miércoles, 28 de mayo de 2014

La lectura no sirve de nada

     Suena extraño que lo diga. Soy docente... de Lengua y Literatura; sin embargo, no dudo de que sea así.

     Leer no es garantía de Nada.

     Creo que después de más de 15 años de oficiar como promotor de lectura, puedo afirmar sin temor a equivocarme que el hecho de que una persona lea mucha cantidad de libros no certifica, bajo ningún punto de vista, que esa persona sea mejor... piense mejor... razone mejor... ni siquiera escriba mejor.

     Leer en cantidad no garantiza ninguna mejora en calidad de nada.

     Me he sentado a charlar extenuante-mente y cuerpo con sujetos que superan mi cantidad de lecturas diarias, mensuales, anuales, vitales y no he encontrado más que un manojo de frases hechas e ideas estereotipadas, prejuicios, preconceptos, falacias, ideas impuestas mediaticamente...
     Un sector de la sociedad, el más utilitarista en una idea pobre y mezquina, afirma que leer mejora la ortografía... bueno, eso también es mentira y si fuera verdad no sería una gran defensa para la lectura.
     Algunos, los que de verdad se interesan por encontrar una legítima razón encuentran una ligera diferencia entre quienes leen determinados libros y quienes leen otros. No encuentran diferencia entre quienes leen determinados libros y los que no leen nada. Si encuentran mucha diferencia entre quienes leen otros libros y los que no leen nada.
     Eso, que yo creí mucho tiempo, también es mentira... lamentablemente. Me he encontrado con gente que ha leído Dostoiesvki, Gorki, Maupassant, Hölderling, Boudelaire y parece que los han leído y parece que no hubieran entendido nada o parece que yo no he entendido nada o hemos leído distintos libros sin saberlo.
     No, lamentablemente leer buenos libros tampoco es garantía... ni siquiera es garantía escribir buenos libros.
     El consumismo capitalista siempre se preocupa por la cantidad y ya todos sabemos que la cantidad importa un comino. O la actividad creadora como algo distinto a lo normal y que por ello amerita un pago cuya plusvalía alimenta un universo parasitario de quienes viven de la cultura sin hacer nada de cultura.
     Creo, pienso hoy y es posible que mañana me desdiga, que la principal diferencia entre las personas no radica en su pensamiento de izquierda, de centro o de derecha; en que lean a Borges o a Arlt, a Saer o a Walsh. No importa si se formaron leyendo a Kafka o a Poldy Bird. Sí creo que es de radical importancia la postura del lector. Está el lector ingenuo que con más o menos destreza entra en el juego del libro y se entretiene desde una actitud de sumisión respecto a la actividad de un "creador todopoderoso" que digita la trama. Otro lector, en cambio, trata constantemente de mirar detrás de los cortinados para ver cuál es el truco de este prestidigitador.
     El consumidor ingenuo, lo es y lo será con cualquier libro y eso hace que lo sea con cualquier otro producto comunicativo (noticieros, novelas, etc.); mientras que un lector metiche, por el contrario, lo será con todo.
     Ojo que hablo de "metiche" y no de crítico. No hay peor ingenuo que aquel que frente a su ignorancia decide despreciar todos los productos comunicativos que no entiende. El lector metiche trata de comprender por qué se le niega el significado; opera como un desencriptador.
     Entonces, como venía diciendo, leer no es garantía de nada. Promover la lectura a ingenuotes que van a leer quedándose en una superficie improductiva no sirve de nada. Por otro lado, los metiches; aquellos que buscan códigos y trucos en todos lados, bueno a esos no importa lo que le demos (historieta, tv, cine) siempre encontrarán algo que aprender.

     Por eso mi pregunta como docente, hoy, no es cómo lograr que los alumnos lean. La pregunta es cómo lograr que los alumnos quieran hacerse magos y traten de descubrir los trucos de los grandes prestidigitadores.

lunes, 19 de mayo de 2014

Juntos, en el mismo lugar, escuchando la misma música

     Una amiga es, al igual que yo, de disfrutar mucho de la música y los temas de Fandermole. Oímos el mismo tema "corazón de luz y sombras", juntos.
     De pronto le digo:  "qué fuerte comenzar un tema con ritmo tan argentino citando dos cuadros de El Bosco"
     Ella me mira sin entender.
     Yo estoy seguro que a mí no me gusta más que a ella; ni que a ella le gusta más que a mí. Sí dudo de que estemos los dos, en el mismo lugar escuchando el mismo tema, juntos...

domingo, 18 de mayo de 2014

Un maldito libro

     Sobre la mesa la frutera llena, rebosante y en la silla ausente lee tranquila y acompasadamente. Mira la mesa satisfecho, naranjas, manzanas y racimos maduros denotando vitalidad. Levanta la vista, sólo cada tanto, para sentirse seguro.
     Afuera se escucha el agua correr en forma de río, en forma de lluvia, en forma de grifo abierto. La vida despliega sus brazos y abraza al lector sentado en su rojo sillón.
     Lentamente la Luna camina hacia su ventana y se apoya en el marco para mirarlo. En ese momento el lector se da cuenta que entre el ruido de las aguas se escuchan los cascos de mi caballo galopando hacia su casa. Palpa en su cinto el hierro frío de la navaja sabiendo que el destino lo ata al calor de la sangre que brota como flores en los cuerpos que se encuentran con los fríos metales de los vivos.
    Me bajo del caballo y piso al apearme un charco de agua estancada junto a la puerta, la canilla se cierra y la bacha repleta de platos y agua. Y la fruta se pudre madura y sin comer en el frutero.
     Nos miramos y me dice:
- Huye que ya vienen los gitanos.
     Lo tomo del hombro e introduzco el filo del cuchillo en su vientre, monto mi caballo y huyo. La Luna se va  de la ventana y en la mesa queda el público... de Federico.

lunes, 12 de mayo de 2014

Adiós Colega

    Estoy en casa. Lo que he hecho durante años he decidido no hacerlo más. Estoy consiguiendo horas de clase y aunque tenga que viajar es un ingreso más estable que la pantomima.
    Tocan el timbre. Atiende mi esposa. Me dice que quieren que actúe en un colegio. Le digo que no lo hago más. Me dice que le diga yo.
     Camino al recibidor. Hablo con la profesora de lengua. Me cae bien, me parece buena gente y le digo que sí, que voy a ir.
     Voy al pueblo, actúo, cobro una cifra más simbólica que real y me voy. Llego a mi casa. Guardo maquillaje y ropas en la valijita y la envío como regalo de cumpleaños a mi hijo.

     Consigo horas y dejo de viajar. Puedo trabajar en la misma ciudad en la que vivo. En un recreo la veo. Me extraña reconocerla; por lo general no reconozco a nadie.
     No digo nada. En ese colegio no soy más que el nuevo profesor de teatro de las horas que dejó otra colega.
     Voy tomando horas de lengua y me voy dando cuenta que no sólo parecía buena gente; es buena gente. En una reunión de departamento me pregunta si yo era el que ella había ido a hablar y yo le digo que sí.

     Nunca fuimos amigos. Colegas, conocidos sólo eso y el recuerdo de mi último trabajo.

     Hoy se fue.

     Hay gente que sin saberlo marca momentos. Es triste, solamente triste.

                  Adios.

lunes, 5 de mayo de 2014

Estar ahí

Entre muros,
entrar y cerrar la puerta es un gesto
hermético
laberíntico
que no dice nada y lo dice todo.

Y estar ahí,
aun a pesar de las dudas y de las deudas,
internas, externas y eternas.
Dudar,
dudar de todo hasta del alma
y estar ahí.

Llenando de palabras el silencio 
y llenando de silencio las palabras.

El mundo avanza más rápido que el río de Heráclito
y más de una vez soy Sísifo arrastrando la piedra,
sabiendo que va a caer
y la arrastrará nuevamente
sabiendo por siempre su costumbre inorgánica de reiniciarse.

Y uno está ahí,
al pie y en la cima de la misma montaña eterna en un gesto “ético”
y en un gesto estético.

Uno confía en poder capturar un instante.
Saber que esto es una violencia contra la corriente del río
y es inevitable que el río corra como que el perro se rasque
Y saber que uno es evitable
Y saber que a pesar de eso,
que a pesar de todo,
que a pesar del río
uno está ahí
confiando en algo,

confiando en un instante...
y un poco de suerte.