domingo, 27 de noviembre de 2016

Diálogos entre Bella y Bestia: Paradoja.



Mientras arma su bolso, Bella ella siempre, para irse definitivamente.
¿Qué es una paradoja en el lenguaje?, me pregunta.
Yo miento. Le respondo.
Me mira con esos ojos para perderse en ellos y comprendo que no entiende.
Si yo afirmo que miento y soy sincero, no estoy mintiendo entonces no es cierto que mienta y estaría mintiendo entonces sería cierto y no mentiría; ¿entendés? Es un enunciado imposible.
No sé si entendí bien.
–«Yo te amo con toda el alma», me dijiste ayer, hermosa.
Sí.
Bueno, eso es una paradoja.
¿Entonces la paradoja es como una contradicción?
No, todos tenemos contradicciones, es un imposible.
Sigo sin entender.
Yo también.

Terminó de armar su bolso y se fue. Yo me quedo viendo la final de la Copa Davis, Argentina es por primera vez campeón… y no me importa.




lunes, 21 de noviembre de 2016

un texto que quiero, escribo como puedo y no debo publicar

Yo quiero un montón de cosas
Que cuestan momentos
Pero el lapso cuesta plata
Que gano con tiempos
Para pagar las deudas del debo
Que inculcan los siervos
Del gran arrepentimiento.
Yo puedo algunas cosas
Que me permiten mis bienes
Que no es más que mi viejo trabajo
Y mi agotado silencio
Sabiendo que debo callar
Cuando me ahoga la bronca
El debo me obliga a estar
Soportando los puedo
Deseando los quiero
Y transitando esa sutil
Línea frontera

Entre los quiero y los puedo.











sábado, 19 de noviembre de 2016

Pensamiento inútil de sábado: Los fanáticos defensores de la lectura son todos unos prejuiciosos


La siguiente enumeración puede ser traspalada a cualquier otro objeto artístico: pintura, música, películas. Y pretende enumerar los consumidores de arte que tienen una visión restringida de las posibilidades de consumo.
Prejuiciosos lectores:
1) Está aquel que siente la necesidad de valorizar estéticamente todo lo que le gusta… y digo yo; ¿por qué o  para qué? Muchos textos me gustan y sé que no tienen grandes méritos literarios, no me ofende si me lo dicen pero ¡guay! con decirle a un lector de Cohelo que lo que lee es una porquería porque si no ponen el grito en el cielo te caen con esa frasecita irónica y pelotuda… “claro, porque no todos somos tan inteligentes como vos…
Querida, si tenés un solo argumento para defender la originalidad y la esteticidad de los libros de autoayuda, usala porque lo necesitan; y si no lo tenés, qué problema hay en decir: “sí es malo pero a mí me gusta.
2) Están los amantes del canon académico y nada que no pertenezca a esa lista de consagrados será jamás valorado por ellos. Gente capaz de citarte a Borges o los premios Nobel; que sabe de Homero y de Dante pero desconoce cualquier texto que no pertenezca a esa GRAN lista de las academias y los citadores compulsivos. Lamentablemente entre estos lectores hay mucho sobaco ilustrado y lectores de segunda mano. Si supieran realmente lo despreciados que han sido por las academias en otros tiempos autores que ellos glorifican.
3) Están los que leyeron tres libros y por ello se creen lectores… tristemente “el principito” por ser breve y de fácil lectura cae en manos de estos personajes que acusan a todo el mundo de no leer cuando ellos no han leído gran cosa.
Haciendo acá una digresión, “El Principito” es quizás el primer libro de autoayuda y posiblemente el único que pude terminar de leer; más dañado por sus lectores que por sus méritos.
4) Están los antipopulares… son lectores que aborrecen todo lo que se ponga de moda. Odian los best sellers como un ateo a dios. Son incapaces de ver méritos en obras que, podrán estar de moda, pero tienen más de uno. Si estos lectores se pusieran a pensar en el exitazo comercial que fue el Quijote, en los logros mercantiles de Shakespeare o en la forma de pagar las deudas de Dostoievski quizás lo pensarían mejor.
5) En contrapartida, están los que les gusta lo popular por ser popular. Sin análisis posible, si el mercado lo vende, ellos lo compran y lo almacenan en su biblioteca y lo defienden a muerte y posiblemente nunca lo lean porque se conforman con la película. Cuántos idiotas habrán comprado los tomos de “las mil y una noches” pensando en el argumento de la novela. Para ellos los lectores son sólo aquellos que tienen el último libro de moda.
6) Están los ideologizados, los que siguen un autor por lo que dice. Amo la postura política que siempre ha tenido y sostenido Galeano. Pero acordemos, exceptuando “las venas abiertas…” no es uno de los escritores que uno pueda decir de excelencia. Me pasa con Benedetti y con muchos otros. Un buen lector debería separar los méritos del libro de la vida de su autor, estoy cansado que me digan: “Vos leés a Borges, es tan soberbio.Borges podrá ser lo que quiera pero su literatura es genial.
7) Los más insoportables son los lectores cholulos, esos que consiguieron una firma o hablar con un autor y entonces se vuelven fanáticos. Y sobre los fanáticos no voy a hablar porque no me los banco.
8) Están, también, los lectores frikis. Esos que se apasionan con las cosas raras… mientras más raras mejor. Y si no las comprenden llegan al éxtasis de lector. Para ellos la literatura tradicional es toda una bazofia.
9) Los amantes de la no-ficción son insoportables. Principalmente para aquellos que disfrutamos de la ciencia ficción y del Manga. Evalúan todo en categorías de posible o imposible y hacen enunciados tipo “¡qué fantasma!” para decir que eso no funcionaría en la realidad. Hermanos, la literatura son mundos, qué aburrido leer siempre el mismo.
10) Los panfletarios encuentran en los textos, permanentemente, discursos políticos y eso determina para ellos la calidad o no de un texto… pobre Celine. Para ellos, la literatura con el único fin de entretenerse no es válida, lo cual es una pena porque no saben lo que se pierden.
11) Están los que renuncian al libro ni bien encuentran alguna dificultad y luego critican descaradamente libros que son grandes obras. Deberían pensar que el problema no es la oscuridad del libro sino su incapacidad para disfrutarla.
En definitiva, leer es leer y no te hace mejor persona hacerlo ni peor no hacerlo (por más que los profes de literatura insistamos en su práctica). Es muy fácil demostrar que una persona que lee mucho, no necesariamente es mejor o piensa mejor; tiene, quizás, y eso depende de qué lea, una variedad más amplia de vocabulario.

Nada más… y con suerte.









lunes, 14 de noviembre de 2016

Pensamientos inútiles de lunes: El aprendizaje de la escritura.


Mi hija aprende a trazar unas letras encadenadas, aún sin sentido, pero en renglones de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo… Mi hija está aprendiendo a escribir.
Las personas alfabetizadas toman la escritura como un lenguaje natural sin considerar lo complejo que es su aprendizaje y las características simbólicas y culturales de este lenguaje.
Pensemos sólo el «mise en abyme» que representa para los occidentales ya que la letra escrita es representación de los sonidos que representan las ideas del mundo que conocemos; o sea, nuestra escritura no es directa sino representación de representación.
Por otro lado la estructura combinatoria de 27 grafemas (no necesariamente fonemas ya que hay fonemas que se representan indistintamente con dos o más grafemas y otros fonemas que no pueden ser representados si no es con la combinación de dos o más grafemas) capaces de generar infinitos enunciados. Un conjunto finito capaz de generar infinitos resultados.
Otra particularidad, absolutamente arbitraria, es la representación de la cadena sonora en la escritura renglonada de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. Esa direccionalidad de la lectura no es natural sino cultural y es suficiente ver otros tipos de escritura para darnos cuenta.
La idea de palabra, separada mediante espacios es también un capricho de la escritura; nadie, cuando habla, separa cada palabra con pausas, la oralidad es una cadena continua.
La captación de la palabra como unidad que incluso tiene un reconocimiento visual global, podemos alterar algunas letras pero el lector alfabetizado, si no alteramos significativamente el dibujo de la misma, la va a reconocer (en Internet circulan miles de juegos en donde se altera el orden de las letras o se las cambia por números u otras modificaciones y ninguno de nosotros tiene dificultad en leer) es otro capricho de la escritura.
Y por si fuera poco, eso sólo es el inicio de las complicaciones, porque luego habrá que atender a los formalismos culturales de la sangría, del punto y aparte, de la distribución en párrafos o versos, de las características formales de cada género discursivo.
Los niños aprenden a hablar sólo por el contacto con otros hablantes y su necesidad comunicativa pero el aprendizaje de la escritura es muchísimo más complejo. Nadie escribe como habla; o por lo menos, nadie debería escribir como habla.
A ver Juancito, contame qué querés poner… el chico habla. Bueno, escribilo así.
No señorita maestra, no debe escribirlo así; es como si a alguien que está queriendo aprender a jugar al ajedrez le preguntamos cómo mueve las fichas cuando juega a las damas y luego le decimos que haga lo mismo con las fichas de ajedrez. La escritura tiene normas y formalidades que la oralidad desconoce.
La escritura, el verdadero aprendizaje de la escritura, conlleva años (muchos) y esfuerzo. No es para nada natural como sí lo es el aprendizaje de la oralidad.
Y nuestra sociedad es más escrita que hablada; las esferas de poder dominan sus estructuras a través del texto escrito y no de la oralidad. La oralidad está reservada para los peones.
No aprende de igual modo un niño rodeado de artefactos letrados a un niño que sólo ve estos artefactos en la escuela. No es lo mismo dominar con habilidad y velocidad el Whats App que hacer un texto institucional o académico.
¿A escribir se aprende escribiendo? Sí, pero también y principalmente leyendo. Leyendo variedad de textos y cuando esos textos son diferentes a los del entorno del sujeto de aprendizaje, mejor.
Otro error bastante común entre quienes no estudian ni enseñan la escritura es suponer que el aprendizaje de la escritura es un aprendizaje semántico, de significados, de vincular una palabra con un significado. Pero no es para nada así, el niño cuando aprende a escribir, ya sabe hablar, ya hizo esa vinculación entre las palabras y las ideas e incluso emplea conectores y subordina enunciados con facilidad. El aprendizaje de la escritura, es en realidad el aprendizaje de los aspectos formales, de las convenciones.

Por eso, cuando veo que mi hija encadena (aunque no tenga ningún sentido) letras escribiéndolas de izquierda a derecha, comprendo que inició el aprendizaje de la escritura. Ya no copia algo que ve, crea una combinación respetando normas de la escritura suponiendo un mensaje, el valor simbólico de la escritura. Entonces, ni temprana ni tardíamente (no hay un límite de edad para esto aunque como todo si uno es más joven se aprende y se naturaliza más rápido), ella comenzó un aprendizaje indispensable para la sociedad en la que vivimos, un aprendizaje que no va a terminar nunca porque como dijimos, la posibilidad de géneros discursivos (cada uno con sus propias reglas) es infinita. Ya me ven, con 45 años y aún tengo tantos textos por aprender.





sábado, 12 de noviembre de 2016

Mañana de sábado soleada

Mañana de sábado
El sol se impone con calma
La vecina habla con su amiga a los gritos
Mi hija duerme aunque se ha acostado temprano
Me entero por un amigo que Leonard Cohen murió sólo su cuerpo
Escucho desde esa información uno de sus discos que tengo encarpetado
Un disco que hacía meses que no oía por la vorágine del día te devora los tiempos
Siento ganas de agarrar ese libro regalado de Prevert y volverlo a leer y volverlo a sentir
Sin embargo me mantengo sentado escuchando a la vecina a Leonard a la vida que pasa sin pausa
Sin apuro mi hija se acerca con los ojos lagañosos y una sonrisa perfecta para reclamar su desayuno yoguroso
Nada pero nada puede quebrar una mañana sin rutinas y sin euforias de trabajos postergados y poética simplona y vulgar
Tiro una disculpa al vacío de alguien que ya está harta de mis arranques temperamentales y singulares de repletas inseguridades
Prendo un cigarrillo junto a la ventana mientras pienso que hoy no va a pasar nada extraordinario en mi vida ni en la de nadie
Pienso en un frustrado asado y una fallida cita y unas desafortunadas palabras y una voz del pasado que llama
Hay gente que disfruta la rutina y otras encuentran placer en los sobresaltos extraordinarios
En estos días prefiero viajar ligero de expectativas y de escenarios
El placer del día a día en matiné continuado
Un cine de la infancia
Un sábado.

Me siento
Escucho la calma de los días
Con una única seguridad de que es sábado

Y que te extraño.