lunes, 24 de agosto de 2015

Antinomias

Pierce plantea en el estudio de la semiótica (de la comunicación humana) un elemento que no había sido tenido en cuenta por Saussure: el «interpretante».
¿Y esto a qué viene?
Que muchas veces uno dice lo que quiere decir, correctamente, sin eufemismos ni vueltas y el otro oye lo que quiere oír, correctamente, sin eufemismos ni vueltas.
Y esto no sería problema si no fuera tan distinto lo que se dice de lo que se oye.
La construcción de un mensaje tiene que ver con las herramientas que el interpretante pone en juego a la hora de decodificar. Qué se entiende cuando se dice, depende de quién y de qué manera escucha o lee.


Más de una vez un mismo mensaje parece tener significados opuestos, cuando no, incompatibles.
Y algunos dirán que hay una ideología, una cosmovisión, que se pone en evidencia cuando el otro habla, cuando el otro escribe; que hay mensajes que se transmiten sin intención. Otros dirán que algunos enunciadores persiguen la oscura intención de generar hegemonía.
Y yo creo que tienen razón pero también creo que eso muchas veces no tiene que ver con el emisor, sino con el receptor. El receptor se «dispone», de acuerdo con su ideología y con los juicios y prejuicios que tenga sobre el emisor y el medio (el medio, ya lo dijo McLuhan no es tan neutral como suponemos) a percibir determinados significados y a omitir otros.
En un mundo polarizado en X y Anti-X, en el cual el constante ataque de los «antis», que solo el título expresa su sentido; son «anti», están en contra de las ideas de otro y hasta dudo que tengan propias y los X que se defienden de esos ataques con la misma virulencia e incluso, muchas veces se defienden de quienes no los atacan, que levantan los puños frente a cualquier palabra que no supere el corrector ideológico.
Entre ambos bandos, ideológicamente enfrentados (en algunos casos no tanto) se genera una especie de panóptico del discurso, una parapolicía de las palabras adecuadas o no de las que te unen o no con uno u otro bando y te termina provocando una paranoia autopersecutiva que te obliga a evaluar cada palabra en cada uno de tus discursos para que los «Antis» se den cuenta que no seguís un línea pero tenés una ideología (la mayoría de las veces les es tan lejana que resulta muy difícil de explicar) y que los X no sientan que es un ataque de los «antis» si se te ocurre que determinada medida es insuficiente.
Lejos estamos de una dictadura y quien diga semejante estupidez es porque no ha vivido en una (y desconoce todo) o ha estado de acuerdo con las atrocidades que ellas cometieron. Pero hay cierto «canto de hinchada» que no permite oír, detrás de cada demanda la ideología que subyace.
Hay mucha cabeza hueca repitiendo discurso ajeno de ambos lados.
Los medios se han convertido en una fábrica de discursos para que el haragán mental repita sin pensar mucho. Y un discurso no es sólo la expresión de algo, es también, la forma de ver ese algo. Cuando repiten las palabras impuestas se obligan a pensar la realidad de esa manera. Es muy difícil tratar de explicar el valor del discurso como constructor de subjetividades y muy complejo; hay que primero entender que la realidad no es tal sino una construcción cultural que obliga a determinadas posiciones.
Pero supongamos que no se entiende. Seguro entienden que hay quienes piensan, quienes se arriesgan a ponerse en los argumentos del otro y sin prejuicios previos analizan qué tan de acuerdo pueden o no estar y están los otros, los que antes de escuchar ya se imaginan que lo que va a ser dicho es falso o equivocado.
En definitiva: los primeros son espíritus democráticos mientras que los segundos no. Queda en ustedes decidir de qué lado están.
Pierce plantea en el estudio de la semiótica (de la comunicación humana) un elemento que no había sido tenido en cuenta por Saussure: el «interpretante».
¿Y esto a qué viene?

Dejá de preocuparte por lo que plantean otros, atrevete a pensar el mundo desde otro lado y jugá este juego que se llama democracia. Porque si no, me encuentro con amigos que aceptan las estupideces que dice una vieja chocha en sus almuerzos y otros que critican uno de los pocos ídolos populares que manifiesta una ética necesaria para la construcción de un país como me gustaría.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Veo un espiral.

        Veo mi pueblo. Veo un video de mi pueblo. Veo un golpe injustificado e injustificable. Veo la violencia sin sentido. Veo gente que intenta justificar lo injustificable. Veo también comentarios. Veo racismo. Veo clasismo. Veo palabras. Veo epítetos injustificados e injustificables. Veo la violencia sin sentido. Veo golpes. Veo un video de mi pueblo. Veo mi pueblo.

lunes, 10 de agosto de 2015

Esos viejos-nuevos debates

Hay gente que dice que la gente no lee; mientras tanto yo…
Leía un debate ideológico en el face (si ese oxímoron se me permite) y uno le decía al otro: «leé el Pibe» y el otro respondía «yo leí La Dueña» y un tercero decía «no ustedes tendrían que leer  Scioli secreto». De pronto uno participó con «El Jefe, ese hay que leer».
Como profesor de lengua me interesa ver el auge de un género literario que podría llamarse «ficción política» que surgió quizás en grandes escritores como Verbitsky o Seoane y que posiblemente sea un derivado necesario de la «no ficción» creada por Walsh que puede encontrar su génesis en «El Facundo» de Sarmiento pero que al igual que la novela histórica desvirtuó en un empalagoso, innecesario y taquillero género comercial que nada significa.

Y yo que quería leer ideas, leí literatura… y de la más efímera.
Para pensar es quizás que cuando esta literatura se utilizó en política siempre fue para hablar del Otro.

domingo, 9 de agosto de 2015

Vine, vi y voté...

Hoy es día de elecciones y como en todo día de elecciones estoy contento. Sí, pueden decirme que no es mucho lo que se elige hoy pero es bueno hacer una práctica habitual de votar; que cada vez sean más cosas las que debamos decidir.
Escribo esto en caliente, antes de saber los resultados y alegrarme o enojarme por otra cosa que no sea simplemente el derecho y la posibilidad de votar.
Hay gente que se fastidia cada vez que va a votar; hay quienes recomiendan no votar a los que no están obligados a hacerlo; para algunos parece ser una carga decidir cómo mirar a su país y se escudan tras frases creadas hace siglos y que nada significan: «todos son corruptos», «para que ir a votar si después hacen lo que quieren», «si la elecciones están arregladas», «la mayoría de los votos están comprados», frases que seguramente inventaron aquellos que nunca han querido que el pueblo decida nada. Todos sabemos, hemos vivido o nos hemos enterado de que algunas veces han ganado los votos en blanco. No seamos tan ingenuos, si fuera tan arreglable una elección los gobiernos de facto hubieran entrado por el voto ¿no les parece?
Cuando uno va a votar, creo que en principio uno lo intuye pero luego de varios gobiernos democráticos y varias experiencia uno termina confirmándolo, no vota personas sino formas de entender la realidad. Los políticos no importan como sujetos individuales, sino por cómo miran la realidad. Si yo creo que para educar, nada es mejor que un cintazo, voy a votar a un candidato muy distinto a si pienso que la educación tiene que ver con el acompañamiento.
Muchas veces la gente, equivocadamente va y vota personas.
Los argentinos somos muchos y no todos vemos la realidad de la misma manera; lo que implica por suerte, la posibilidad de alternancia política permitiéndonos vivenciar en nuestro propio pellejo una y otra lente.
Durante mucho tiempo se nos intentó convencer de que el ciudadano no debía participar en política, que eso era de subversivos, de gente peligrosa. Lamentablemente muchos continúan con esa idea y están convencidos de que no hacen política. Delegarle el poder a otros es una forma de ver el mundo, es una forma de pensar soluciones y es, por todo esto, una forma de hacer política. Una forma de hacer política que nos deja afuera del poder.
En definitiva, todos somos animales políticos. Es bueno y es sano que lo seamos conscientemente; que no temamos discutir, enfrentar interpretaciones y hasta levantar la voz.
En esta elección se ve claramente que se enfrentan dos argentinas; pero estas dos argentinas no tienen nada que ver con los partidos políticos sino con las actitudes frente a la política. Se puede hablar, discutir y confrontar con muchas personas del Pro, del Frente Renovador, del Frente para la Victoria, etc. Todos ellos, que discuten, que se enfrentan, que confrontan posibles interpretaciones de la realidad y que proponen posibles Argentinas; todos, sin excepción, forman parte de una idea de país politizado y democrático.
En el otro lado están los que llaman «pelotudos» o «boludos» a los que opinan distinto. Los que constantemente agreden, insultan, tratan de delincuentes, putean gratuitamente. Promueven el miedo y las imprecaciones, el escándalo y el espectáculo. Esa otra parte de la argentina son los resabios (para no llamar residuos) de los muchísimos gobiernos dictatoriales que destruyeron nuestra práctica política.
No importa, hoy, que votes a este o aquel. Importa que lo hagas a conciencia y porque creés en eso. Que lo pienses, que lo discutas; que no temas discutirlo porque de eso se trata la democracia, no de pensar todos iguales sino de que exista el espacio y la posibilidad de discutirlo; con argumentos, no con insultos.
Hoy, quizás no se elija gran cosa, pero se practica la democracia. Yo fui a votar contento, he saludado a derechas e izquierdas que respeto sin sentirme mal sino todo lo contrario; sabiendo que eso es lo mejor que puede pasarnos. Mientras tanto, a los que no pasa un día sin que insulten o agredan a otros, los que publican y republican estupideces, a esos, los iré borrando de a poco del grupo de amistades.
Galeano, hablando de fútbol, hacía una muy lúcida diferencia entre el hincha y el fanático. Decía que el fanático ni siquiera veía el partido ni le interesaba, el fanático «mira el partido, pero no lo ve. Lo suyo es la tribuna. Ahí está su campo de batalla. La sola existencia del hincha del otro club constituye una provocación inadmisible. El Bien no es violento, pero el Mal lo obliga. El enemigo, siempre culpable, merece que le retuerzan el pescuezo. El fanático no puede distraerse, porque el enemigo acecha por todas partes.»
Y con la política suele pasar un poco eso. Están quienes somos hinchas y quienes son fanáticos. Solo pensar la cantidad de perfiles que se llaman «anti-» algo es impresionante. No solo impresionante sino vergonzoso.

Hoy es fiesta democrática. Vaya mire y vote. Y desde hoy a octubre no le dé bola a los desestabilizadores de siempre que prefieren ser ellos los que elijan por nosotros. La democracia la sostenemos todos los que no tenemos miedo a seguir discutiendo distintas formas de interpretar y entender el país.

sábado, 8 de agosto de 2015

Y algunos insisten en el «no te metás»

Termina el día laboral, termina la semana, son los últimos minutos de una clase que para ellos es aburrida, no creo que alguna vez logre hacer divertido la «proposición subordinada adjetiva» sin embargo no por eso dejo de darla.
Sería muy largo explicar su utilidad en el resumen y en la ampliación de texto, digamos simplemente que es algo que sé es útil y no estoy en campaña electoral como para que me preocupe la popularidad.
Han trabajado bien y han hecho los ejercicios sin chistar (cosa rara) así que, en esta eterna negociación que es la disciplina áulica, les digo que pueden cerrar todo y dedicarse a perder el tiempo durante los 8 minutos que quedan de clases.
Pierden el tiempo desordenadamente, como debe ser. Una alumna comenta que está en los padrones…
—¡Qué bueno!— le digo yo. —Vas a poder vivir esta experiencia que es votar.
Otra alumna da vuelta la cabeza y me mira sorprendida.
—¿Usted (en ese curso algunos me llaman de usted y otros no) cree que deberíamos ir a votar?
—Sí, por supuesto. La democracia, mientras más tempranamente comiences a practicarla más fácil te será comprenderla.
—La seño «X» recién nos dijo que para ir y hacer cualquier cosa sin saber no vayamos…
Me quedo helado, no me cae mal la profesora «X» aunque sé, de base, que nuestros pensamientos políticos no son coincidentes. Me siento tentado a decirle que en realidad muchos adultos votan sin tener ni la más puta idea de lo que están haciendo… pero no me parece adecuado, no debería decir «puta» en un ámbito escolar. Trato de ser lo más demócrata que puedo aunque en verdad me siento como Capusotto en su sketch «padre progresista».
—Bueno, ella piensa eso y yo pienso esto… y es quizás eso la democracia, la posibilidad de pensar cosas distintas. Si ustedes tienen la posibilidad de pensar por ustedes, creo que no deberían desaprovecharla, se los dice alguien que ha sido educado y criado en una época en la que nadie tenía esa posibilidad.

Me da pena que justo toque el timbre, aunque sé que es oportuno. Solo cinco juntaron sus cosas y se fueron, el resto se quedó esperando… no sé qué.

—Pasen un hermoso fin de semana y disfruten de la democracia chicos.— les digo a modo de saludo.
Todos juntan sus cosas y se van.
—Gracias, y usted también profe.— dicen un par al salir.

viernes, 7 de agosto de 2015

Piense... hoy es gratis y necesario.

Si usted es incapaz de percibir las diferencias.
Si tiene el cerebro tan lavado que piensa que a los otros les lavan el cerebro.
Si piensa que a los pobres les gusta ser pobres.
Si piensa que está muy mal que los «maricas» se casen y mucho peor que adopten.
Si piensa que vivimos en una dictadura.
Si piensa que a las mujeres las golpean por algo que habrán hecho y que también hay hombres golpeados en igual medida.
Si piensa que son los otros los que tienen ideología y usted no.
Si piensan que el chico que no es educado en su casa debe ir a la calle como si fuera su culpa.
Si piensa que este Papa es medio zurdo (y piensa que eso es malo).
Si piensa que es molesto que sus hijos vayan al mismo colegio que los hijos de «esos otros».
Si piensa que para enseñar modales y educación hay que usar el cinto.
Si piensa que está muy mal el aborto porque se matan personas pero cree en la pena de muerte.
Si piensa que estaríamos mejor sin tantos «paraguas» y «bolitas».
Bueno, si usted piensa todo eso; usted es lo que es y merece el gobierno al que quiere votar…
Vaya, vote, elija libremente, porque estamos en democracia y cuando comprenda, cuando perciba la diferencia espero que no sea tarde.
Pero claro, aunque sea tarde, es posible que usted continúe sin darse cuenta.

Si usted es incapaz de percibir las diferencias... bueno, este texto no tiene sentido.
Porque creo en vos es que lo escribo.

domingo, 2 de agosto de 2015

El medio pelo y la electricidad

Voy a donde voy siempre, a un lugar donde hay gente que apenas conozco y que no voy a conocer más que eso.
–Hola.
–Hola.
–¡Qué mal que anda la luz acá! Yo descubrí la utilidad de las luces de emergencia cuando me vine a vivir a Sastre.
–No, si acá la luz anda re bien. A mí no me cortan casi nunca.
–A mí, en esta semana, ya van cuatro veces que me la cortan.
–Bueno, pero vos vivís en una zona que siempre tuvieron problemas.
–¿O sea que el problema no es de la empresa sino de la zona donde vivo?
–Claro.

Me voy para no responderle. Creo que su actitud es un clásico problema del pensamiento burgués, «si a mí no me afecta, no existe».