lunes, 14 de noviembre de 2016

Pensamientos inútiles de lunes: El aprendizaje de la escritura.


Mi hija aprende a trazar unas letras encadenadas, aún sin sentido, pero en renglones de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo… Mi hija está aprendiendo a escribir.
Las personas alfabetizadas toman la escritura como un lenguaje natural sin considerar lo complejo que es su aprendizaje y las características simbólicas y culturales de este lenguaje.
Pensemos sólo el «mise en abyme» que representa para los occidentales ya que la letra escrita es representación de los sonidos que representan las ideas del mundo que conocemos; o sea, nuestra escritura no es directa sino representación de representación.
Por otro lado la estructura combinatoria de 27 grafemas (no necesariamente fonemas ya que hay fonemas que se representan indistintamente con dos o más grafemas y otros fonemas que no pueden ser representados si no es con la combinación de dos o más grafemas) capaces de generar infinitos enunciados. Un conjunto finito capaz de generar infinitos resultados.
Otra particularidad, absolutamente arbitraria, es la representación de la cadena sonora en la escritura renglonada de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. Esa direccionalidad de la lectura no es natural sino cultural y es suficiente ver otros tipos de escritura para darnos cuenta.
La idea de palabra, separada mediante espacios es también un capricho de la escritura; nadie, cuando habla, separa cada palabra con pausas, la oralidad es una cadena continua.
La captación de la palabra como unidad que incluso tiene un reconocimiento visual global, podemos alterar algunas letras pero el lector alfabetizado, si no alteramos significativamente el dibujo de la misma, la va a reconocer (en Internet circulan miles de juegos en donde se altera el orden de las letras o se las cambia por números u otras modificaciones y ninguno de nosotros tiene dificultad en leer) es otro capricho de la escritura.
Y por si fuera poco, eso sólo es el inicio de las complicaciones, porque luego habrá que atender a los formalismos culturales de la sangría, del punto y aparte, de la distribución en párrafos o versos, de las características formales de cada género discursivo.
Los niños aprenden a hablar sólo por el contacto con otros hablantes y su necesidad comunicativa pero el aprendizaje de la escritura es muchísimo más complejo. Nadie escribe como habla; o por lo menos, nadie debería escribir como habla.
A ver Juancito, contame qué querés poner… el chico habla. Bueno, escribilo así.
No señorita maestra, no debe escribirlo así; es como si a alguien que está queriendo aprender a jugar al ajedrez le preguntamos cómo mueve las fichas cuando juega a las damas y luego le decimos que haga lo mismo con las fichas de ajedrez. La escritura tiene normas y formalidades que la oralidad desconoce.
La escritura, el verdadero aprendizaje de la escritura, conlleva años (muchos) y esfuerzo. No es para nada natural como sí lo es el aprendizaje de la oralidad.
Y nuestra sociedad es más escrita que hablada; las esferas de poder dominan sus estructuras a través del texto escrito y no de la oralidad. La oralidad está reservada para los peones.
No aprende de igual modo un niño rodeado de artefactos letrados a un niño que sólo ve estos artefactos en la escuela. No es lo mismo dominar con habilidad y velocidad el Whats App que hacer un texto institucional o académico.
¿A escribir se aprende escribiendo? Sí, pero también y principalmente leyendo. Leyendo variedad de textos y cuando esos textos son diferentes a los del entorno del sujeto de aprendizaje, mejor.
Otro error bastante común entre quienes no estudian ni enseñan la escritura es suponer que el aprendizaje de la escritura es un aprendizaje semántico, de significados, de vincular una palabra con un significado. Pero no es para nada así, el niño cuando aprende a escribir, ya sabe hablar, ya hizo esa vinculación entre las palabras y las ideas e incluso emplea conectores y subordina enunciados con facilidad. El aprendizaje de la escritura, es en realidad el aprendizaje de los aspectos formales, de las convenciones.

Por eso, cuando veo que mi hija encadena (aunque no tenga ningún sentido) letras escribiéndolas de izquierda a derecha, comprendo que inició el aprendizaje de la escritura. Ya no copia algo que ve, crea una combinación respetando normas de la escritura suponiendo un mensaje, el valor simbólico de la escritura. Entonces, ni temprana ni tardíamente (no hay un límite de edad para esto aunque como todo si uno es más joven se aprende y se naturaliza más rápido), ella comenzó un aprendizaje indispensable para la sociedad en la que vivimos, un aprendizaje que no va a terminar nunca porque como dijimos, la posibilidad de géneros discursivos (cada uno con sus propias reglas) es infinita. Ya me ven, con 45 años y aún tengo tantos textos por aprender.





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