domingo, 18 de mayo de 2014

Un maldito libro

     Sobre la mesa la frutera llena, rebosante y en la silla ausente lee tranquila y acompasadamente. Mira la mesa satisfecho, naranjas, manzanas y racimos maduros denotando vitalidad. Levanta la vista, sólo cada tanto, para sentirse seguro.
     Afuera se escucha el agua correr en forma de río, en forma de lluvia, en forma de grifo abierto. La vida despliega sus brazos y abraza al lector sentado en su rojo sillón.
     Lentamente la Luna camina hacia su ventana y se apoya en el marco para mirarlo. En ese momento el lector se da cuenta que entre el ruido de las aguas se escuchan los cascos de mi caballo galopando hacia su casa. Palpa en su cinto el hierro frío de la navaja sabiendo que el destino lo ata al calor de la sangre que brota como flores en los cuerpos que se encuentran con los fríos metales de los vivos.
    Me bajo del caballo y piso al apearme un charco de agua estancada junto a la puerta, la canilla se cierra y la bacha repleta de platos y agua. Y la fruta se pudre madura y sin comer en el frutero.
     Nos miramos y me dice:
- Huye que ya vienen los gitanos.
     Lo tomo del hombro e introduzco el filo del cuchillo en su vientre, monto mi caballo y huyo. La Luna se va  de la ventana y en la mesa queda el público... de Federico.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario