ello, inaprensible. Es único e irrepetible y nos deja sentados, contemplando la nada, con esa mueca extraña que llamamos sonrisa.

lunes, 5 de agosto de 2019

Pensamiento inútil de lunes: De los argumentos y la ausencia de ellos.




Este texto de hoy es ese tipo de textos que por extensión, el lector actual jamás leerá. Pero tengo un Blog (no hay gesto quizás más anacrónico que este) porque la escritura me ayuda a pensar y no porque busque lectores que nunca he tenido. Enunciar los pensamientos permite que las ideas entren en esquemas epistémicos y muchas veces también, darme cuenta de las falaces que sostenían mis argumentos; así como otras veces fortalecerlos.
De todas maneras, me queda claro que la siguiente argumentación no será leída ni por unos ni por otros, lo que me permite la tranquilidad de expresarme con mayor libertad.
La escritura de una entrada en un blog surge de un evento o sentimiento que nos conmociona o nos emociona. Del primer grupo es esta.
Leo un tuit del presidente argentino que enuncia: “No se necesitan argumentos, no es necesario dar explicaciones. Es tu autoridad, tu confianza, tu credibilidad, las que tus relaciones valoran para acompañarte en tu decisión. Por eso yo te invito a publicar esta foto en tus redes”.
Debo decir que el tuit me da vergüenza ajena y me apena mucho más que haya ciudadanos que se hagan eco de una expresión tan acrítica y antidemocrática.
Pero comencemos por el principio, porque para brindar cualquier opinión uno debe dejar sentadas las bases sobre las cuales construye su pensamiento y que, de alguna manera, lo justifican.
Primero me permito recordar una publicación que hice en octubre de 2015 “Ya no hablo más de política, me parece al pedo” (posiblemente una de las pocas que ha tenido poca repercusión, que es mucho menos que nada). Idea que continúo sosteniendo; por lo menos dentro del concepto que la mayoría de los publicadores seriales tienen hoy de política (mi concepto es un poco más amplio y hago un distingo con el partidismo que es posiblemente lo que otros desean expresar). No porque no crea en la política, sino porque frente a posturas discursivas tan disímiles es imposible pensar en un “diálogo” tal y como debería ser si partimos de la etimología de esa palabra.
Mi análisis de ese tuit va a ser simplemente discursivo.
Plantear la innecesaridad de argumentos y la justificación sostenida solamente por el rol social que el sujeto ocupa cuando nos referimos a acciones que afectan a todos es terrible e injustificada (para no decir temerosamente peligrosa para las libertades de pensamientos). El poner el sujeto por sobre la idea y el individuo por sobre el conjunto es insostenible desde cualquier postura argumental, sin importar ideologías.
Tanto derechas como izquierdas y como tibios han tenido argumentadores geniales. Las argumentaciones construidas por las ideologías generan un campo epistémico sobre el cual se sostienen posturas e ideas. Rechazar la argumentación es ir en contra de las ideas.
Tal vez quepa aclarar que tampoco creo en el votar por lealtad, pero entiendo que muchos supuestos “leales” lo exclaman como parte del pintoresquismo de una poética populista que parece haber sido heredada del romanticismo. Cuando hablo con esos sujetos al lenguaje, me siento en libertad de exponer discrepancias que algunas veces compartimos y otras no, pero en donde las argumentaciones son válidas.
También me asusta la invitación, sin mediar argumentos, a realizar un acto de habla que compromete tu accionar por el sólo hecho de… vaya uno a saber qué.
No estoy diciendo si Macri hizo o no algo, estoy en otro esquema. Así que si algún lector de memes y frases hechas ha sobrevivido a tantas palabras, porfa, evítese el enfado y siga leyendo. Insisto, lo que digo es que, el enunciado es insostenible dentro de cualquier esquema de pensamiento. Sólo se permite un enunciado así a quien no desea pensar.
Opinar distinto (argumentalmente, uno tiene una responsabilidad respecto a sus enunciados –responsabilidad ética-) es lo que construye una democracia, dejar de pensar es lo que da origen a los pensamientos mesiánicos, fundamentalistas o fascistas.
Y luego, en el tuit agrega lo del “miedo” que puede generar. Obvio que genera miedo una sociedad obediente que publica algo sin tener razones justificadas para hacerlo. Invitar al contagio de algo así, sin fundamento, es invitar a que sigamos pensando que la tierra es plana.
Creo, honestamente, que hay personas que han decidido seguir votando a Macri luego de haberlo pensado en su esquema mental y que tienen argumentos claros (los comparta o no yo) para justificarlo y me parece que este tuit los insulta, los considera poco inteligentes, les dice que mejor no hablen (hablar en el sentido de pensar hacia afuera) que se cierren sobre su pensamiento y sostengan su idea tal como el burro sostiene su rebuzno.
Me da vergüenza ajena, dije al inicio, porque creo que su representante les está faltando el respeto.
Grey, manada; anulemos el pensamiento crítico, generemos lo mismo que criticamos. Discursivamente es aberrante que un presidente electo diga semejante cosa. Y vuelvo a decir, tampoco creo en la lealtad si esta es referida a una figura y no a una idea. La lealtad a una idea quizás te haga intransigente, pero no te convierte en un robot.
Es una semana para oír y leer palabra por palabra lo que dice cada uno, frente a una encuesta (censo, porque nos comprende a todos y es obligatorio) que se va a dar este domingo. Dejemos de pensar de manera bipolar y desconstruyamos los discursos que el pez por la boca muere cuando está tan ávido de carnada.
Yo seguiré pensando que es esencial desde la escuela enseñar a analizar los enunciados, los de afuera y los de adentro de toda institución educativa. Funcionar siempre con un relativo de desconfianza.
No apoyo los seguimientos ciegos ni los enunciados vacuos.
Pero es sólo una opinión de lunes a la tarde.

martes, 2 de abril de 2019

Pensamientos inútiles de un dos de abril: Perdón, me cago en su romanticismo Hollywood.


Perdón por cortarles el mambo con la heroicidad de Hollywood que parecen estar vendiéndonos este día. No es mi intención amargarles el día pero sí pedir que reflexionemos respecto a los relatos que se construyen en torno a un hecho.
No pretendo ofender a nadie y sepan mi absoluto respeto por quienes padecieron el dos de abril en carnes propias.
No sé qué pasa este dos de abril, pero comenzaron a circular una serie de relatos propios del romanticismo patriótico que no sólo no permiten ver lo que pasó, sino que además tergiversan una historia real, sufrida e injustificada.
No iba a poner nada, porque no quería generar conflicto un día que para mí es muy triste; pero no me puedo contener. Ya me vi tantos videos y leí tantos relatos heroicos construidos en las fórmulas del cine norteamericano que me duele hasta en la “masmédula”.
Los combatientes de Malvinas son víctimas de un Estado asesino y de una población indiferente y si queremos no volver a repetir la historia debemos volver a ser verdaderamente conscientes.
Primero: la guerra fue absurda, no porque el reclamo sea absurdo sino porque se llevó a cabo por intereses políticos para sostener el poder de una vergonzosa y beoda junta militar; manotazos de ahogado de quienes viéndose caer no dudaron en sacrificar personas sin importarles absolutamente nada. 74 días duró una guerra en la que murieron 649 argentinos: 143 de ellos eran conscriptos (pibes entre 18 y 22 años que no tenían idea de lo que pasaba pero fueron forzados a ir).
Segundo: frente a la indiferencia de la gente, más de 400 excombatientes se suicidaron luego de volver.
Entonces y porfa, no me hagan videítos pedorros ni relatos del héroe anónimo que sacrifica su vida por sus compañeros quedando sólo frente al enemigo (sean estos relatos o no reales). Son muchos más las víctimas de una población y un Estado indiferente.
Sé que para ustedes es más fácil el heroísmo romántico del cine, no por nada frente a algún comentario de esto en los grupos publicadores de whats app lo único que he logrado es el silencio. No es lo que pretendo, intento la reflexión real sobre los hechos. No pasó hace tanto como para que lo olvidemos. Muchos de nosotros conocemos víctimas de Malvinas, no seamos injustos con ellos y no compremos entradas para un show mediático.
No sé cuáles serán las intenciones políticas de inventar este relato patriotero sobre el héroe muerto y olvidar a la víctima viva… bah, en realidad sí sé cuál es la intención, pero no me interesa a mí hoy decirla.
Hoy es dos de abril y como pueblo no debemos homenajear héroes fabricados en la industria de mitos hollywoodense; debemos, eso sí, recordar nuestras víctimas. Ser conscientes de la estupidez de la que fuimos partícipes y hacernos cargo de nuestras víctimas. No sólo los muertos, sino de los que están dando vueltas esperando un reconocimiento distinto que el de héroe de cine.
No sé qué pasa con ustedes. Cuándo les surgió esta ceguera. Pero yo no quiero ser partícipe de ella.
Hoy, dos de abril, yo no celebro héroes… lloro víctimas que fueron culpa no sólo del Estado, sino también de una población imbecibilizada por los medios de comunicación.
Hoy es dos de abril. Un día para recordar. Un día para no repetir. Un día para saber que aún hay que hacer mucho por esas almas rotas que dejó una guerra absurda.
Ya alguien me había dicho que querían cambiar pasado por futuro, pero bueno, pensé que era en joda.
He dicho.    




miércoles, 16 de enero de 2019

Esa tarde de verano



Son las 19:30 de un 14 de enero de 2019 cualquiera. Salgo al patio. Micropatio y me siento en un banco. Banco que nostalgia a un antiguo dueño y a unas viejas fotos familiares.
Salgo a esta hora porque la luz solar es suave sobre mi piel y cierto lobo crónico suele perseguirme en verano más que en el invierno. Salgo a esta hora también porque no sé por qué miles de pájaros revolotean como jugando en un espectáculo que dura una hora cuando mucho. Salgo con un vaso de cerveza y un par de cigarrillos (encendidos en forma sucesiva, no simultánea… por ahora). Salgo y me siento en el banco, apoyo los pies en una mesa ratona y me quedo ahí, haciendo nada, por casi una hora, mirando el cielo. Para ser más preciso, mirando los pájaros en ese cielo. Juego a que los identifico. Pero en realidad me miento a mí mismo, porque conozco poco de pájaros. Disfruto verlos volar. Ponerme a pensar en los modos que tiene cada uno de ellos. No todos los pájaros vuelan iguales aunque sean de la misma especie. Hay unos que baten alas con locura y frenesí y cuando se detienen a planear es un milisegundo y en círculos. Otros levantan vuelo hacia el cielo, alto, bien alto; para de pronto cerrar las alas y venirse en picada y cerca de los techos o mi cabeza, las despliegan y hacen un planeo rasante a una velocidad increíble. Los que vuelan más en altura tienden a quedarse planeando largo rato, como descansando de algo hecho, agitan tan sólo un poco las alas cuando sienten que pierden altura y luego siguen planeando. Están también los que pasean todo el cielo haciendo círculos sobre la misma ala siempre. Y los que se divierten siguiendo a otros.
Yo los miro. Pero este día cualquiera pasa algo extraño; extrañamente familiar. Entre el vuelo de todos ellos y como emulándolos, aparece y desaparece una libélula. Trato de pensar en dónde hay agua cerca, quién tendrá una pileta. Pero no, al poco tiempo me doy cuenta que esta maldita libélula los está imitando.
Quizás se ha confundido. Tal vez se cree pájaro. Vaya uno a saber. Pero ahí está, sin importarle nada, siguiendo el ritmo y vuelo de sus pares con plumas. Todo lo hace a una altura menor que sus amigos pero replica cada movimiento casi a la perfección.
“Esa libélula está confundida, se cree pájaro”, charlo con alguien que al oírme sonríe.
A las 20:20 ya todo está en calma y el cielo parece deshabitarse. Yo junto mis cosas y voy entrando a mi casa. Me doy vuelta para cerrar la puerta y la veo en vuelo veloz pasar por sobre mi cabeza en su obstinación de ser ave.
Entro a casa y me pongo a pensar en cuanto nos parecemos a las libélulas.