viernes, 8 de noviembre de 2019

Pensamiento inútil de un empático viernes:


Todos sabemos que la palabra “empatía” está de moda.
Algunos sabemos que la palabra “empatía”, en este frígido mundo de capitales y neurociencias manipuladoras, es indispensable.
Sin embargo, leo a varias personas compartir una definición de empatía que es aboslutamente equivocada. Esos letreros enuncian, palabras más palabras menos, algo así:  



Esa definición es errónea, eso no está ni cerca de ser empatía. Creo que sería bueno definir correctamente la palabra para que varios de esos que se sienten “empáticos” se den cuenta que aún no han salido de su propio ombligo.
“Empatía” NO es ponerse en lugar de otro; esto implicaría que nosotros, atravesados por nuestra subjetividad y cultura, pensáramos cómo reaccionaríamos a los mismos estímulos de otro sujeto que se encuentra atravesado por otra subjetividad y otra cultura. La definición “ponerse en lugar de otro”, no solo es una falacia sino que, diría, hasta peligrosa ideológicamente hablando.
De esta mala lectura de la realidad surgen los conflictos más grandes de la sociedad. Para dar un ejemplo, podemos decir que cuando un burgués habla de lo que haría si fuera pobre, no sólo no está entendiendo nada, sino que, y además, está sacando conclusiones completamente equivocadas. También mea muy fuera del tarro un adulto que saca conclusiones sobre la realidad escolar de un adolescente agregando frases tales como: “cuando yo iba a la escuela si pasaba…”.
Podría decir simplemente que están equivocados; pero de verdad me gustaría que entiendan. La palabra empatía no sólo me gusta, la encuentro necesariamente indispensable para sobrevivir a estos tiempos.
Empatía es en verdad, “la participación afectiva de una persona en eventos que no le pertenecen”. Esto no implica “ponerse en lugar de”, sino, por el contrario, entender las variables que determinan que ese sujeto se vea sujetado a esa realidad y la posibilidad de respuestas que puede dar ese Otro que apenas entendemos.
Nunca hay un juicio de valor si hay empatía, es imposible. Tampoco hay un sentimiento de “lástima”. La empatía está en el orden del reconocimiento del otro como sujeto distinto a nosotros y en tratar (dentro de nuestra limitada capacidad de comprensión) de comprender la realidad en la cual está inmerso y su posibilidad de respuesta.
Dicho esto, podemos deducir que cualquier persona que cree en conceptos como la “meritocracia” carece de empatía.
Empatía viene del griego “ἐμπάθεια” (pasión), pero la psicología del siglo XX la tomó con matices significativamente diferentes. Queda deducir de su etimología que es un sentimiento y no un pensamiento.
Podríamos pensar que es una comprensión intuitiva de la realidad de otro.
Como pueden apreciar, nada que ver con ponernos en lugar del otro.
Yo uso mucho la palabra “empatía” y ustedes también. Pero debemos tener en claro qué significa y lo que implica cuando la usamos.
Ser empáticos inevitablemente pone en riesgo nuestra subjetividad ya que estamos dispuestos a que la subjetividad del otro (no su realidad) nos atraviese.
Decir “si yo estuviera en su lugar haría…” no es ser empático; es ser un egoísta y pupocéntrico. Ser empático es tratar de entender cómo lo piensa y siente ese otro tan distinto a nosotros.
La única decisión moral o ética que hacemos, es la de decidir con quiénes somos empáticos; ya que podemos serlo tanto con un asesino como con su víctima. A eso, sólo eso, queda relegado nuestro libre albedrío y nuestra subjetividad cuando decidimos sentir la empatía (que no es poco). Piensen que eso hace la diferencia en que sientas identificación por 30.000 personas desaparecidas, torturadas y asesinadas o que sientas pena por esos asesinos que están siendo condenados cuando ellos actuaron creyendo hacer algún bien.
Llego acá a un clivaje en mi discurso: la empatía no es un sentimiento suficiente para ser buena persona; es necesario además un posicionamiento ético respecto a con quiénes sentimos empatía.
Esta última y primera decisión es lo que nos permite distinguir entre el género humano y los dispositivos de un sistema perverso. Yo he leído gente apoyar a un violador por lo mal que le hacía la sociedad al hablar de ellos… a ese punto de ridiculez llega la empatía tomada sin definiciones éticas.
La ética es un traje que definimos y nos define, y uno “sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto”.
Y algunos dirán: “se fue a la bosta con el argumento” y otros habrán dejado de leer antes.
Sin embargo, y esto escrito para los pocos que siguen leyendo. Creo que es un sentimiento muy importante tanto como creo que es necesario que lo tengamos bien definido.
Hoy hago paro no sólo porque siento empatía, sino también porque tengo una postura ética tomada.
He dicho.
Buen finde para todos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario