miércoles, 17 de mayo de 2017

el arte, el circo y el mercado

Hay gente que hace arte, no importa lo qué haga; hace arte.
Soy profe de lengua y cuando enseño la “función estética” (la más difícil de explicar) le digo que es cuando hacen algo (un texto, que es un algo que interviene socialmente) para emocionar. El artista no expresa sus emociones (esa es la función emotiva), te emociona a vos.
Ustedes dirán: “¿Y eso a quién le importa?”
Pues a mí que lo estoy escribiendo frente a una problemática que me surge con ustedes y sus publicaciones.
Los artistas son artistas y las personas atrás de los artistas no me importan. De esa premisa parto para enfrentar un montón de enunciados de mierda sobre grandes artistas, un millar de enunciados benéficos referidos a mediocres artistas.
Pero volvamos al inicio, ¿qué es un artista?
Alguien que logra, mediante su texto (lingüístico, visual, auditivo o lo que fuere) emocionarme. Y no me refiero al golpe bajo, la sensiblería o el lugar común; hablo de verdadera emoción, que es algo que entra en conflicto con mi yo y me interpela y me replantea.
Y si hay algo que me agota al discutir con personas es que el objeto artístico dependa de los sujetos que lo hicieron.
Hasta el momento creo que no me entiende nadie, así que trataré de explicarme. Pero para explicarme cabalmente debo recurrir a distintos marcos de referencia, comencemos con el rock que me es más afín:
Me parece increíble la poética del Indio o el quiebre de Luka… eso no quiere decir que oyéndolos en muchas declaraciones no pueda pensar que uno es un pelotudo y el otro tenía el cerebro hecho mierda. Me gusta Pappo desde Pappo’s blues pero estoy seguro que no hubiéramos podido hablar ni dos segundos sin terminar a las trompadas. Eso no impide que me emocione con sus creaciones.
Vamos a la literatura que ahí tengo más variedad. Comparto la postura y la ideología de Galeano o Benedetti… sin embargo me parecen obras tan menores si las comparo con Borges (a quien detesto ideológicamente).
Me parece arte lo que Maradona o Messi logran con un balón y sin dudas no sería amigo de ninguno de los dos. Uno por contradictorio y otro por tibio.
Sin duda es arte (en este sentido de lograr emocionarme) la lucha permanente e inquebrantable de las madres de plaza de mayo y no me importa lo que, a boca de jarro, se le ocurra decir a Hebe.
El arte es emocionar, pero emocionar de verdad. No el llanto fácil de Daniell Steel o de cualquier golpeador bajo del mercado.
Creo que era un acierto del medio evo, época que respeto poco por estar manejada por una de las instituciones más represoras y oscurantistas, en el anonimato del artista.
Desde principios del siglo XX, quizás se lo debemos a la generación perdida o al dominio de la burguesía o quizás fue antes con los simbolistas y un Artaud o un Baudelaire, en el cual los mercados comprendieron que era más vendible el sufrimiento que el arte.
Nadie le compró una puta obra a Vincent (artista genial) y lo venden por millones luego de fabricar su suicidio, su oreja y su romance naif… se dieron cuenta y un tal Milo vende mediocridades mal copiadas de genios con una historia de rico-pobre-rico que no se cree nadie.
De pronto los anti algo no van a ver el único midachi que hacía algo parecido al arte porque está a favor del algo que ellos niegan.
Oigo Les Luthiers hablando de la realidad nacional y no lo puedo creer pero me siguen pareciendo geniales.
Sé que Celine fue nazi y apoyó los campos de concentración o que Cela era mierda de persona pero no me resta el placer de disfrutar de su obra.
Antes el mejor juez era el tiempo… pero hoy hasta el tiempo lo domina el mercado y se resucita productos como Locomía.
Entonces sólo nos resta educar. Ayudar a distinguir la paja del trigo… y eso es muy difícil cuando hay educadores que no las distinguen.
No importa quién lo haga, pero hay cosas que interpelan los valores establecidos, ponen en duda el mundo, no me importa que se llamen Rabelais, Puig o Fontanarrosa. No necesito saber de su vida, esos son artistas.
Veo actuar a Kevin Spacey o a Harvey Keitel y sé que son dos de los más grandes actores que ha dado el cine estos últimos años. No me importa como son como personas. Y no compro un Darín que aprendió a actuar de grande (para hacer siempre el mismo gran personaje) porque me hable políticamente correcto.
No sé si se entiende, pero estoy harto del show. De que la persona valga más que lo que hace.
Llévenlo si quieren a la política o a los deportes, no me hago cargo de las traslaciones que considero justificadas y válidas. Porque para mí el arte es la acción por sobre la persona… porque el arte para mí es la vida… y decime lo que quieras sobre la persona que quieras y yo me voy a fijar en lo que hizo y en lo que logró con lo que hizo.
Y este texto fue pensado muchas veces y nunca cabalmente escrito y hoy tampoco porque hoy tenía muchas cosas que hacer pero no estaba de ánimo y terminé escribiendo esto para defender de los “pro” y de los “k” gente que me parece valiosa no por gente, sino por lo que hicieron.

Pensamiento inútil de miércoles noctámbulo. Debería, como dice Les Luthiers, practicar más la epistemología y dejar de escribir.
Y si nadie entiende lo que quiero decir, tampoco significa que me angustie mucho.





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