lunes, 10 de junio de 2013

La serpiente uróboros

He tenido dos personalidades y anduve calles londinenses escapando de mi querido amigo Utterson.
Me quedé siete años en una montaña viviendo de lo que la naturaleza proveyera y alejándome del asqueroso aroma de los humanos.
He guiado a un ciego hasta la columna más firme del puente en un día de lluvia.
Atajé el penal más largo del mundo.
Salí con un amigo a enmendar entuertos y liberar doncellas.
Escribí los versos más tristes y, por qué no, también los más alegres.
Me quedé con la hija de Emma luego de su muerte.
Mantuve una fluida correspondencia con Nené, pero ya no recuerdo quién se quedó con esas cartas.
Recorrí el Mississippi, creo que dos veces.
Me quedé varias horas (todo un día) en la cama mirando el techo y pensando si me animaba o no a hacerlo.
Viajé al pasado montado en una magdalena o en unas baldosas sueltas de una vereda.
Viaje hacia una semilla justo antes de llegar a Macondo y encontrarme con la Maga; luego decidimos un viaje.
He muerto en Venecia y resucitado en medio de una fiesta en París.
Salí de pesca en una pulseada eterna con los tiburones de la vida.
Estafé a unos mercaderes con un cofre lleno de arena.
Decidí hacerme del destino a espada aunque ese destino sea sangre, ruido y furia sin sentido.
Hablé a solas con Benjy.
Me senté junto a un escribiente que se negaba a realizar su trabajo.
He sido amurado y sepultado... no sé la cantidad de veces.
Sin embargo, todas las noches y aun a riesgo de la salud, sigo acostándome junto a Sherezade;

Para encontrar allí, al final de esa escalera, junto a Odradek, ese punto en el que todo sucede al mismo tiempo y en todos lados.

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