miércoles, 8 de marzo de 2017

como un río

Apoyaba su cabeza en mi hombro
y hablaba de mil cosas
lloraba reía se burlaba
descansaba del día a día de sus días.

Navegábamos en sábanas rojas
con la misma fluidez que en las blancas
enfrentábamos el destino más adverso
con la incalma del sexo entre las manos.

Y el río heracliteano inevitable
trastoca los “te quiero” en “ya me cansa”
y esperar un gesto que no llega
y el otro harto de la espera.

Inevitable es que los ríos pasen
para quienes no tenemos la contextura

de un dique que pare tanta agua.







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