jueves, 20 de marzo de 2014

La palabra

Buscar eternamente
(por eternos tan frugales)
la palabra que libera
a la libertad que te condena
a buscar...
la palabra sin precedente
ni antecedente
que limite la opacidad de su presente.

palabras de leones
como ladrillos que abren cráneos
y no poder escapar
al bibliotecario
de ciegos laberintos.

La palabra sísífica que escala
al horizonte del eterno imposible
para volver a caer
a la cadena prometeica
que se niega
a salir de mi boca.

Buscar eternamente
la palabra que libera
sabiéndome eternamente
esclavo de esa búsqueda.

Porque este poema ya fue escrito
una y mil veces por poetas
antes y después de este presente.

domingo, 16 de marzo de 2014

Recuerdo recuerdos

Recuerdo...
     Soy arquero en un partido en una canchita de club; en mi equipo todos son delanteros así que soy el único jugador de fondo y evito todos los goles. El partido termina, mi nariz chorrea sangre porque después de atajar una pelota el contrario volvió a patearla con violencia. Habré tenido once años y había jugado el mejor partido que jamás jugaré.

Recuerdo...
     Era un acto en la primaria y tenía que leer un poema de Neruda porque yo era el que mejor leía o porque era el que se animaba. Lo leí, la gente aplaudió y yo me fui colorado hasta la fila del curso.

Recuerdo...
     Sentado en el auto espero indicaciones de mi padre pero él sólo dice "manejá". El auto salta. Me cuenta que existe el embrague. El auto salta menos. Me cuenta de soltarlo de a poco. El auto salta aún menos. Me cuenta que hay otras marchas. El auto vuelve a saltar. El mismo ciclo en una gradación de saltos descendientes hasta la casi insaltable media hora.

Recuerdo...
     Que le hice llegar la nota con un compañero de grado. No era la más linda, aunque tampoco era fea. Era agradable estar con ella hablando de los padres, los compañeros y fue jugando a la botella que logré un "uva, largo, privado"

Recuerdo...
     La primera vez que llegué a las tres de la mañana. No estaba sobrio aunque tampoco estaba borracho. Ese día lamenté que la casa de mis padres tuviera escalera.
     En el almuerzo no se habló; ellos no dijeron nada.

Recuerdo...
     Que me pescaron tirando un petardo en un acto. La rectora nos llamó. Nos dijo algo, muchas cosas, que no recuerdo; estaba enojada. Nos fuimos a nuestra casa con una anécdota que podríamos contar toda la semana.

Recuerdo...
     Que ya era democracia pero algunos no se habían enterado. Formábamos la federación de centros de estudiantes. El hermano de una profesora que aun conservaba ciertas prácticas de otra época comenzó a decir a nuestros amigos que era peligroso estar con nosotros.
     Los juntamos a todos y le dijimos qué pasaba realmente. Ese día perdimos la mitad de nuestros amigos.

Recuerdo...
     Como en un mosaico. Una silla de parto, sangre, barbijos, delantales y un bebé llorando. Después que lo tiene su madre, me dejan cargarlo. Y mi vida cambió.

Recuerdo...
     Entrar a un curso y después de media hora darme cuenta de que sí, aunque pensé que no me gustaría dar clases, ese día que yo hablaba y los alumnos hablaban y Machado hablaba, ese día me di cuenta de que, luego de tantas vueltas y tantas carreras inacabadas, había estudiado lo correcto.
     Cuando la clase terminó, la jefa de prácticas me dijo que había sido una mala clase, que no había respetado el plan, que etcétera y que etcétera y todos esos etcéteras me permitieron confirmar que había estudiado lo correcto.

Recuerdo...
     Que vino una noche después de muchas idas y vueltas, que el novio que la familia, que esto que aquello y se quedó a dormir... y ahí está, aun durmiendo.

Recuerdo...
     Ir a buscarla al jardín y que me digan que va a demorar un poco porque había hecho un dibujo en la pared con la cabeza de un ladrillo. Mientras volvíamos la reté. Mientras volvíamos me sentí secretamente orgulloso.

Recuerdo...
     Que lo había pensado como la última obra, entonces dirigí, escribí y actué. Pensé quizá que sería el último proyecto. Y ahora lo extraño.

     Sé muchas cosas y sin embargo se me borran los detalles; no sé en qué punto el recuerdo desvía su camino.

     El Recuerdo es el arte de saber olvidar los detalles y saber recordar sólo los detalles sin importancia.

sábado, 15 de marzo de 2014

Contemos un cuento, uno, dos y tres.

- Buenos días a todos. ¡Qué alegoría estar con ustedes hoy!
La jornada comienza. Todos entran; entra Uno, entra Dos y entra Tres.
Uno habla, Dos escribe, Tres presta atención fascinado. Todos suman más que tres.
De repente, alguien entra con una enorme maza; tiene como única intención romper un muro sin Berlín y sin Pink Floyd. Camina seguro.
Uno se calla. Dos deja de escribir. Tres levanta la cabeza.
El Destructor golpea ferozmente, cruelmente, despiadadamente… inútilmente. El muro no se rompe, apenas si se raja... Todo desaparece como la mariposa que soñaba un chino importante en un fantástico relato.
Uno busca, lleno de esperanza, el camino... Se produce un silencio lleno de palabras guardadas.
- ¡Tienen que hacer la actividad dos!
Recreo.
Se va Uno, se va Dos y se va Tres, que suman más, pero ya no son los mismos.
- Glub…  glub.... Ñam… Ñam...
Vuelven.
Vuelve Uno masticando, vuelve Dos con los bigotes manchados de café, vuelve Tres ya harto (ya de estar harto) de subir y bajar la escalera.
En ese momento el bullicio comienza a crecer como ladrillos que construyen realidades y posibilidades. Donde antes había una pared ahora hay un espacio, un agujero en el espacio, una luz en el agujero en el espacio, una necesidad en la luz del agujero en el espacio que permite a cada Uno, a cada Dos, a cada Tres, sonreír y mirarse desde distinto lugar.
- El encuentro ha terminado.

Se va Uno, se va Dos, se va Tres y (colorín colorado) este cuento se ha terminado.

domingo, 9 de marzo de 2014

La vida en clave amorosa.

     Cuando las parejas son sólo un "no me atrevo" o un "ella no lo sabe"
     Eres un infante con mucho por aprender
     Cuando las parejas son toda una eternidad que dura sólo un ratito
      Eres un adolescente con mucho por experimentar
     Cuando las parejas comienzan a durar más que el amor y la paciencia
     Eres un adulto con mucho por negociar
     Cuando entre tus amigos y conocidos hay más separaciones que nuevas parejas
     Eres un adulto mayor con mucho por olvidar
     Cuando la infidelidad se comete con la parca
     Eres un vejete con más recuerdos que presente
     Cuando tu deseo ignora a tu cuerpo
     Eres un viejo

               Verde.

martes, 4 de marzo de 2014

Manifiesto equivocado


     Me voy poniendo viejo y me doy cuenta de dos verdades ineludibles, aunque duelan:

1) Ustedes siempre tienen la razón
2) Pensar la compleja trama de relaciones que se tejen tras una simple acción es de mentes enfermas y retorcidas como la mía, el resto de los mortales opta por un simple y sano maniqueísmo.
     Pero como decía un catalán "uno es sólo lo que es y anda siempre con lo puesto".
     Aprenderé a vivir equivocado y ustedes a tolerarme.

martes, 25 de febrero de 2014

Sólo una cerveza

     El primer día me tomo una cerveza pequeñita (no venden de litro pero te la cobran como si fuera de litro) en una multinacional famosa por sus sandwiches con gusto a nada y sus papafritas prolijamente simétricas en sobre de papel.
     Estoy sentado cómodo, tranquilo. Me molesta un poco la cantidad de luz que entra, mucho vidrio, mucho sol y el lupus que comienza a joderme. La gente que habla a los gritos, también. Los chicos tienen un lugar para jugar.
     Si algo me llamó la atención de este primer día en Rosario es que parece que no hubiera pobreza o gente que pide entre las mesas. Tampoco veo gente afuera, juntando basura o sentadas en el piso jugando a tu lástima para poder sobrevivir en este mundo.
     Si mi observación de la ciudad se redujera a lo que puedo ver en este comedor, desde la ventana, mientras me arrepiento de no haberme puesto protector solar; pensaría una cosa...

     El segundo día encuentro una pizzería muy coqueta que vende el esperado porrón, $ 35 es caro pero lo vende. Me siento. Entra un muchacho con unos señaladores pero no llega a mi mesa; el mozo lo detiene amablemente y lo deja afuera. No evita que se quede en la vereda y yo lo vea. Hay menos luz, la gente está menos eufórica y la pobreza se ve... está afuera.

     El tercer día encuentro, por fin, un lugar en el que me siento cómodo. No es otra cosa que un quiosco con mesas y por 20 compro lo que ayer me costó 35. Lo compro en la caja y me prestan un vaso de vidrio que parece estar lavado. Agarró las dos cosas y me siento en una silla frente a una mesa atornilladas al piso con un grupo de feligreses que ven el partido entre Belgrano y Newell's. Ellos se manifiestan discretamente contentos con el resultado del partido, nada de imprecaciones innecesarias ni exhibicionismo de hincha mediático, no; cada emoción se percibe en las arrugas de sus rostros.
     Un perro semisarnoso está recostado en el piso. Dos niños, uno con estampitas y otro con señaladores pasan entre las mesas. Luego del primer gol entra uno vendiendo lapiceras.
     Hay pobreza adentro como hay pobreza afuera porque no hay diferencias entre el adentro y el afuera.

     Pienso en la dosis de realidad que nos permitimos como algo inversamente proporcional al dinero que estamos dispuestos a gastar. Mientras más gastás, más te podés alejar de esa realidad que no queremos ver.

     Pienso en los tres días y sé que me sentí más cómodo el tercero... y sé que no fue por amarrete.

lunes, 24 de febrero de 2014

La neblina

     Arranca el auto y sale marcha atrás de la cochera. Frena con el pie en el embrague; aún no ha sacado la marcha, la mano que debía hacerlo se entretiene en un bostezo con sacar una lagaña endurecida por el sueño de sus ojos dormida.
     Entra las bicicletas que tuvo que sacar para abrir la puerta y cierra la casa en la cual todos duermen.
     04:00 A.M.
     Demasiado temprano para viajar, sobretodo si es uno el que maneja.
     Luego de 10 km comienza a despertarse. Justo a tiempo para aminorar y no golpear con la cabeza contra el techo cuando pasa las lomas de borro de la ciudad que surge sobre el parabrisas del auto.
     Pone la radio. La radio no mantiene despierto. Le gusta más la música, pero la música lo acuna en el placer de la somnolencia en tanto que la radio lo mantiene más alerta. Pone, en la radio, una AM de esas que saludan con cada entrada del locutor mientras intercalan la música con un tejido de noticias más próximas a un obituario que a una celebración. Te dan los buenos días con alegres melodías mientras con enfado te cuentan lo mal que está el país, lo mal que estamos.
- Cuidado, loma de burro. - declara la voz lacónica de una muchacha de acento madrileño.
     El GPS no habla mucho, el camino es bastante recto. Él sabe que lo prendió al pedo, que este aparato con voz de mujer, antes de que llegue a Pelegrini, lo va a querer hacer doblar hacia la izquierda. Y él no ha ido nunca por donde va a ir ahora pero sabe que no quiere ir por donde ha ido antes.
- Recalculando - Reprocha la muchacha española que sólo puede resultar sensual a quienes atrae la frigidez o la inexpresividad.
     Él sigue, en la mañana oscura y neblinosa. Piensa, como en cada noche, como en cada viaje, lo bien que le vendría cambiar las lámparas delanteras ("estas no iluminan un sorete"), por unas más potentes ("de esas que puteás cuando tenés de frente").
- Recalculando - Denuncia la joven madrileña.
     La neblina hace bancos que sólo permiten, con suerte, ver la trompa del auto. Teme ir muy fuerte y chocar con alguien que va muy lento; teme ir muy lento y ser chocado por alguien que va muy fuerte. "Voz activa y voz pasiva diría la vieja de Lengua."
     "La neblina es como la vida", piensa.
     60 km por hora. No se atreve a ir más fuerte. Recién, cuando aceleró, se comió un bache que por poco no rompe los bujes.
- Recalculando -
     No sabe para qué mierda lo prendió. Debería haberlo apagado o haberle puesto un destino intermedios. "Las Parejas", por ejemplo.
     Mira un cartel indicador a su derecha que en verde y blanco anuncia: "Rosario 60 Km"

- A quinientos metros doble a la izquierda -
"Es acá. Si parece acá. No. ¡Qué boludo!"
     No frena, no se detiene. Piensa desandar el camino pero espera un cruce de rutas. La oscuridad y la neblina dan miedo. No miedo de niño que teme a los fantasmas, pero parecido.
     Sigue por media hora. Continúa por una ruta que se angosta y oscurece. Las luces altas comienzan a rebotar en la pared de neblina y tiene que bajarlas si quiere ver algo.
     40 km por hora. Adelante se atisba un banco de niebla que parece impenetrable. Duda en entrar o no. Duda en detenerse. Sabe del riesgo de detenerse en una ruta rota y sin banquina por la que pasan, parece ser, sólo camiones y sigue.
     Decide entrar en el banco de niebla. Si fuera creyente rezaría. No teme a los monstruos de Stephen King que tanto disfruta leyendo, teme a un terror más cotidiano. Siempre tuvo miedo de los asaltantes, de los accidentes, de la policía...
     Justo antes de entrar, alcanza a leer en el cartel indicador: "Rosario 60 km"
     Lo desconcierta. Algo está mal. No es correcto. Hay un error.

     Entra en el banco de neblina y ya no ve nada. Ni adentro ni afuera del auto. Sólo se escucha la voz cacofónica de la mujer que habita el GPS.
- Recalculando - Todo está oscuro y la voz repite - Recalculando.

    Las luces se prenden.
    Arranca el auto y sale marcha atrás de la cochera. Frena con el pie en el embrague; aún no ha sacado la marcha, la mano que debía hacerlo se entretiene en un bostezo con sacar una lagaña endurecida por el sueño de sus ojos dormida. Lo hace por quincuagésima vez aún sin saberlo.