lunes, 26 de septiembre de 2016

Canción de autoayuda


Es una obligación
ser feliz a pesar de las obligaciones.
Darse cuenta que la vida es una sola,
que el “yo debo”, cuando no es sincero,
sólo puede traer desconsuelo.
Es obligación
que te duela el dolor de los otros;
pero no cargar con eso.
Debería haber una jerarquía de llantos
para mandar a pasear a los que lloran por cualquier cosa.
Es casi un requisito de vida
saber que estamos solos
y valernos por nosotros mismos
antes y después de encontrarnos con otros.
Es necesario soñar
y seguir soñándonos por sobre la rutina;
pero indispensable es distinguir
entre los sueños propios
y los comprados en los bazares de la burguesía.
Es un compromiso reconocer con nuestros hijos
una deuda de vida,
pero solo con ellos.
Alejarnos cuanto antes de los generadores de deudas
económicas y afectivas.
Es un deber
no sentir rencor por los actos ajenos
pero tampoco perdonar las injusticias
ni ofrecer tantas mejillas.
Es indispensable querer lo que somos
aunque nos digan lo contrario
y ser conscientes  de nuestra capacidad
de cambiarnos cada día.
Debemos saber que no hay “un” camino
y que no es obligatorio seguir todos
por la misma senda de penas y vaquitas.
Sí, es necesario pensar
y ayudar a otros a que piensen;
reconocer entre lo propio y lo impuesto
y definir, cada día, el pasillo o galería
de la eterna geometría
de este laberinto llamado vida.








domingo, 4 de septiembre de 2016

La cultura está presa.

Breve mirada a la serie «Mujeres Presas (1991-1993)» de Adriana Lestido.
(Trabajo práctico realizado para el módulo "Teoría y crítica cultural" de la especialización en la Enseñanza de la Lengua y la Literatura ampliado luego por haberme encontrado con esta increíble serie fotográfica)

El contexto de producción.
El 27 de marzo de 1991 fue sancionada la «ley de convertibilidad». Menem en el gobierno y Cavallo en el poder, la derecha decide los destinos del país.
La derecha decide los destinos del país. Habíamos salido de una cruenta dictadura (la que se llevó al marido de Lestido) en el 83 y un vestigio de voces militantes se acallaron con: «La casa está en orden. ¡Felices Pascuas!»; luego, «obediencia debida» y el «punto final» terminaron de vaciar los discursos pasionales. Ya nada tenía sentido.
La televisión se vaciaba de contenido y se llenaba de «baratijas» y canales como «Utilísima» reflotaban un lugar arcano y sometido de la mujer. Se leía Fukuyama y se hablaba del «fin de las ideologías».
En ese contexto, Adriana Lestido hace visible lo invisible, lo que esa sociedad vacua se niega a ver, lo que el «establishment» artístico no permite o desprecia o ignora. Adriana Lestido se mete en la cárcel de mujeres y registra.
El discurso político se había callado y tuvo que tomar la posta el arte. Pero, contrario a lo que podría esperarse de un discurso artístico-político y por ende, «antihegemónico», este discurso no es binario sino superador.
Muchas veces en el afán de combatir el discurso hegemónico del capitalismo la izquierda emplea sus mismos signos pero en valor inverso, el cliché, el estereotipo vacío de vida. Si lo vemos en sentido dialéctico, el discurso de izquierda suele presentarse como la antítesis del de la derecha pero con sus mismos caracteres. En Lestido, por lo menos en esta serie y otras como «Hospital infanto juvenil (1986-1988)», «Madres adolescentes (1988-1989)» y «Madres e hijas (1995-1999)» hay una superación, una síntesis en términos hegelianos que como tal no va hacia el afuera sino hacia el adentro, lo que quedó sin contar, lo humano, lo que la sociedad desconoce de sí misma. Y lo humano no es binario ni maniqueísta, lo humano es complejo e inabarcable.

La lectura.
La serie completa que me parece bellísima artísticamente y dolorosísima socialmente. La serie se llama «mujeres presas» (1991-1993) y tiene muchas cosas interesantes para apreciar. Hay dos elementos recurrentes en las fotografías de Adriana Lestido: una es el juego de alto contraste entre luz y sombra; sombras que en realidad nunca son negras, sino grises (la imagen se ve nítidamente en ellas), no se esconde en la imagen, las sombras se muestran porque las sombras tienen el mismo peso (o más) que las luces. Otro elemento es la mirada, en algunas evasiva y en otras directa a la cámara, increpando al espectador, desafiando; las miradas que se evaden generan un espacio privado de intimidad invadido por el espectador, mientras que en las otras hay una inclusión del espectador en el espacio frente a otro que desafía su lugar.
Me detengo en la imagen 7. Una mujer recostada sobre la cama mirando a la cámara. Con el brazo derecho sostiene su cabeza y el izquierdo queda recostado sobre su talle.

Posters mal pegados y etiquetas de cigarrillo decoran una pared mal pintada. La cama desprolija de caño hueco… pero hay algo que me suena extraño en esa imagen, algo que contradice la imagen misma.
¿Qué es? La postura de la modelo. ¿Y por qué? Porque la postura de la modelo evoca el cliché de las mujeres sexis en el mundo del espectáculo, que a su vez evoca la belleza de la modelo en la pintura romántica y quizás las modelos del renacimiento.
Podríamos mencionar miles de ejemplos respecto a lo recurrente de esta postura lateral con la mirada hacia el pintor que luego va a recuperar el cine norteamericano y que siempre fue asociado a la belleza. En un estado limítrofe entra la indefensión y el desafío.
Pero en esta foto en particular, se emplea ese esquema estereotipado para plasmar una contradicción. Saca la modelo de la habitación tradicional, el sillón cómodo, el glamur o la ambientación boscosa sobre una cómoda hojarasca y la lleva a la cárcel, al encierro, rodeada de afiches por despegarse y un entorno de cultura popular.
Me parece interesante ese oxímoron provocado entre la postura (que identificamos como parte de la «alta cultura») y el ámbito en el cual aparece.
Por otro lado, en la imagen 8 vemos una presa, recostada en el piso con sus piernas levantadas y apoyadas sobre lo que parece ser una puerta.

La mirada se fuga sobre el margen izquierdo hacia otro que no es la cámara. Y todo entra en contradicción. Es imposible no reconocer en este escorzo la postura recurrente en las fotografías de las divas de Hollywood de mediados del siglo XX; pero por otro lado no nos podemos abstraer de la ausencia del sillón cómodo, de la ropa, de la humedad de la pared, del estado carcelario de la modelo.
Un ser invisible repitiendo la postura de los objetos más preciados de la industria cultural genera por sí solo una contradicción, un imposible; evidencia lo inaccesible para ciertos sujetos sociales los valores culturales que la sociedad promociona; pero, a la vez y sin embargo, está la repetición, está la mujer repitiendo un imposible como un «myse en abyme» que se deforma en cada reiteración, que pone en evidencia lo vacuo de la postura pero que a la vez la llena de contenido, de un contenido nuevo, de algo que no fue contado aún, de un ser invisible, de otro que la sociedad ignora por mujer, por presa, por pobreza.
Las fotos no siguen adelante, no cuentan más que eso y de esta manera evitan caer en el panfleto. Es responsabilidad del observador continuar una historia que se hace evidente.
Soccomanno, refiriéndose a esta serie, lo expresa con claridad: «Lo que no quita que las fotos de Lestido entreveren, tensándolas, las relaciones entre arte e ideología. Pero, (…) Hay una construcción de cada retrato como un cuento: ahí está el personaje, la expresión, el clima. Y a su vez, todos los relatos, constituyen una summa. (…) Mujeres sin hombres, las presas de Lestido (…) Son, en efecto, la parte de arriba de un iceberg narrativo. Un abrazo, un cuchillo, una estampita en una pared, pueden ser puertas hacia una historia que merecía ser contada como lo hacen estas imágenes. (…) Lestido estuvo ahí. Lestido se metió en un infierno. Y volvió con estas narraciones.»

Conclusión.
Lestido recurre sin miedo a la postura tradicional, al lugar común y lo resignifica; lo puebla de semas nuevos y atraviesa el discurso social. Pone en evidencia el vacío de los discursos hegemónicos cuando, como quien hace una metáfora, introduce un sema no esperado, una imagen precisa.
Contrario a lo que se podría pensar, no destruye el cliché, lo llena de vida. Emplea el discurso vacío del poder para poder decir lo que el discurso social esconde, saca a la modelo y pone en su lugar al invisible, al negado por la sociedad; lleva al margen del discurso y lo convierte en el tema de su foto. Y con esta estrategia reconocemos en lo conocido lo desconocido y a la vez un imposible.
Y sin discursear, sin golpes bajos, sin panfleto. Con la fuerza de una cámara y un ojo lleno de imágenes; figuras, como las llamaría Barthes y definiría: «La figura está circunscripta (como un signo) y es memorable como una imagen o un cuento. Una figura se funda si al menos alguien puede decir que efectivamente la reconoce.»
Pero si en esa figura un sema se fuga, o mejor dicho se desplaza y es sustituido por otro, por un sema negado, un sema al que se le niega ese lugar, el lugar cultural de esa figura; entonces esa figura se convierte en un «cross a la mandíbula».




Referencias.
Adorno, Theodor W. (1962) «Crítica de la cultura y sociedad» en Prismas. Barcelona: Ariel, trad. de Manuel Sacristán, pp. 1-14.
Barthes, Roland (1993) «Fragmentos del discurso amoroso»; editorial Siglo XXI undécima edición. Traducción de Eduardo Molina, pp. 13-18.
Equipo Especialización (2016). Modulo Teoría y Crítica cultural. Clase 1. Crítica y cultura. Especialización en Enseñanza de Escritura y Literatura para la escuela secundaria. Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.
Equipo Especialización (2016). Modulo Teoría y Crítica cultural. Clase 2. Crítica y cultura (continuación). Especialización en Enseñanza de Escritura y Literatura para la escuela secundaria. Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.
Richard, Nelly (1991); «El signo heterodoxo»; Revista: Nueva Sociedad Nro. 116 noviembre- diciembre 1991, PP. 102-111.
Richard, Nelly (2000) «Destrucción, reconstrucción, deconstrucción» en La insubordinación de los signos. Santiago, Chile, Cuarto Propio, pp. 56-68.
Saccomanno, Guillermo (2008); Mujeres sin hombres: Las presas de Adriana Lestido; Prólogo 2da. Edición Mujeres Presas. Colección Fotógrafos Argentinos 2008 Accesible en: http://www.adrianalestido.com.ar/es/texto_mujeres_presas_saccomanno.php?desde=textos.