domingo, 28 de abril de 2013

Un buen desayuno

    Pierre era un humilde panadero del barrio de Auteuil, en París. En la simple cotidianidad de una panadería en la cual no se hace pan francés, Pierre termina de acomodar algunas bandejas y se dispone a esperar sus primeros clientes.
   
    La tos se escucha desde antes de atravesar la puerta; Pierre lo reconoce y sin levantar la cabeza lo saluda.
- ¿Cómo anda Marcel?
- Bien Pierre ¿y usted?
    Busca debajo del mostrador un paquete ya preparado.
- Acá andamos, deslomándonos para ustedes ¿Sigue haciendo las traducciones del inglesito ese? -le pregunta mientras le entrega el paquete. Marcel asiente con la cabeza- Más le valdría escribir algo suyo Don Marcel.
- Bien quisiera yo, pero usted sabe Pierre, para escribir se necesita buena memoria... y eso es algo que yo no tengo. -comienza a irse pero un gesto del panadero lo detiene.
- Espere -saca una magdalena de la estantería y se la alcanza- acompáñela con té que esas dos cosas juntas tienen sabor a nostalgia.
    Marcel Proust agarra esa magdalena y se retira. Pierre continúa atendiendo su panadería.
    Yo pienso: "qué injusta es la historia con algunas personas"

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