jueves, 27 de junio de 2013

Una cuestión de fe...

    Cuando era chico y creía (creía del verbo crear)...
    Creía que ser mayor era suficiente para evitar la imbecilidad.
    Luego descubriría que la adultez no es razón para eludir la estupidez.
    Creí entonces que el estudio garantizaría  evadir la idiotez.
    Lamentablemente he conocido bachilleres, peritos mercantiles, maestros, técnicos, profesores, licenciados y doctores que son una prueba fehaciente de que uno puede continuar siendo un necio sin que esto interfiera particularmente de modo alguno con su oficio o profesión.
    Finalmente confié que la lectura asidua y de buena factura lograría que el sujeto se escabulla de la tontería.
    Tristemente puedo dar fe del equívoco en el cual me encontraba...

    Por otro lado y para suerte nuestra hay gente de todas las edades y de todas las culturas, lectores y no lectores de distintas profesiones que permiten vislumbrar la posibilidad de un mundo un poco menos tonto, torpe, disparatado, ganso, memo, tololo, limitado, corto, del que habitamos regularmente.

    Lo que angustia es no saber cuál es, fue o será la herramienta que permita a un montón de personas salvarse de sí mismos.
    Lo que preocupa es no saber cómo enfrentar "la conjura de los necios"




martes, 25 de junio de 2013

Una duda ontológica

La pregunta que algunos suelen hacer es: "Si un árbol se cae en el bosque y nadie lo ve ¿hace ruido?" lo que evidentemente nos envía a una pregunta mucho más ontológica "si nadie lo ve ¿se cayó?¿existe?"
Nunca entendí muy bien la duda, es más que claro que existe tanto como hace ruido y eso no tiene que ver con un pragmatismo irreflexivo sino porque ha sido parte de un sistema semiótico.
Mientras alguien convierta en enunciado a ese árbol que cae en el bosque más perdido e impenetrable de la conciencia humana, no solo ese árbol existe sino que, obviamente, hace ruido; porque ese árbol, esa caída y ese ruido son objetos semiotizados.
Preguntemos, mejor, cuando un objeto o ser innominable procede a una acción inenarrable y aunque esto pase justo al frente de nuestros ojos; "eso", ¿existe? ¿tiene entidad?
Muy a pesar de quienes no comprendan el verdadero valor del lenguaje (en el sentido amplio del término), no existe posibilidad de existencia si no existe posibilidad de enunciarlo.

Ahora pienso... debe ser por eso que algunas personas se preocupan tanto porque todos hablemos (bien o mal) de ellos, deben tener miedo de desaparecer, de no existir.

domingo, 16 de junio de 2013

Espejo que se ve, temor que se siente...


    Durante media hora hablaron de un crimen que parecía ser un ejemplo de inseguridad pero resulta que no era pero que por las dudas y de todas maneras es mejor decir que te cuides y que cuides a tus hijos (hijas principalmente) luego le dan pantalla a un sujeto que hace media hora mínimo espera abrazado a un almohadón verde y declara que ha sido la quinta vez que lo asaltaron de todas maneras y por las dudas es una persona que suele salir en los medios por una serie de hechos escabrosos e injustos que le suceden particularmente a él siempre a él y que si uno construyera una novela con sus peripecias la cantidad de sucesos serían tan inverosímiles por no decir poco creíbles que se convertiría en comedia o por lo menos eso parecería anuncian que la nota sobre "otro" hecho de inseguridad ya viene pero antes "puertas seguras" llame a este número y tendrá mucha tranquilidad ganas dan de decirle a ese espectador que con apagar la tele la mitad (no digo todos) de sus problemas de inseguridad se terminarán pero no estoy en esa situación solo soy el narrador.

- Mira a Roberto, ¡pobre! No puede ser que vivamos así, en esta situación con este gobierno. - Es muy extraño que esa misma persona no se le haya ocurrido ese comentario en otra época con otro gobierno en el cual la inseguridad era carne de picana...
- Viejo, viste lo que le hicieron a esa pobre chica. - y el viejo como para no verlo lo han pasado en todos los canales han dado mil quinientas versiones se han contradicho mil cuatrocientos noventa y nueve veces y han exhibido las fotos del facebook hasta el hartazgo (aunque hay gente tan perversa que no se harta nunca de esas cosas).
- Es increíble lo que pasa hoy en día. - Remata la señora.

    Sí es increíble ver a estos dos gordos sentados frente al televisor perdiéndose la vida por miedo.

viernes, 14 de junio de 2013

Secuencia y correspondencias.


Mejor que leer es pensar.
Crear es mejor que pensar.

Mejor que crear es sentir.
Hacer es mejor que sentir.

Pero, sin embargo, no obstante...

No se puede hacer nada bueno sin sentir.
No se puede sentir nada verdadero sin crear.
No se puede crear nada nuevo sin pensar.
No se puede pensar sin leer.

jueves, 13 de junio de 2013

El lenguaje del amor



- Decirte lo que siento por vos significaría subestimar tu capacidad de entenderme.- Dijo en tono seguro y convincente.
    Ella lo miró, inicialmente, un tanto desconcertada y al encontrase con su sonrisa, poco a poco fue liberando la suya.
    Acomodó su cabello detrás de la oreja y preguntó: "¿Entiendo lo que creo entender?"
    A lo que él respondió: "Entendés lo que querés entender."
    Ella se fue sonriendo y él se quedó pensando que quizá comunicarse consistía, no en saberse explicar, sino (todo lo contrario) en ser lo suficientemente ambiguo como para que el otro escuche lo que siempre quiso escuchar.
    Ese día, en su vida, fue positivo porque comprendió cómo funcionaba la comunicación humana y, lo que pasó esa noche,... bueno, lo que pasó esa noche fue un plus que no tenía por qué rechazar.

lunes, 10 de junio de 2013

La serpiente uróboros

He tenido dos personalidades y anduve calles londinenses escapando de mi querido amigo Utterson.
Me quedé siete años en una montaña viviendo de lo que la naturaleza proveyera y alejándome del asqueroso aroma de los humanos.
He guiado a un ciego hasta la columna más firme del puente en un día de lluvia.
Atajé el penal más largo del mundo.
Salí con un amigo a enmendar entuertos y liberar doncellas.
Escribí los versos más tristes y, por qué no, también los más alegres.
Me quedé con la hija de Emma luego de su muerte.
Mantuve una fluida correspondencia con Nené, pero ya no recuerdo quién se quedó con esas cartas.
Recorrí el Mississippi, creo que dos veces.
Me quedé varias horas (todo un día) en la cama mirando el techo y pensando si me animaba o no a hacerlo.
Viajé al pasado montado en una magdalena o en unas baldosas sueltas de una vereda.
Viaje hacia una semilla justo antes de llegar a Macondo y encontrarme con la Maga; luego decidimos un viaje.
He muerto en Venecia y resucitado en medio de una fiesta en París.
Salí de pesca en una pulseada eterna con los tiburones de la vida.
Estafé a unos mercaderes con un cofre lleno de arena.
Decidí hacerme del destino a espada aunque ese destino sea sangre, ruido y furia sin sentido.
Hablé a solas con Benjy.
Me senté junto a un escribiente que se negaba a realizar su trabajo.
He sido amurado y sepultado... no sé la cantidad de veces.
Sin embargo, todas las noches y aun a riesgo de la salud, sigo acostándome junto a Sherezade;

Para encontrar allí, al final de esa escalera, junto a Odradek, ese punto en el que todo sucede al mismo tiempo y en todos lados.

domingo, 9 de junio de 2013

Una mentira una verdad

    Lo miró, sintió cierta pena, cierta pena de amor y decidió poner cara de placer, de placer que no ha sentido. Él sonrió, sonrió por imbécil, porque algunos se creen los cuentos que les cuentan.
    Ella sabe que es bueno, que es buena gente; pero ella desearía no haberse masturbado nunca para no saber qué se pierde cuando elige estar con él.
- Fue increíble -dijo ella y él lo creyó solo por su inexperiencia.

    La vida dura demasiado poco para perder el tiempo en semejantes pelotudeces.

sábado, 8 de junio de 2013

Mise en Abyme

     Juan (todos los que no se llaman Pedro se llaman Juan en una alegoría) entró a su casa luego de un largo día de trabajo y apagó su cerebro con el control remoto que estaba sobre la mesa. En la cabecera de la mesa contraria a la que usa Juan un rectángulo proyecta imágenes sobre la mesa y la cara del ya mencionado Juan.
     En ese rectángulo se ve a un periodista entrevistando... ¿a Juan?
     El periodista se da vuelta y cierra la nota mirando al camarógrafo que apaga la cámara y para ganar tiempo en la edición y poder llegar a su casa más temprano decide tomar un taxi que lo lleve al canal. En el taxi, por el espejo del retrovisor el camarógrafo cree reconocer la cara del taxista pero no se da cuenta de dónde... ¿es Juan?
     Se baja en el canal y saluda al guardia de la tarde que se está retirando porque terminó su turno y como siempre sale con su bolsito Adidas azul en el que lleva el uniforme y una remera con una imagen gastada de la bestia de Iron Maiden que es lo único que le ha quedado de su adolescencia que no es poco. Como siempre pasa por la panadería a comprarse 10 $ de chipá, un paquete que se comerá antes de llegar a la puerta de su casa, diez cuadras más adelante. Entra en la panadería y, como todos los días lo atiende el mismo panadero ¿Juan? que sin preguntarle le entrega la bolsa que tiene ya reservada y que protegió de la voracidad de los clientes sabiendo que Pedro (todos los que no se llaman Juan se llaman Pedro en una alegoría), el guarda del canal, pasaría a buscarla como todos los días.
     Pedro recibe la bolsa y entrega el billete con la imagen de Manuel Belgrano que ya tenía preparado.
- Gracias Juan, nos vemos mañana.
- De nada, hasta mañana.- Juan no menciona el nombre de Pedro al saludarlo porque no recuerda su nombre y no se atreve a preguntárselo.
     Juan termina su turno y se retira a su casa; entra y enciende el televisor. Entonces ve o recuerda, no lo sabe bien, al periodista que esa tarde le hizo una entrevista sobre el costo de la harina.

miércoles, 5 de junio de 2013

Él o yo... Usted decide.

Salía de casa aquella mañana; había desayunado a duras penas unos mates que amargos como el frío entraba por el cuello del pullover. Caminaba sin pensar en ella (como si eso fuera posible)... iba a donde siempre, a donde se espera que vaya en silencio y con el frío de compañero.
Cruzar la calle mirando es suelo es una costumbre. Contaba las baldosas una a una, baldosas cuyos dibujos sabía de memoria, baldosas cuyos dibujos salían de la memoria.
No lo sabría sino hasta verla; pero ella esperaba en la puerta del edificio, en la entrada del trabajo, en el fin del universo subjetivo de baldosas y de ideas, en la entrada al afuera. Llegaba temprano, lamentablemente.
Ella miró. Las miradas se cruzaron.
“¿Él o yo?”, había dicho hace poco en algún lugar, en algún momento, por alguna razón.
“No puedo decidirme”, contestó ella y dejó que entrara a la rutina, y dejó que entrara a la ruina.
¿Él o yo?