viernes, 6 de septiembre de 2013

¿Tenés fuego?

     Todos los días el ave viene, todos los días el ave destripa, todos los días arranca las entrañas y allí mismo, frente a Prometeo, las come. Prometeo la mira; después de tantos años, décadas, siglos, milenios, infinitos, la costumbre ha hecho que lo normal no duela, que la rutina que antes fuera sufrimiento ahora sea hábito esperado.
     Todos, los dioses y los hombres, han olvidado a Prometeo; sólo el ave comedora de entrañas que recuerda día a día ir hasta su prisión de cadenas a comer su rutina esperada lo conserva en el recuerdo.
     Un día la longeva ave morirá y Prometeo sufrirá su mayor tormento; caer en el definitivo olvido, en la irreparable soledad.

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