sábado, 28 de noviembre de 2015

La pérdida del cabello no implica la pérdida de la dignidad... aunque

La pérdida del cabello no implica necesariamente la pérdida de la dignidad… aunque algunas veces parecen, ambas caídas, estar mutuamente implicadas.
Un pelado es siempre, y aun a pesar de todas las demás características que pueda tener como favorables y desfavorables, un pelado.
El pelado sabe de su condición y debe asumirla porque de no hacerlo, además de perder el pelo pierde otra cosa que tampoco se recupera… la dignidad.
En este texto pretendo dar algunos de los tips que nos permiten reconocer los sujetos que enfrentan esta incipiente pérdida.
1) El pelado que se deja largo los pelos de los laterales y de la nuca. Esto puede conllevar un agravamiento ético cuando en un intento inútil pretende, con esos pelos, cubrir los valles desérticos de su cabeza.
2) El pelado que lleva siempre un peine en el bolsillo… ¿para qué?
3) El pelado que aún va a la peluquería… y el peluquero en un precario intento de proteger moralmente a su cliente demora más de lo necesario tirando tijeretazos al aire como cortando a través del tiempo la antigua cabellera.
4) El pelado que cuando se baña… usa champú.
5) El pelado que compra tratamientos contra la calvicie… ya es tarde, el tratamiento contra la calvicie deberías de haberlo hecho antes de ser calvo, pero este sujeto en su desesperación prueba desde pastillas anticonceptivas en el champú hasta las más asquerosas prácticas que aquí no vienen a cuento.
6) El pelado que no asume que es pelado… y vos le decís «che, pelado» y él no se da vuelta como quien ignorara un llamado por su propio nombre.
7) El pelado que se compra un bisoñé y, lo que es peor, lo usa. Se fijaron que, posiblemente en un ataque de daltonismo momentáneo del vendedor de bisoñés, el color capilar del peluquín nunca coincide con el tono de los cabellos que aún conserva el pelado. Yo creo que debería hacerse una investigación porque no puede ser casual esta discrepancia cromática constante.
8) El pelado delasotista. Para hacerlo hay que disponer de un buen capital y la resignación de no tratar de averiguar la procedencia del cabello que atornillan a tu cabeza como si fueras una muñeca de plástico.
Un llamado a la solidaridad, si tienes un amigo calvo que está perdiendo la dignidad cuelga esto en su muro, dale una mano o dos para tapar la pelada. Sé que muchos de ustedes no van a compartir esto porque no son solidarios, pero bue qué se le va a hacer…
Por último, si sos un pelado quiero que sepas que no estás solo; muchos hemos tenido que atravesar el flagelo de la caída del cabello y nos hemos sentido tentados a perder también la dignidad pero siempre hubo ahí un pelado amigo que supo ayudarnos. Que mis palabras consejeras puedan ayudarte a ti como me han ayudado a mí palabras de otros pelados más sabios.

Como diría Mahatma Grande: «se puede perder el pelo, pero no las mañanas. Así que además de pelado, mañoso.»

martes, 24 de noviembre de 2015

Diálogos escolares

- Profe, ¿y cómo se dio cuenta de que la máscara de esa peli es una versión del grito de Munch...
- ¿Vos me preguntas de si hay alguna evidencia más además del evidente parecido?
- Eso mismo.
- La película se llama Scream...
- ...
- Ustedes tienen inglés ¿verdad?
- Sí
- ...

Mi hijo y su extraño sentido del humor…

Mi hijo publicita un show de stand up que hace con un cartel que reza: «Fui criado en los noventas… o sea que mis papás están separados»
Yo imagino que debe resultar gracioso; si no, no lo hubiera puesto en su cartel pero me quedo pensando, tratando de capturar la gracia.
Leí a Aristóteles (no tuve la suerte de leer a Sócrates, como si lo hiciera un presidente argentino –el único ser humano en el mundo capaz de hacerlo-), no sé para qué pero lo leí. Este sujeto de bata blanca y gustos bisexuales decía que la comedia dependía de una dosis de realidad exagerada, sobredimensionada. En eso me recuerda a Marck Sennett que decía que una patada era graciosa; dos o tres, no; pero un millón de patadas eran muy graciosas.
Entonces, basándome en esa idea de la hipérbole, de la exageración como idea del humor, retomo la frase de mi hijo:
«Fui criado en los noventas… o sea que mis papás están separados»
Y en un intento muy a lo Derrida y su diferancie, deconstruyo la frase; tomo primero la parte real:
«Fui criado en los noventas… o sea que mis papás están separados»
y luego la exageración:
No, evidentemente esa idea no me sirve porque él (mi hijo) fue criado en los noventas y sus padres están separados. Sin embargo lo escucho en el escenario y, cuando la dice, la gente se ríe.
Intento otra teoría, la idea de la identificación: mucha gente criada en los noventa tiene padres separados…
Sí, puede ser… pero… por qué causaría risa…
Pienso en la idea del cliché que choca con los estereotipos sociales y da risa porque es un lugar común y por ello asimilado pero es una deformación de lo deseado y en este espacio entre lo que la sociedad propone y la realidad dispone se encuentra una dicotomía que da risa… o no… qué sé yo, no entendí nada de lo que acabo de decir.
Sigo sin resolverlo, creo que tal vez deba analizar esa relación discursiva de causa-consecuencia que se establece entre la década del nacimiento y la separación de sus padres… relación que parece forzada pero a la vez se enuncia de manera lógica, casi como que inevitable: si naciste en los noventas tus padres están separados…
Luego supongo que sólo se ríen aquellos nacidos en los noventas cuyos padres se han separados… incluso pueden llegar a reírse sus padres… algún que otro amigo…
No comprendo quizás lo que deba comprender. Pienso en frases alternativas:
«Nací en los setenta por eso como aceitunas»
incluso pruebo algunas con objetivos más que humorísticos:
«Nací en el 71 vení que te… uno». No, el lujo es vulgaridad, dijo…
El humor es inaprensible y sin embargo está ahí… tan cerca.
Mi hijo es genial y divertido pero sigo pensando en su cartel y en su frase. Mi psicólogo dice que es la grieta generacional… cuando no me está diciendo que soy un pésimo padre y que mi tendencia obsesiva no tiene ningún beneficio respecto a la relación vincular con otros seres de la especie humana... especie a la que posiblemente yo no pertenezca…
Yo le respondo que no se meta en mis asunto luego de acomodar todos los billetes con los que le pago ordenados por valor y orden de número de billete.

Otro tema que quizás deba ponerme a pensar es ¿por qué le doy plata a alguien que habla mal de mí? Pero ese es otro dilema.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Votante argentino (un análisis pobre)

Pensaba, próximas las elecciones, y en un momento tan felizmente político como el que estamos viviendo, los diversos votantes que se me manifiestan cada vez que hablo con alguno.
Se me ocurrió, entonces, hacer un boceto de categorización de los votantes argentinos, por lo menos en esta elección. Está hecho así, a las apuradas y espontáneo. Ustedes sabrán decirme cuántos me han faltado.

Categorización de votantes:
1) El votante afectivo: es el que delega su elección a la decisión de alguna persona que quiere porque no se considera capaz de decidir por sí mismo. Entonces vota a la persona que le dijo el hijo, el padre, el amante, el nieto o quien fuere. Este votante vota por el bien del otro aunque no entiende muy bien que está haciendo.
2) El votante mediático: la persona que ve o escucha un medio en particular y tiene exactamente la misma opinión que este medio; incluso repite frases de ese medio como si fueran propias. Es muy probable que este votante no tenga ideas propias y que incluso muchas veces vote en contra de sus propios intereses. Muchas veces se preocupa por cosas que no lo preocupan pero como el medio le dijo que debía preocuparse por eso, este votante, muy obediente, lo hace.
3) El votante intelectualoso: No es gratuito usar la palabra «intelectualoso» y no «intelectual» porque este votante está constantemente mirando a quienes son sus referentes intelectuales, las personas que él denomina «los que saben» y trata de votar y opinar lo mismo que ellos.
4) El votante enojado: es aquel que siempre está insatisfecho con cualquier elección. Para esta persona es un verdadero fastidio ir a votar. Piensa que nadie nunca va a hacer nada por él; él tampoco nunca va a hacer nada por nadie. Simplemente se queja. Se queja de la derecha de la misma manera que se queja de la izquierda y parece que nunca ha votado al que ha sido electo.
5) El votante leal: es el que sigue a un partido y defiende las actitudes de este partido incluso en los momentos en los cuales estas actitudes son indefendibles. Esos votantes votan un partido no importa quién represente ni que ideología tenga el candidato de ese partido.
6) El votante económico: es el que vota por quien le proponga o le otorgue una conveniencia económica sin importarle los costos históricos o humanos que pueda tener esta conveniencia económica. Estos votantes suelen hablar de «costo social» y no de «indigentes».
7) El votante social: es el que vota a cualquier candidato que proponga avances sociales sin evaluar la factibilidad o no de esos avances. Estos votantes suelen votar a partidos chicos que nunca obtienen gran cantidad de votos pero por otro lado suelen ser activos partícipes de la sociedad.
8) El votante en duda: es un sujeto en vías de transformación entre el mediático y el ideológico; no cree completamente en el discurso mediático pero tampoco está convencido de que sus análisis sean confiables o, algunas veces, analiza solo parte de los factores. Este votante suele decidirse dos días antes o incluso algunos en el mismo cuarto oscuro.
9) El votante por conveniencia inmediata: este votante solo existe cuando hay sujetos en condición de desigualdad social; ellos votan a quien les provea algún bien inmediato. No analizan las consecuencias, pero tampoco se los puede culpar por eso. Sometidos constantemente a la desigualdad no creen posible que ningún político les permita modificar su realidad y entonces aceptan el beneficio urgente.
10) El votante ideológico: lo dejé para el último porque este votante presenta dos manifestaciones distintas y muchos de ellos no se sienten representados por partidos particulares ya que en argentina los mismos partidos han sabido representar a ambas ideologías:
10.1. La izquierda: piensan en una sociedad que incluye a muchos; reconocen la dificultad de la diversidad y el costo que tiene para los grupos sociales más pudientes y está dispuesto a hacer ese esfuerzo.
10.2. La derecha: piensan en una sociedad más pequeña y cree que un gran sector debe ser disciplinado y, si quiere ser incluido, deberá acomodarse a los patrones culturales de su sector.
El 22 votamos todos y, lo que surja de eso, deberemos vivirlo todos. El mejor inicio para disfrutar verdaderamente de la democracia es comenzar a «votar con conciencia». Debemos esforzarnos por ser votantes de la categoría 10, sin importar de cuál de los dos sectores, no me importa que opines distinto que yo; sí me preocupan que te hagan votar algo y vos pensés otra cosa.

Saludos en vías de construcción.

martes, 17 de noviembre de 2015

Oxímoron (ejercicio poético)

La escucho y veo…

ese beso efímero y eterno
hoy es solo un recuerdo
que pasea en el olvido

un sueño lo trae
sin la seguridad
de su realidad

ese eterno y efímero beso
se evade como un sello
que aflora en la humedad de su cuerpo

el silencio lo trae
con la seguridad
de quebrarse a su encuentro

ese efímero beso eterno
que ya no recuerdo
se hace presente en ese ausente

su sexo lo trae
con la promiscuidad
de un infinito celo

beso eterno y efímero ese
que fue y no fue
y sólo su yo sabemos

su imagen lo trae
con la ilegibilidad de un recuerdo
que ya no me acuerdo

y ahí está
un vívido recuerdo
de un tiempo que no existe

y del que nadie se acuerda.

sábado, 14 de noviembre de 2015


13 no es mala suerte

Charlas con una preadolescente.
Charlo con mi hija preadolescente como charla cualquier padre que ame a sus hijos y quiera lo mejor para ellos. Hablo desde la honestidad y el razonamiento.
Ella de pronto me pregunta: «¿Por qué la gente compra dólares?»
Hay (ay) gente que se preocupa si sus hijos preguntan esas cosas… yo me preocuparía, si frente al bombardeo mediático no me lo preguntara. Trato de responder, como dije, desde la verdad y el pensamiento… y trato de ser lo más simple que este torpe pensamiento puede ser.
–Es muy difícil de explicar sin caer en malos y buenos… a ver, todo comenzó cuando alguien se le ocurrió decir que un papelito no valía un papelito sino una cifra y que esa cifra estaba sostenida con algo material en un banco. O sea, yo hago un papel que dice valer diez «valores» y yo tengo diez «valores» en el banco que fabricó ese papelito para sostenerlo.
–En inicio, cuando la abstracción es simple y el resguardo es en oro (un objeto material que tiene su valor real como la sal u otra cosa) no hubo mayores problemas que la cantidad de papelitos que hicieran.
–O sea, si tienen 10 valores oro en el banco y emiten un papelito que vale 10 valores, no hay problemas hasta que, debido a la necesidad de pagar algunas deudas, el país se viera en la necesidad de emitir otro papelito de 10 valores. De pronto, con solo 10 valores oro y dos papeles que dicen valerlo, el valor real de ese papelito es de 5 valores oro. ¿Se entiende?– es al pedo, no puedo abandonar mi espíritu docente maestrociruelo de ejemplos simplones y alegóricos.
–Sí. –responde y, en ese momento, agradezco que mi hija esté, aún a pesar de sus 13 años, en el pensamiento formal y prosigo
–Hasta ese momento la matemática es simple. De pronto, algunos países comienzan a respaldar sus papelitos en papelitos de otros países (el oro vale por oro pero los papelitos de otros países valen por las decisiones que los gobiernos de otros países tomen respecto a esos papelitos)– Dejemos de lado esto porque complica mucho para entenderlo a tu edad– digamos que el peso se sostiene porque el banco tiene dólares, si hay inflación, si el peso vale menos es porque se hicieron más papelitos de pesos que papelitos de dólares tenés en el banco.– Tampoco le explico las variaciones que tiene el dólar como abstracción que es y cómo esas fluctuaciones dependen de decisiones políticas, me quedo en la matemática más básica porque sé que eso es lo que ella puede entender (algunos votantes no pueden entender ni eso).
–Entonces, muchas veces la gente, cuando puede retener un poco de plata, para evitar que pierda valor con la inflación compra dólares o algún bien material que permita conservar el valor de esos papelitos con los que se encontró. Si guarda los papelitos y la inflación sigue, esos papelitos van a valer cada vez menos… en cambio, si compra algo o compra dólares (no gana plata) conserva el valor del monto original.
–Entonces conviene comprar dólares…– afirma ella confundida porque sabe mi opinión al respecto.
–Sí y no– confirmo y niego–, es bastante egoísta y bastante suicida… –respondo completando un pensamiento personal que sé ella no va a entender.
–¿por qué?
–Porque si comprás dólares, esa plata que vos tenés de sobra no vuelve para gastarse en algo que se hace acá y ese valor sobrante se pierde. Y si se pierde, nuevamente se genera inflación y mi sueldo, no esos míseros pesos que me sobraban, pierde su valor, entonces pierdo yo.
–Si yo, en cambio compro algo material que se fabrica o distribuye acá, conservo el valor y hago que esa plata entre, nuevamente en el país. El que lo fabrica está contento con su fábrica y el empleado de esa fábrica tiene trabajo y esa gente gasta plata y ese gasto me permite mantener el valor, no solo de esos míseros ahorros de clase de «medio pelo» sino también el valor de mi sueldo.

También hablamos de los subsidios y del concepto del valor inyectado en el mercado, lo dijimos con otras palabras, pero lo hablamos y ella lo entendió mucho mejor que muchos adultos, pero eso es otro tema y tendrá otro diálogo.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Y verte ahí...

Y verte ahí
tantas palabras necesitas para hacer silencio
oscura y pretenciosa
transparente y caprichosa

Y verte ahí
tan en pose y tan casual
escapando siempre de ti te encuentras

Y verte ahí
es un gusto triste
desmotivada tristeza
que me invade y no me aqueja

Y verte ahí
mirando aquí
llenando el vacío de nada

Y verte ahí
hablando, hablando, hablando, hablando…
y yo tan sordo
y vos tan bella

Y mirarte ahí
y atraparte para siempre en la mirada.

Y decirme chau
y decirte adiós

y esperar otro día
con ganas de verte ahí
dispuesta a contarme
algo que no voy a escucharte

y mírate ahí

y atraparte siempre tan bella para siempre en la mirada.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Un imposible (diálogos plutónicos)

Camino con motivos pero sin ganas. Estoy perdiendo el tiempo hasta que la hora se haga, como una comida que espera en el horno y un cocinero que recorre sin sentido una y otra vez  la cocina esperando un plazo imaginario.
Rodeado de gente voy a un determinado lugar que no viene a cuento.
Paso, la veo, no presto atención porque no la reconozco o no la reconozco porque no le presto atención. Algo como un eco golpea mi cerebro y antes de darme vuelta y seguir mi camino, una sinapsis con “delay” me permite verla nuevamente pero revestida de recuerdos.
Sonrío espontáneamente y me sorprendo que siga siendo tan bella, quizás más linda hoy que ayer o sea tal vez sólo una ilusión, no sé…
­– ¡Hola!– digo, notoriamente contento
– Hola, ¿cómo andás?– dice ella. Ella es un espacio en el que conviven la mujer real y la idea que siempre me he hecho de su existencia y de su hermosura.
Son más o menos cinco las frases de fórmulas sucesivas antes de comenzar a hablar.
Ella encadenó una sucesión de núcleos básicos que recorrieron su vida laboral desde la última vez que la vi hasta ese día de hoy, yo sólo expliqué el motivo de mi presencia aquel hoy en esa ciudad en este lugar… como queriéndome acercar, como queriéndola cercar, distraje su andar y quedé allí el rato que ella se quedaba y ella quedó allí el momento que yo suspendía su andar.
Dejé de prestar atención a la gente que en torno a nosotros caminaba.
La comodidad es una sensación extraña que no necesita de acciones ni de palabras pero que se desarrolla en el tiempo con la fugacidad de la sombra de un insecto.
–Chau, me voy.– me golpeó con sus palabras.
–Chau, un gusto haberte vuelto a ver.
Y cuando se fue el lugar volvió a ser el lugar y el tiempo recobró el pulso.
Es muy probable que no la vuelva a ver por otros 6 o 9 años.
Es muy probable que la próxima vez que la vea sea solo esto, una charla unos minutos en una plaza.
Porque la magia en la belleza de una mujer es la misma que la de un libro… aunque los tiempos nos hagan pragmáticos, simplones, carnales y vulgares; nadie puede negar que la verdadera magia radica en la fantasía…

y la fantasía en el imposible.