
Duda si mirar o no mirar a su lado. Tal vez la imagen del presente le permita ingresar al pasado. Sin embargo tiene miedo. Sin embargo mira. Sin embargo lo hace despacito. Sin embargo tiene miedo.
A su lado un bulto de sábanas de lo que parece un cuerpo tapado hasta la cabeza. Un bulto de sábanas enorme que ocupa la mayor parte de la cama. La cama comienza a serle familiar.
Usa la mano izquierda, aunque le resulta incómodo para descubrir la presencia a su lado. Pero al destapar no encuentra nada, un vacío, una enorme ausencia que ocupa la mayor parte de su cama.
Vuelve a mirar la nada tratando de entender qué pasó ayer; cómo logró que tanta ausencia se acostara anoche en su cama. Pero entender es privilegio de las muertes y la compleja angustia de no saber cómo ni cuándo es la constante de saberse vivo.
Continúa mirando la nada, la Nada al frente, la Nada a su izquierda; una Nada extrañamente familiar como esa cama y se acuesta y cierra los ojos con fuerza para tratar de despertar a un mundo en el cual la ausencia tiene forma humana.
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