lunes, 17 de octubre de 2016

Este adiós que me entregas en tu beso...



No voy a llorar si te vas;
ni ensombrecer el rostro.
Tal vez, un poco triste una semana.
Quizá, ni siquiera, sólo eso.
No iré a golpear tu puerta
y al poco tiempo olvidaré tus piernas.
No creo en las potencialidades del
“si hubiera sido”;
pues no creo en el destino.
Estaba bien, y lamento no hayas entendido
que la vida son momentos discontinuos.
Quisiera saber de las verdades
de este adiós que me entregas en tu beso;
aunque no cambie realidades
ni legitime imposibilidades.
La vida es un pastiche de momentos
y no daré por tierra los vividos
como tampoco lamento los “no sidos”.
Eterno presente es la existencia;
La narración del necio, su delirio.
“Me anticipo al futuro”, tú me dices.
Yo te digo, “no te entiendo”, yo te digo.
Pero nadie se muere de amor
y los tiempos del capricho me son breves.
No hagas drama mi sol
de lugares donde el sino no te lleve.
Mi puerta siempre ha sido puerta abierta
a nostalgias y presentes del pasado;
algún día cruzaremos nuestros tiempos
(tan chiquitos, tan ocupados)
y brindaremos por un sueño
que no ha sido.


















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