lunes, 25 de noviembre de 2013

Una muchacha sonríe

     Se sienta en la punta de la barra. El resto de la gente están todos sentados en sus mesas, en grupos bulliciosos hablando de la nada.
     Cuando entra, ella sonríe, antes y después de sentarse, sonríe, mientras pide una Coca Zero, sonríe, cuando le traen un vaso con dos cubitos de hielo y una Coca común, sonríe, no se queja. Y está allí, en el extremo de la barra más cerca de la mesa, sonriendo.
     Me distraigo mirándola. Me imagino que espera a alguien no sólo por su sonrisa sino porque bebe de a pequeños sorbos como dilatando el tiempo en una sonrisa congelada para siempre por dos cubitos de hielo derritiéndose.
     La veo de perfil, ocupo una mesa bulliciosa muy cerca de ella, de sus ojos claros y de su sonrisa que poco a poco va perdiendo vida y sonríe. La sonrisa no se desdibuja nunca, pero uno puede percibir que un poco de la nada que se habla entre las mesas a entrado por sus ojos.
     Sus ojos brillan y ella sonríe mientras dibuja sobre la barra con su dedo índice; pero la barra está limpia y los garabatos pierden su referencia en la inmediatez de un trazo como los "te amo" de noches solitarias que se desvanecen ni bien ha terminado el dibujo de cada letra.
     Sonríe, mientras traza su efímero arte de escribir sobre el mostrador. Sonríe en una máscara eterna.
    Ya hemos tomado tres cervezas en nuestra mesa mientras la muchacha de sonrisa eterna, sola, continúa con su Coca. La música es horrible como en todos los lugares donde uno va a comer.
     Ella sonríe y mueve los labios como si cantara la letra. La miro fascinado; ella no canta, sigo los movimientos de sus finos labios y me doy cuenta que ella habla en un acto tan efímero e inútil como el de escribir con el dedo sobre una barra limpia. Habla, mueve la cabeza, asiente, niega, todo muy sutilmente; casi imperceptible y continúa con su sonrisa y con su Coca, eternas.
     Ya pasaron tres horas y ella sigue sonriendo en la esquina de la barra de un bar-comedor-pub. Habla con la moza, la moza sonríe, se pone seria, mira en tono de pregunta, dice algo como preocupada; ella, en cambio, sólo sonríe y habla con el que parece ser el mismo tono con el que le hablaba a la mesa.
     Se para y se va. La moza la sigue. Hablan en la esquina, yo las veo porque justo salimos, saludo a una amiga, charlo con mi hijo y la veo. Ella y la moza hablan. El tono es normal. Se saludan y la moza vuelve y ella se va y yo podría haber inventado una historia cursi a partir de esa muchacha que sonríe pero no quiero. Estoy tratando de atrapar esa imagen doliente porque no creo que necesite historias para ser contada.
     Una muchacha sonríe aunque el mundo se acabe, esa muchacha sonríe.

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