domingo, 8 de junio de 2014

Psympático el muchacho

     Es simpático el muchacho... aunque un poco raro. Me siento un poco más tranquila ahora que se ha ido.      Puedo quitarme esta ropa de oficina, darme un baño y dormir, por fin en una cama. Anoche no cuenta, no hay nada más incómodo que un asiento de auto. Y el maldito policía.
     El idiota ese con sus dólares... ya se habrá enterado.
     Necesitaba estar sin ropa.
     No sé por qué me siento observada; esa extraña sensación de que alguien te mira desde atrás de la pared. No puedo quitarme esa angustia, esa culpa, realmente no sirvo para estas cosas. Un cigarrillo, un vaso de vino, necesito calmarme.
     La ducha será lo mejor. Perdida acá en el fin del mundo. Odio la cortina de plástico de los hoteles. El agua está fría; siempre está fría al abrir, ya se calentará. Qué relajante que es el agua. Esa extraña sensación de sentirme observada. El agua sobre mi espalda. La seguridad de que todo se irá acomodando y calmando, de que lo que para mí es mucho, para ellos es nada. La extraña sensación de sentir pasos. El agua chorrea por mis cabellos. Espero que la tintura dure un par de lavados más. ¿Alguien corre la cortina? No puede ser.
     Una vieja... un cuchillo... no, no puede ser... no es... es...

     El piso está frío. Estoy segura de mi muerte. No puedo quedarme con esta duda.
     ¿Cómo lo hizo? en esta época, en blanco y negro, con cámaras gigantes; ¿cómo hizo a filmar la ducha sin mojar el lente?
     Muero y la cámara sale del plano detalle de mi ojo.

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