lunes, 23 de octubre de 2017

Crónicas de Matulandia: texturas

Con Matilda leemos por la noche «Matilda» (con hermosas ilustraciones de Quentin Blake), es como un ejercicio ritual y casi una tautología. El libro fue un regalo, uno de los más lindos regalos, que me hiciera una amiga.
Nos acostamos para dormir y antes de cerrar los ojos, abrimos la imaginación un rato al maravilloso mundo de Roald Dahl.
A medida de que los capítulos han ido repitiéndose la lectura se hace cada vez más interrumpida por comentarios y distracciones tanto mías como de ella (la Matilda de carne y hueso, la Matilda de papel sigue diciendo lo mismo aunque lo mismo no sea siempre lo mismo).
Estábamos leyendo el capítulo «el segundo milagro» y mientras leo Matu me saca el libro, lo mira, lo toca, me lo vuelve a dar en episodios regulares. Finalmente me pregunta:
¿Cómo hicieron este libro?
Lo escribieron… contesto y sigo mi lectura.
No, no… me interrumpe. Me saca el libro y lo toca. Mirá los dibujos, se ven. pasa la mano sobre el dibujo. y yo no siento nada. ¿Cómo hicieron?
Tardo en entender aunque finalmente comprendo. A ella le gusta mucho dibujar, en casa tiene lapiceras, fibras, acrílicos, crayones, etc. y todos ellos, incluso las acuarelas, dejan sobre el papel una textura, algunas veces notoria y otras casi imperceptible. Me está preguntando por qué estos dibujos no la tienen.
Entonces, recién en ese momento y como un flashback cinematográfico recuerdo todas las veces que la he visto acariciar sus dibujos antes de guardarlo.
Es que no son los dibujos originales Matu, son una copia de los dibujos.
Con Matu nos entendemos, cuando ella me pide que le «haga» un dibujo para que pueda pintar debo hacerlo a pulso y cuando me pide que «copie» un dibujo para pintar, lo sacamos de internet y lo imprimimos.
Ah, entonces este no es el libro de verdad, es una copia.
Sí, es nuestra copia.
¿Y dónde está el de verdad?
En tu cabeza Matu, en lo que vos imaginas.
Eso tampoco se puede tocar.
Opto por seguir leyendo y mientras leo pienso que yo jamás a su edad se me hubiera ocurrido pensar en las texturas de los dibujos… pienso, en realidad que de grande, excepto frente a un oleo, jamás me puse a ver la textura de los dibujos y mucho menos lo pensé como un dato semántico relevante.
Terminamos la lectura.
Bueno, ahora a dormir.
Vos dormí y yo te hago mimos.
No, vos también dormí que si no mañana no puedo despertarte para llevarte con tu madre.

Al rato reconozco su respiración dormida. Yo aún no puedo dormir, me quedé pensando en boludeces, en texturas… en una Matilda que es una copia más del mercado y en mi Matilda con un carácter y unas preguntas llenas de texturas.

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