viernes, 11 de octubre de 2013

Diversidad

     Ella iba, como todos los días, al trabajo... No, mentira; no era como todos los días. Esta vez se sentía mucho mejor; realmente haberse puesto tetas la completaban, sentía las miradas de los otros sobre su persona, se sentía mucho, muchísimo más segura. Ese día antes de salir, se había mirado detenidamente en el espejo... comenzaba a gustarse.
     Se puso el jean ajustado, se ató su coleta ligeramente cana (nunca había querido teñirse) y se afeitó prolijamente (la depilación definitiva sería la solución pues el tratamiento hormonal evidentemente no alcanzaba). Estaba contenta, por fin había encontrado un trabajo en el cual la aceptaban sin pedirle que se disfrazara de lo que no era, de lo que un médico alguna vez dijo equivocadamente y que ahora, por suerte, había podido ser corregido incluso legalmente.
     Caminaba contenta, un poco más contenta de el resto de los días. Miró, en la entrada de su trabajo un grupo de estudiantes esperando entrar y pensó que era bueno que desde niños vean toda la variedad que somos; porque ahí, en su trabajo, había de todo y eso estaba bien (qué diferente adolescencia había tenido que vivir ella). Sonrió un poco más y entró ligeramente más contenta.

- No puede ser... - le salió del alma con un desprecio que oscilaba entre el asco y la risa -y nosotros le pagamos el sueldo a estos.- Concluyó la docente mientras lo miraba entrar.
     No comprendía bien cómo se permitían esas cosas. A esos ridículos habría que obligarlos a vestirse como se debe; pero claro, en los laburos del estado además de no hacer nada cada uno va como quiere.
- Qué pueden aprender los chicos con este señor con tetas disfrazado de mujer con notoria sombra de barba...- pensaba para sí.- Estas ridiculeces, por suerte, se ven en Buenos Aires o en Rosario, pero en el pueblo aún no. - se consolaba. Da vueltas la cabeza buscando complicidad con algún colega, otro que comprenda la indignación que siente ("no, con ese no, ese siempre pensó cosas raras") por fin encuentra otro que mira al tarvesaño con el mismo asco que ella siente y vomita su asco en una frase.
- ¿Viste eso?, ¿podés creer? ¿sabés lo que haría falta acá? - suficiente, toda una ideología política y una forma de pensar el país expresada en tres preguntas retóricas. El otro sonríe con desprecio y agrega el remate necesario.
- Y qué querés... si nadie controla.-
     Control, orden, son palabras que les gustan mucho a ambos.

     Un alumno los escucha, comparte la opinión de sus profes, sabe que eso está mal. Sabe y le duele. En casa fue muy doloroso cuando ella, su hermana, vino con "esa" a dercirles a sus padres... a contarles sobre su desviación... sobre su enfermedad... a él le gustaría ayudar a su hermana a entender y entiende a su padre cuando le pegó esa trompada; lo entiende porque entiende el dolor de su padre viendo a su hija equivocarse así... y además mostrarlo a todo el mundo... por qué no lo hacía callada, sin que nadie se enterara... la cantidad de chistes que había tenido que aguantarse habían sido demasiados y eso también era culpa de su hermana.
     Él entendía a sus profesores y compartía lo que decían (a dónde vamos a ir a parar) y le hubiera gustado decir algo pero no podía porque algún idiota podría saltar con lo de su hermana... y se acumula rabia.
Frente a él pasa un compañero que todos saben que es medio maraca y no sabe por qué pero le mete la traba. El muchacho cae y se queda en el piso dolido.
- Levantate, marica de mierda. - le dice el mismo responsable de su caída liberando en esa frase la bronca contenida y habilitada por el comentario de sus dos profes.

El muchacho está a punto de llorar.
Los profes molestos de que otra vez sea el mismo el que está en el piso.
Ella ya está adentro del trabajo y sonríe pensando que existe la diversidad, sonríe con ingenuidad convencida de que un par de leyes son suficientes para revertir toda una cultura.
El muchacho sonríe, meter esa traba -el traba, la traba, la torta ¡qué torta se dio!- fue como humillar a su hermana, esa que carga el desprecio de toda su familia. ¿Por qué tiene que haber gente rara?¿Por qué no son todos normales?
Los profes sonríen porque el día siguiente no tedrán que aguantar a estos pendejos maleducados ya que hay un curso sobre Bullyng.
El muchacho en el piso está a punto de llorar.

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