sábado, 13 de septiembre de 2014

El país de la opinología...

- ¿Y usted que piensa profe con eso de que la nota más baja va a ser un cuatro?
     El alumno pregunta y el profesor lo miro desconcertado.

     Supongo que se refiere a lo que han estado diciendo anoche en el noticiero; algo como que en la provincia de Buenos Aires la nota más baja va a ser cuatro. Tengo ganas de responderle que el tema es muy complejo, que no puedo opinar sin haber leído el documento entero (lo que no voy a hacer porque no es mi jurisdicción). Tengo ganas de decirle que así dicho suena raro, como que la información es incompleta, se presta para muchas interpretaciones y de todas las que hago yo ninguna coincide con la que hacían los medios anoche. Tengo ganas también de decirle, que no me interesa; que las políticas y los documentos en Buenos Aires o en Santa Fe o en Córdoba o en el gobierno nacional van por caminos distintos y de que una medida no resume una serie de decisiones. Luego de pensar todo eso le respondo:

- Nada, de eso no pienso nada ¿por?¿vos pensás algo?-
     Y entonces lo escucho repetir lo mismo que dijo el periodista anoche, con la misma cara de indignación... en ese momento creo que es algo que sí me interesa pensar.

     Es sorprendente oír a padres que hace una semana se quejaban de las notas que les habían puesto a sus hijos o declamaban en contra de las pelotudeces que les enseñan a sus hijos. Ahora hablar indignados respecto a la baja calidad de la educación y que esta baja calidad la perciben en la disminución de exigencias evaluativas...
     Vuelvo a insistir, el tema es muy complejo y encierra muchísimas variables como para tratarlo en un párrafo del face o en los 139 caracteres del twitt. Se podría pensar solamente en que muchos de los que se quejan indiscriminadamente de la educación posiblemente no obtendrían buenas calificaciones si se los evaluara con las mismas herramientas que a sus hijos. Se podría pensar en que la escuela no puede solucionar problemas de inequidad social dando más temas. Se podría pensar en la campaña sistemática de desprestigio de la educación que hacen los medios de los noventa en adelante.

     Se podría pensar muchas cosas, pero lo que sí es seguro, se debería dejar de decir mentiras. No se puede expresar impunemente que este gobierno no se hizo cargo de la educación cuando, aún desde sus fallas, que son muchas, es sin dudas el que más ha invertido en educación de las últimas décadas.

     Se podría pensar muchas cosas pero yo quiero pensar en por qué se discute eso hoy. Por qué el padre que no sabe las notas de sus hijos se preocupa por las notas de los hijos de los porteños, por qué el face está superpoblado de enunciado reclamando defender la educación. Y finalmente, por qué la gente opina de algo que ni siquiera ha leído, que lo oyó comentado parcialmente y muy de segunda mano.

     Puedo suponer que la agenda setting es un concepto mucho más serio de lo que suponía. Y lo increíble es cómo repiten enunciados con el convencimiento de que son propios.

     Pero bueno, el tema pasará, como pasaron las Pirls, los mundiales, etc. y se inventará otro tema y mientras usted está entretenido discutiendo las cosas que le dicen que discuta y del modo que ellos quieren, se pierde la oportunidad de leerse un buen libro y opinar como usted quiera de lo que usted quiera.
   
     Es necesario pensar en la educación, pero pensar verdaderamente en la educación porque sin dudas hay una crisis. Pero repetir enunciados dichos por otros me parece contraproducente. Creer que la educación es una sólo y no se enlaza con las políticas (no solo lo de pueblo culto e inculto -estaría bueno definir cultura-) es peligroso. Pero claro, es solo un pensamiento... Algo que se me ocurrió pensar sin que nadie me lo indique; que sé yo, un inútil pensamiento de sábado.

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