sábado, 15 de marzo de 2014

Contemos un cuento, uno, dos y tres.

- Buenos días a todos. ¡Qué alegoría estar con ustedes hoy!
La jornada comienza. Todos entran; entra Uno, entra Dos y entra Tres.
Uno habla, Dos escribe, Tres presta atención fascinado. Todos suman más que tres.
De repente, alguien entra con una enorme maza; tiene como única intención romper un muro sin Berlín y sin Pink Floyd. Camina seguro.
Uno se calla. Dos deja de escribir. Tres levanta la cabeza.
El Destructor golpea ferozmente, cruelmente, despiadadamente… inútilmente. El muro no se rompe, apenas si se raja... Todo desaparece como la mariposa que soñaba un chino importante en un fantástico relato.
Uno busca, lleno de esperanza, el camino... Se produce un silencio lleno de palabras guardadas.
- ¡Tienen que hacer la actividad dos!
Recreo.
Se va Uno, se va Dos y se va Tres, que suman más, pero ya no son los mismos.
- Glub…  glub.... Ñam… Ñam...
Vuelven.
Vuelve Uno masticando, vuelve Dos con los bigotes manchados de café, vuelve Tres ya harto (ya de estar harto) de subir y bajar la escalera.
En ese momento el bullicio comienza a crecer como ladrillos que construyen realidades y posibilidades. Donde antes había una pared ahora hay un espacio, un agujero en el espacio, una luz en el agujero en el espacio, una necesidad en la luz del agujero en el espacio que permite a cada Uno, a cada Dos, a cada Tres, sonreír y mirarse desde distinto lugar.
- El encuentro ha terminado.

Se va Uno, se va Dos, se va Tres y (colorín colorado) este cuento se ha terminado.

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